Procesiones japonesas
Nuestros pasos van directos a un torii, porque al tiempo es el camino hacia un santuario. Atrás hemos dejado el puente Miyamabashi.
Nuestra primera visita es la Sala de Exhibición de Carrozas o Takayama Yatai Kaikan, donde hay unas preciosas, llamativas y grandes carrozas.
Estas carrozas, yatai, salen en procesión durante el Festival de Takayama, que se celebra en primavera y en otoño, que es famoso en todo Japón.
En la parte superior de algunas de ellas hay muñecos autómatas, karakuri.
Sin lugar a dudas tiene que ser interesante poder disfrutar de este festival en directo, sobre todo al anochecer ya que las carrozas van iluminadas con velas. Este festival no se diferencia tanto de nuestras procesiones, aunque se cambien las figuras o la creencia.
La razón de haber pasado por un torii es que esta sala de exhibición se encuentra dentro del complejo del Santuario Sakurayama Hachimangu. Ya sábeis, si hay torii hay santuario seguro, sin saber la distancia a ciencia cierta.
El santuario tiene sus orígenes en el 413, cuando un hijo del emperador fue bendecido para derrotar a un monstruo de dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas. En el año 1683 fue agrandado y pasó a ejercer la protección sobre la ciudad.
Comienza a llovernos, pero es una lluvia fina y ligera, con lo que hasta se agradece para aliviarnos del calor tremendo que hacía.
En el patio del santuario no faltan las peticiones en las maderas o en los papeles blancos.
Y por supuesto tampoco falta el lavadero de las purificaciones, con un detalle precioso, que luego veríamos en muchos más lavaderos en santuarios, pero al ser la primera siempre capta más nuestra atención.
¿Que sería de la cultura asiática sin dragones? ¿Y que haríamos nosotros sin verlos?
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