Las compras temprano se hacen mejor
Estamos en la ciudad de Takayama, situada en las laderas occidentales de los Alpes japoneses, cuyo nombre significa "montaña alta". Los carpinteros de Takayama desempeñaron un importante papel en la construcción de Kioto y Nara, con lo que alcanzaron fama como centro de la artesanía en madera; en el siglo VIII, cuando la región era incapaz de producir suficiente arroz para pagar los impuestos cumplía con el fisco enviando artesanos.
Temprano bajamos a desayunar y nos encontramos con japoneses que bajan en yukata, con lo que el día comienza con un poco de folklore, nunca se me había pasado por la cabeza que se pudiera bajar en pijama por un hotel y con total tranquilidad, pero aunque parezca raro esto te da confianza y familiaridad, aunque al principio lo cierto es que produce asombro e incluso algo de risa.
Paseamos por las calles casi desiertas de Takayama y nos va gustando, de momento tiene una mezcla entre hoy y ayer en sus edificios, el ayer le da el toque justo para ser muy agradable,. Nos cuesta caminar porque no hay aceras en algunos lugares y para colmo nos tenemos que acostumbrar a que los coches conducen por la izquierda (esto parece que es un recuerdo de cuando llevaban las espadas en este lado para no chocarse unos contra otros; como la teoría inglesa de que la razón era la utilización del látigo). Lo malo es que comienza a llover y eso nos puede fastidiar mucho el recorrido, y lo bueno es que fue solo una nube de verano.
A pesar de una población pequeña y sus sitios de interés los tenemos bien localizados en el mapa, se agradece que haya señales indicativas de los mismos.
Cruzamos el río con su torii anunciando que hay un templo, aunque nunca se sabe a ciencia cierta la distancia a la que se encuentra.
Nuestro destino son los mercadillos matinales (aso-ichi), que gozan de fama y en los que venden alimentos, flores y artesanía, que ya están en marcha y en pleno apogeo. Estan los típicos tenderetes y en las aceras hay unas bonitas tiendas de souvenirs en las que aprovechemos para gastar yenes. Este mercadillo se encuentra a la orilla del río Miyagawa
Hay sartenes en las que cocinan alimentos para su prueba, hay cuencos con alimentos para lo mismo, hay telas, getas (zapatos típicos japoneses), abanicos y pai-pais, artículos de madera.....un auténtico y variado mercadillo.
En el puente Kaji-bashi nos encontramos con unas simpáticas figuras, unos duendecillos del bosque que actúan como protectores de la ciudad y del río. En muchos de los puentes o por las calles hay diversas figuras, pero ninguna tan llamativas como éstas (siento el tercer elemento en discordia pero no hay ninguna foto sin él), una enfrente de la otra.
Seguimos caminando por el pueblo y llegamos a otro de los mercadillos, localizado en Jinyamae, cerca del Palacio Histórico del Gobierno, donde venden principalmente frutas y verduras; los melocotones tienen una pinta espectacular, así como su precio, exorbitante, como ofrecen de prueba no me corto y tomo un trozo, comprobando que su precio será excesivo por razones desconocidas para mí pero no por su sabor. Como del mercadillo no hay ninguna foto suficientemente interesante, otra de una escultura que se encontraba al lado.
Salimos de la zona por el puente Naka-bashi, con el típico color con el que asociamos los puentes japoneses o chinos.
Damos por finalizada nuestra escapada a los mercadillos, que han resultado ser geniales, con lo que volvemos felices al hotel con nuestras bolsas de compras, y eso que nos hemos contenido mucho. Allí nos esperan nuestros compañeros de viaje y nuestra guía para comenzar las visitas guiadas.
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