Arcos, un castillo, iglesias y un lechazo
Después de la visita a la Ermita de San Frutos nos fuímos a recorrer localidades segovianas, aunque no tuvimos mucho tiempo para muchas y menos para dedicarles en profundidad. La primera en la que paramos es Cuéllar, declarada conjunto histórico artístico.
En Cuéllar se celebran los encierros de toros más antiguos de España, datados del siglo XIII (aunque sobre ellos hay polémica con otras localidades castellanas).
En el siglo XIII comenzó a distinguirse en el terreno político al acoger reuniones de las Cortes de Castilla, y ya era un centro importante exportador de lana. En la pugna por la corona castellana Cuéllar tomó partido por Doña Juana de Trástamara, hija de Enrique IV, pero supuesta hija de Don Beltrán de la Cueva, que tenía en el castillo-palacio de la villa el centro de su señorío como duque de Alburquerque. A Doña Juana se la conocía por ello como La Beltraneja.
Tras la coronación de los Reyes Católicos Cuéllar fue quedando al margen de la vida cortesana, pero mantuvo su desarrollo económico y fue cuna de conquistadores. A partir del siglo XVI entró en una lenta decadencia.
Aparcamos al lado de la Plaza de San Andrés, por casualidad no por decisión, y entramos a la localidad por el Arco de San Andrés, que pertenece al segundo recinto amurallado de la ciudad, de estilo múdejar. En el arco destaca el escudo del Concejo de Cuéllar.
Durante la Guerra de la Independencia sufrió expolios por parte de los franceses.
Emprendemos el camino hacia el castillo, y para ello pasamos por el Arco de San Martín. La puerta está flanqueada por dos torreones de planta rectangular y sobre ella de nuevo el escudo del concejo de la villa.
Al frente nuestro objetivo principal de visitar Cuéllar, el castillo-palacio, construido sobre los restos de una fortaleza anterior por los duques de Alburquerque entre los siglos XV y XVI. Fue utilizado durante unos años como prisión y como hospital.
No llegamos a tiempo de la hora de visita, y las programadas para la tarde no nos cuadran bien para esperar. Algunas de las visitas se realizan de forma de teatro, con actores.
Son cerca de las cuatro de la tarde y lo que tenemos es un hambre tremenda, con lo que nos vamos en dirección a la Plaza Mayor en la que suponemos que algún horno de asar tiene que haber, y nos topamos en este camino con el que supongo antiguo lavadero.
Efectivamente en la Plaza Mayor encontramos un figón donde a pesar de la hora que es nos dan de comer medio lechazo asado con ensalada, que no ha sido de los mejores que nos hemos comido pero que sació el hambre.
En lugar de seguir callejeando en busca de más monumentos nos vamos hacia el coche para seguir explorando por otros pueblos segovianos. En esta vuelta pasamos al lado del Palacio de Pedro I el Cruel, con portada románica y bastante restaurado; no recuerdo el uso actual que se le está dando. Recibe este nombre por haberse celebrado en este palacio los esponsales de Pedro I, y también recibe el nombre de Casa de la Torre.
Y por la Capilla del Hospital de la Magdalena, construido para albergar a los pobres de la ciudad. Fue construido en el siglo XV y presenta una fachada gótica, destacando los escudos.
Saliendo de Cuéllar, ya en coche, nos topamos con las ruinas del Convento de San Francisco, fundado a mediados del siglo XIII y reconstruido según modelo renacentista. Fue objeto de un penoso expolio antes de convertirse en fábrica de achicoria; se ha restaurado recientemente pero de la iglesia solo parece mantenerse en pie la fachada, no quedando nada de la cubierta.
En el interior de la iglesia se hallaba el sepulcro en alabastro de Gutierre de la Cueva, obispo de Palencia y hermano de Beltrán de la Cueva. La mayor parte de este conjunto se encuentra actualmente en la Hispanic Society of America, en Nueva York.
Aquí terminamos nuestro pequeño paseo por Cuéllar, en el que nuevamente nos dejamos por conocer casas y casonas, iglesias y conventos, más arcos y la muralla, así como el interior del castillo. Todo queda pendiente para otra ocasión.
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