18 de marzo de 2014

Chile - Parque Nacional Torres del Paine - Portería Laguna Amarga - Lago Nordenskjold - Cuernos del Paine - Glaciar Almirante Nieto - Salto Grande - Lago Pehoé - Paine Grande - Glaciar del Francés



Azul colgante

La entrada "efectiva" al Parque Nacional Torres del Paine la hacemos a través de la llamada Portería de la Laguna Amarga (mirar mapa de situación), a 129 km de Puerto Natales, un puesto de control, donde hacemos una parada, aparte de para supongo mostrar la entrada de acceso (vale para varios días), para pasar a los baños, que ya se va haciendo necesario y urgente. 





En esta parada hace su aparición una mofeta, que allí llaman chingüe, a la que los turistas persiguen en su afán de inmortalizarla en sus cámaras, pero nosotros prudentemente la dejamos corretear, no vaya a ser que se enfade y despliegue todo su aroma para defenderse de los paparazzi, aparte de para no estresarla más de lo que ya parecía estar, así que la fotografía que tenemos de ella es semitapada por arbustos y se intuye más su su cola que su cuerpo.



Continuamos camino, y desde la minivan vemos varios saltos de agua, que no son grandes en caudal pero sí en altura, destacando una entre ellos. Supongo que se trata de agua del deshielo que se esté produciendo por algunas zonas del macizo del Paine. 




En el camino no nos faltan los guanacos, que se aproximan a las lagunas a beber.



La siguiente parada en el lago Nordenskjold (mirar mapa de situación), lago que lleva el nombre del arqueólogo sueco que exploró la cueva del Milodón




Además de la bella visión del lago con su color azul, destaca la presencia del macizo del Paine, producto de la erosión de los glaciares, el viento y la lluvia. Lo que no podemos tener es el reflejo completo del macizo en el lago, con más tiempo hubiéramos paseado por un lado y por otro, buscando el “punto Kodak” pero solo tenemos unos minutos para ver, disfrutar y fotografiar, y lo que a primera vista parece una distancia corta, realmente no lo es, hay ir bordeando el agua del lago para acercarse a ella. Sigo creyendo con firmeza que alcanzar estos lugares a golpe de pisada en lugar de neúmatico tiene que ser inmensamente gratificante.




En los alrededores de la laguna suele haber zorros pero no vimos ninguno, aunque sí la señal de advertencia de no alimentarles. 




Lo que desde este punto se perfectamente son los famosos cuernos del Paine (mirar mapa de situación), tan o incluso más famosos que las torres del Paine que dan nombre al parque. Se trata de tres cumbres de granito: Cuerno Norte (2.400 m), Principal (2.600 m) y Este (2.200 m). 




En el macizo del Paine, y en estos cuernos se distinguen perfectamente, hay dos colores: una banda superior de color oscuro (en teoría rojizo, pero en un día de nubes como hoy es más marrón, que un buen sol iluminándolo todo tiene otros colores), formada por sedimentos de piedra; y otra inferior, de color grisáceo (hoy marrón claro), que es el magma volcánico enfriado cuando salió del interior de la tierra. Durante la glaciación hubo un movimiento tectónico que levantó las montañas tan violentamente que los sedimentos que había depositados sobre el suelo ahora están a 2.500 m de altitud. 




No nos podemos quedar solo con la visión de los cuernos (suena entre raro y divertido hablar de cuernos tan alegremente...e incluso posar con ellos a modo gran cornamenta, tentando la suerte) las montañas del macizo alrededor de ellos también son increíbles, y somos afortunados por verlas cubiertas de nieve y porque el día y las nubes a pesar de su acecho nos están permitiendo la visión del macizo, ya que por ejemplo nos cuentan que el día anterior los excursionistas (motorizados, supongo que los pedestres se tendrían que quedar en refugios) no pudieron ver nada. 





En las cumbres nevadas del macizo se aprecian pequeñas zonas de color azul claro intenso, son los ventisqueros o glaciares colgantes, creo que es la primera vez que los vemos, y nos parecen inmensamente bellos. Creía que los glaciares tenían que tener una salida a tierra o al mar o a un lago, y aquí descubro que pueden ser sin salida y estar colgados como ríos o lagos helados sobre las montañas, ¡impresionante!, ¡precioso!. En este caso se trata del glaciar colgante Torres sobre el Monte Almirante Nieto (mirar mapa de situación). 




Este vuelve a ser uno de esos lugares del mundo en los que te quedas atrapada por la visión, aunque también daban unas ganas tremendas de haber llevado el equipo necesario para cargar con una mochila, víveres, agua, bastones para caminar y lanzarse a eso, a caminar por este precioso parque nacional. 




Continuamos el viaje por el parque, pasando por una zona arrasada por el fuego, ya que lamentablemente en el año 2005 un turista calentando la comida originó un incendio que destruyó cientos de hectáreas de bosque y matorral, y en el 2011-2012 otro visitante quemó papel higiénico y provocó un incendio. Turismo sí, pero turismo con precauciones, cuidadoso y respetuoso con el medio ambiente. 




La siguiente parada es en el Salto Grande (mirar mapa de situación), no en el salto ni medianamente cerca, sino con vistas al salto, que salva la diferencia de nivel entre el lago Nordenskjold y el lago Pehoé (mirar mapa de situación), que es el lago a nuestros pies (pehoé es una palabra tehuelche que significa salvaje). A nuestra espalda quedan las lagunas Mellizas.





Volvemos a tener una buena visión de los cuernos del Paine





También visionamos el cerro Paine Grande (mirar mapa de situación), el de mayor altitud del parque, con 3.050 m, a la izquierda de los cuernos. 




En el Paine Grande destaca de nuevo otro ventisquero o glaciar colgante, el glaciar del Francés, que nos vuelve a cautivar por su situación y por su color azul. Impresionante, tanto visual como sonoramente, tiene que ser coincidir con un desprendimiento de hielo del glaciar, evento que pudimos ver y escuchar en el glaciar Serrano.





Estamos sobrecogidos, y no solo por el frío, que se nota y mucho, sino por la inmensa belleza del parque, que se está dejando conocer, a distancia eso sí, si no libre de nubes, por lo menos libre de lluvia. 


Al lado del Salto Grande parte un sendero hacia un mirador de mejores vistas de los cuernos del Paine, pero nosotros no tenemos tiempo de escaparnos hacia allá; es un recorrido corto, que puede llevar sólo una hora y la recompensa sería magnífica. 


Bajamos con la minivan rodeando el lago Pehoé, aunque también hay un servicio de ferry que cruza el lago y acerca a nuestro próximo destino, el lago y glaciar Grey, pero solo para continuar caminando, en una ruta que a priori parece fantástica. 




La Hostería Pehoé se encuentra en un enclave perfecto, sobre una pequeña isla en el lago Pehoé. Eso sí, mejor no llevar mucho peso en las maletas (seguro que es más normal llevar mochilas) para no tener que cargar con ellas por la pasarela sobre el lago. 





Paramos en el camping Pehoé, donde hay cabañas, mesas de picnic, aseos y una tienda-cafetería. Nosotros vamos de picnic, incluido en el precio de la excursión, junto al lago Pehoé. De menú, ensalada de patatas y pollo relleno (sinceramente yo me esperaba unos sándwiches, así que fue una buena sorpresa).



Al ruido de gente y de bolsas, así como al olor de la comida somos rodeados por multitud de cuervos y algún bonito pajarillo de colores. 





Las vistas acompañan la comida, aunque la mejor compañía es la de una pareja chilena con la que compartimos la excursión y con la que comenzamos a entablar conversación, y por supuesto buenas risas, porque ¡vaya pareja! (os extrañamos y os recordamos con cariño, Evelyn y Felipe). 




Continuamos la excursión para buscar otros "azules"

16 de marzo de 2014

Chile - Parque Nacional Torres del Paine - Lago Sarmiento - Torres del Paine - Laguna Amarga - Cascada Paine



Las tres torres

Después de nuestra visita didáctica a la cueva del Milodón continuamos viaje. Vamos al Parque Nacional Torres del Paine (18.000 CLP), creado el 13 de mayo de 1959 con una extensión de 181.414 hectáreas, que antes formaban parte de una estancia de ovejas, con una sobreexplotación de pastos, bosques y fauna, y que a día de hoy ocupa 227.242 hectáreas, siendo uno de los parques nacionales más extenso de Latinoamérica y uno de los más visitados también. La Unesco lo declaró Reserva de la Biosfera en 1978. 


El parque dispone de más de 250 km de senderos, incluido el clásico circuito llamado “W”, que se recorre entre cuatro y siete días (depende de las fuerzas y el ritmo de cada persona para unos 50 kms), y dispone de refugios donde acampar, aunque en temporada alta seguramente estén completos y una tienda de campaña será necesaria. 


En el paisaje hacia el parque vamos viendo grandes extensiones de pasto, ocupadas por estancias, muchas de ellas ofrecen alojamiento y excursiones a caballo, y es que hay que ampliar el negocio ganadero, y como alternativa a los visitantes creo que puede resultar interesante.




Vamos por la llamada Ruta Fin del Mundo, nombre que parece más especial de lo que lo es en realidad; imposible sacar el cartel con este rotulo con nitidez suficiente. Creo que la carretera por la que circulamos bordea el lago Toro, el más grande los lagos del parque, pero el guía no lo mencionó, por eso mis dudas, aunque por la ruta del mapa así lo parece. 




Por el camino seguimos viendo más estancias, con su ganado en los pastos, vacas y ovejas. 





Hacemos una parada en Cerro Castillo para tomar café, las evacuaciones necesarias, y si se quiere, también se pueden comprar souvernirs o ropa. 




Aquí se encuentra uno de los muchos pasos fronterizos de Chile con Argentina, el del Río Don Guillermo. 




Continuamos el viaje hacia el parque nacional y vemos una granja con ñandúes, poco a poco la fauna de Chile se va dejando ver. 




Y poco a poco las increíbles cumbres del Paine se hacen más cercanas. 




Paramos en el lago Sarmiento, que tiene un sistema cerrado, es decir, hay afluentes pero no hay drenaje, lo que provoca un ambiente salino (aumento de la concentración de aniones y cationes) en el que las cianobacterias (algas azules verdes) realizan el proceso de la fotosíntesis y precipitan calcio, produciendo esqueletos de calcio parecidos a los corales que reciben el nombre de microbialitas, y dentro de ellas los trombolitos, que se encuentran a orillas del lago. Estas estructuras comenzaron a formarse tras la última glaciación, hace 10.000 años, por lo que todavía no se pueden considerar como fósiles, deben superar esta edad (poco le queda). Como no nos acercamos al lago no vimos estas formaciones, pero en cambio disfrutamos del espléndido paisaje al frente. 



Las estrellas desde este mirador son las imponentes torres del Paine, y estamos de suerte porque en muchas ocasiones las nubes tapan su visión, y a pesar del día, que si ahora con sol, que sí ahora nublado, se dejan contemplar. 




El parque nacional recibe su nombre del macizo del Paine, un grupo de cumbres y agujas junto al Campo de Hielo Sur, entre la cordillera de los Andes (es un macizo independiente de esta cordillera) y la estepa patagónica. El macizo es producto de la erosión de los glaciares, el viento y la lluvia hace doce millones de años. 


Paine es una palabra tehuelche que significa azul, azul como los glaciares, icebergs, ríos y lagos que se encuentran en el parque. 


Continuemos con las torres, son tres: la central, con 2.460 m, la norte o Monzino, de 2.260 m, y la sur o de Agostini, de 2.500 m. Con las alturas hay cierto jaleo, veo diferentes números en varias fuentes (la oficial marca con 2.800 m la torre central, 2.248 m la norte, y 2.850 m la torre sur), y aunque sólo son cuarenta metros de diferencia entre las torres central y sur, la central al ojo y a la cámara nos parece más alta, y así figuraba también en algunas fuentes. 


A medida que avanzamos las torres asoman algo más entre el resto del macizo. 




Dejando aparte las alturas, son tres torres hermosas, como de un castillo de cuento (posiblemente pertenecía a la bruja) a las que nos hubiera gustado acceder de otra manera, no escalarlas porque no somos escaladores ni lo pretendemos a estas alturas de nuestra vida, pero sí realizar una caminata que llega hasta un mirador donde poder contemplarlas de manera más cercana, y con un gratificante paseo, pero siendo invierno, y sopesando las posibilidades, fue finalmente descartado por la meteorología que podíamos encontrarnos, así que nos hemos conformado con un recorrido por el parque en minivan parando en lugares emblemáticos con vistas maravillosas. 


Hacemos una parada rápida para conocer de cerca a uno de los camélidos que nos faltaba por conocer, a los bonitos guanacos (creo que entre las llamas, vicuñas y guanacos, su cara es la más dulce, se asemejan más a un peluche grande), cuyo pelo es de de color canela claro (marrón claro diríamos nosotros a lo bruto). Se les nota acostumbrados a la presencia humana porque solo se alejan un trecho corto de nosotros, y siguen con su comida y su paseo. 




Los guanacos estuvieron a punto de extinguirse por la llegada de los colonizadores europeos, pero tras más de una década de protección han conseguido su supervivencia, ¡afortunadamente!


Continuamos el camino en la minivan hasta la siguiente parada, en la laguna Amarga, cuyo nombre lo recibe por su alta concentración salina. La laguna forma parte de la misma parte cerrada por morrenas que el visto anteriormente lago Sarmiento, que reciben aportes de flujo pero no tienen drenaje. En esta laguna hay estructuras llamadas estromatolitos, formadas por algas verdeazuladas, que construyen un esqueleto en bicarbonato cálcico. En general, los estromatolitos tienen laminaciones de formas diversas, pero no los vimos ni los buscamos y por lo tanto no los fotografiamos. 





Complementariamente a la importancia geológica de la laguna, para estos ojos vuelve a ser imponente la visión de las torres del Paine





Continuamos el viaje por el parque, pena que sea motorizado para abarcar el mayor número de lugares aunque sea desde la lejanía, y seguimos encontrando más estancias en el camino, que por su apariencia exterior y arquitectónica están ancladas en el siglo XIX y principios del XX, por lo que a mis ojos tienen cierto carácter romántico y aventurero, extirpando la realidad histórica de la exterminación de los indígenas que por su implantación tuvo lugar. 


Las torres continúan acaparando el protagonismo. 




Nuestro guía Julián nos ofrece hacer un pequeño desvío para ir a la cascada Paine, cuya visita no estaba concertada en la excursión, y todos accedemos muy contentos, cuanto más veamos, mejor para nosotros. 





La cascada se encuentra entre la laguna Amarga, vista anteriormente, y la laguna Azul, a la que no llegaremos. Más que el propio salto de agua, que no es de gran altura, lo que llama la atención es la labor de erosión del agua en la especie de isla central, y los niveles de estratos que se pueden ver en ella. 






Aparte de verlas también podéis oír el sonido del agua. 


Aunque esto suene a repetitivo, ellas son las estrellas del parque, y por las que éste recibe su nombre, las torres, cuya torre sur ahora asoma algo más. 




Por supuesto que el mejor modo y medio de llegar a la cascada es por un sendero caminando. Nosotros continuamos la excursión motorizados. 



Proseguimos nuestra visita por el Parque Nacional Torres del Paine.

Un mapa del parque con detenimiento se puede encontrar en la página del propio parque, pero uno de situación de lugares visitables con claridad, sin necesidad de topografías: