Hemos terminado el trekking con una sonrisa en nuestras caras, aunque mi
cuerpo está algo cansado, nuestro chófer
ya nos está esperando en el punto de encuentro (organización al
milímetro). Lo primero es ir a Kalaw tanto para dejar a Mr.Te como para
recoger a Myo, ya que tenemos que ir al hotel a recoger nuestro
equipaje, y sobre todo a darnos una ducha, ya que eficientemente Myo, o
la agencia encargada del tour, han acordado que nos dejarían hacerlo,
aunque claro, ellos contaban que sería como a las doce de la mañana y
son casi las dos. Hacemos el check-out y nos duchamos lo más rápido
posible, en las maletas solo faltaba poner la ropa que nos quitamos y
los neceseres, así que en una media hora hemos terminado de hacerlo.
En el camino a Kalaw nos encontramos con el paso de un tren.
En el camino a Kalaw nos encontramos con el paso de un tren.
Lo
primero es paliar el hambre, que las tres no es una hora birmana para
la comida y esto lo hacemos en el restaurante Thu Maugn en Kalaw.
Como es habitual, nos acercamos al mostrador donde nos enseñan los platos principales.
Eligiendo los clásicos curries: pollo y cerdo, aunque en esta ocasión el de
cerdo lleva una salsa de garbanzos negros según Myo (¿serían alubias?).
Nuestra ración de arroz.
Una rica sopa de verduras, que siempre me entran como una bendición.
La pasta picante y olorosa de pescado y gambas, que vimos en grandes cantidades en el mercado de Bagan.
Una ensalada-guiso de lentejas, en Myanmar he llegado a adorar esta legumbre.
Diferentes platos de verduras.
Un
aderezo picante con algo que no sé qué es porque ni siquiera lo llegué a
probar (que se une a la mala memoria que me acompaña últimamente).
Pepino, okra, lechuga y rábanos, un toque refrescante.
No
tienen plátanos de postre, así que optamos por un café y un té para
acompañar el típico surtido de frutos secos y hierbas con que nos obsequian.
Terminando
de comer comenzó a descargar una lluvia tremenda, y menos mal que ya
estamos aquí, porque si esta fuerza de agua nos cae mientras estábamos
haciendo el trekking, creo que se hubiera acabado el viaje, tanto por lo
tarde que hubiéramos terminado de hacerle, como por el resfriado de
órdago que nos podíamos haber pillado.
Lo único
malo de la lluvia con esta fuerza es que no favorece la conducción, ni
la propia ni la de los demás, no nos hace mucha gracia viajar pero es
lo que toca y tenemos que confiar en nuestro joven chófer;
afortunadamente nada más comenzar el viaje y avanzar por la carretera
nos alejamos de la lluvia y volvemos a los paisajes infinitos rodeados
de verde, así como a poblaciones pequeñas o más grandes con imágenes de
vida en ellas.
Tras algo más de una hora llegamos a la zona donde el poder lo ostenta el agua del lago Inle, donde todo parece discurrir con calma, tanto para los humanos como para los animales.
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