Botataung Paya está al lado del río Yangón, por lo que nos acercamos hasta el malecón 
Botataung, desde donde parten ferries como barcos de paseo que ofrecen 
cenas a bordo. 
También hay barcas taxi como medio de transporte para llegar a distritos o aldeas de Yangón. 
El ambiente aparentemente idílico de río y embarcaciones se rompe al mirar la orilla del río, un auténtico vertedero de basura. Normalmente me quedo tanto en fotografías como en letras o recuerdos con la parte idílica de los viajes, pero en casi todos hay otra parte que es más realista, y en este caso, más contaminante. 
Caminamos
 por Strand Road en dirección oeste, y lo hacemos por su acera interior,
 ya que si lo hacemos por la más cercana al río -donde al principio hay innumerables contenedores y no parece fácil para caminar- no sabemos con seguridad
 cuando podremos cruzar, no sabemos si habrá semáforo y a qué altura, 
así que mejor ir a lo seguro. 
Claramente 
este lado de la acera no es el mejor para las fotografías de los 
edificios, situados precisamente en esta acera, no se tiene una buena vista de ellos, así que nos conformamos
 con las visiones parciales que vamos teniendo de ellos. 
En la esquina de Strand Road con Bo Aung Kyan Street está el edificio de ladrilos rojos de la Oficina de Correos, General Post Office, que había sido sede de la compañía Bulloch Brothers & Co.
En la esquina de Strand Road con Bo Aung Kyan Street está el edificio de ladrilos rojos de la Oficina de Correos, General Post Office, que había sido sede de la compañía Bulloch Brothers & Co.
Cruzando 40th St, el edificio de la Embajada Británica. 
Cruzando
 Seikkhan Thar St, el Strand Hotel, construido por los hermanos Sarkies 
en 1896, también propietarios del hotel Raffles de Singapur. Durante la 
Segunda Guerra Mundial cerró y volvió a abrir en 1948. El presidente Ne Win ordenó su expropiación en 1963 y se fue deteriorando poco a poco, hasta que en 1991 el
 empresario indonesio Adrian Zecha se hizo cargo de él, para abrirlo nuevamente en
 1995, y tras una nueva remodelación en 2016. 
El hotel fue una de las alternativas de alojamiento en la capital, pero precisamente su situación fue la que hizo que no lo eligiéramos; estaba demasiado alejado del centro (que no lo está realmente, es un interesante paseo), y la calle en la que se sitúa tiene un tráfico demencial. Pero ya que estábamos ante su puerta, y a pesar de las pintas de turistas sudorosos que llevábamos entramos en él.
No
 nos queda de otra que entrar en el bar, en el Sarkies Bar, que resulta 
estar bastante ocupado y tiene un buen ambiente, con una decoración
 de pub clásico con toques modernos, que es muy acogedora. 
Decidimos
 que vamos a tener un merecido descanso, y así podremos hacer uso del 
baño sin problemas, y que nos vamos a tomar dos bebidas, que terminan 
siendo dos cocktails, un Martini y un Pegu Club (haciendo honor a este 
club colonial). 
Cuando salimos del hotel ya es de noche y no se ve 
casi nada, ya no tiene sentido buscar edificios y sus fachadas, por lo 
menos no todos, así que continuamos por Strand Road, donde en el cruce con 
Pansodan St está el edificio de Myanmar Port Authority, que ya habíamos visto por el día; y en el cruce 
con Maha Bandoola Garden St el edificio de la Custom
 House. 
Decidimos subir por Maha 
Bandoola Garden St, por si caminar por Sule Paya Rd es más difícil por 
el tráfico, aunque ya a estas horas ha descendido mucho, pasando junto 
al edificio del Tribunal Supremo, cuya entrada principal y torre dan al 
jardín Mahabandoola. 
Lo que nos encontramos  en esta calle es un puesto tras otro de comidas, algunos realmente con muy 
buena apariencia, con unas brochetas listas para ser consumidas. 
Giramos a la izquierda por Mahabandoola Road en dirección a Sule Paya, donde se encuentra el edificio de Aya Bank, y donde los puestos de comida están en plena ebullición.
Junto a Sule Paya
negociamos el precio de un taxi, que al ser por la noche nos sale más 
caro que los que hemos tomado durante el día, y además nos encontramos 
con un “manager”, ya que el precio no fue negociado con el taxista sino 
con un negociador, que no sé si propietario del mismo. Llegamos al 
hotel, nos duchamos y pedimos la cena en la habitación, para estar relajados y tranquilos, además de ir adelantando algo el equipaje, que mañana emprendemos viaje por el país, y volaremos a Mandalay. 
Nos hubiera gustado pasear más por la zona colonial de la ciudad, nos han quedado muchos edificios que conocer, pero no ha sido posible, y además hemos invertido tiempo en nosotros -cuerpos y almas-, tomando el cocktail con tranquilidad en el legendario Strand Hotel, que poco a poco me voy relajando y no soy tan ambiciosa como antaño para abarcar todo lo posible, ya nos concedemos descansos merecidos, recompensas saludables.
Nos hubiera gustado pasear más por la zona colonial de la ciudad, nos han quedado muchos edificios que conocer, pero no ha sido posible, y además hemos invertido tiempo en nosotros -cuerpos y almas-, tomando el cocktail con tranquilidad en el legendario Strand Hotel, que poco a poco me voy relajando y no soy tan ambiciosa como antaño para abarcar todo lo posible, ya nos concedemos descansos merecidos, recompensas saludables.



















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