Cena de altura
Teníamos claro que nuestro día en Dubái tenía que ser tranquilo, aunque en la práctica resultó serlo mucho más de lo pensado, así que
realizamos una reserva para cenar en uno de los restaurantes del hotel Burj Al Arab, teniendo dudas entre el que tiene vistas a un acuario situado en la planta baja, o el
situado en el piso 27, siendo finalmente el elegido el de las vistas a
la ciudad, el Al Muntaha. Como también teníamos claro que la comida
sería poca, hicimos una reserva a una hora temprana, a las 19 h, de modo que
intentaríamos tener algo de atardecer con suerte, y sobre todo descanso para el
vuelo del día siguiente y el madrugón que este conllevaría.
La entrada al restaurante se realiza como si nos introdujéramos dentro de un microchip.
La entrada al restaurante se realiza como si nos introdujéramos dentro de un microchip.
Somos
los primeros en llegar al restaurante, por lo que nos lo encontramos
vacío. El restaurante se sitúa a 200 m de altura, ubicado sobre una
plataforma voladiza que se extiende 27 m a cada lado del mástil del edificio.
Nuestra
mesa está situada en una especie de rincón, con vistas a Marina Dubai, un lugar
al que nos hubiera gustado llegar por sus edificios principalmente, que
destacan arquitectónicamente, pero en esta ocasión no ha sido posible (no hemos hecho el esfuerzo necesario sinceramente).
De aperitivo nos sirven unas clásicas mantequillas, acompañadas con un surtido de panes para untarlas.
El
restaurante ofrece cocina francesa, y como ya va siendo un clásico para
nosotros, elegimos un menú degustación porque suelen incluir los platos más representativos y nos facilitan la tarea, y además optamos por el maridaje de vinos (maridaje
intermedio, ya que hay uno superior, pero dado que yo iba a dar
pequeños sorbos y no beberme las copas, era un gasto innecesario a
priori).
Un aperitivo, del que no recuerdo su composición, una ligera crema de queso, aunque también podría ser algún tipo de hummus vegetal.
Un aperitivo, del que no recuerdo su composición, una ligera crema de queso, aunque también podría ser algún tipo de hummus vegetal.
Uno
de los camareros es de origen filipino y habla un poco de español, pero
desafortunadamente no nos atenderá durante toda la noche, así que
tenemos que abrir las orejas cuando nos cantan los platos y el vino en
inglés.
Alaskan King Crab, con Amalfi lemon y yuzu. Sabroso y refrescante este cangrejo de Alaska. Acompañado de un Casa Lapostolle Cuvée Alexandre Sauvignon Blanc 2014, del valle Cachapoal de Chile, vino que no nos defrauda.
Alaskan King Crab, con Amalfi lemon y yuzu. Sabroso y refrescante este cangrejo de Alaska. Acompañado de un Casa Lapostolle Cuvée Alexandre Sauvignon Blanc 2014, del valle Cachapoal de Chile, vino que no nos defrauda.
Foie Gras Terrine,
Rosewood Honeyed Baby Apple, Lorenzini Melon, Ameolou Sauce y Brioche.
Según el comensal, muy rico, porque yo lo cambié (no quería tener un
desencuentro con el dichoso foie nuevamente) por un buen Slow Cook
Octopus con tomates y ensalada, que aunque no fuera un pulpo a la gallega estuvo rico. Acompañado de un Penfolds Bin 51
Riesling 2015, del valle Eden, Australia, que nos gusta, ya que este
tipo de uva nos va, más a mí que a él.
Spinach
& Artichoke Ravioli, Rocket Pesto, Parmigiano Shavings, Artichoke
Velouté. Unos raviolis de espinacas y alcachofas con salsa de pesto y
parmesano rallado con crema suave de alcachofas, que resultan ricos de sabor porque el pesto no predomina, acompaña. Acompañado de un
Schloss Gobelsburg Grüner Veltliner Reserve DAC Renner Erste Lage 2015,
de Kamptal, Austria. Pues todo bien, aunque yo a estas alturas no tengo
un atardecer sobre la marina y no tengo grandes platos gastronómicos,
que no digo que fueran malos, sino que a pesar de la calidad de la
materia prima me resultaban algo anodinos, incluso en la presentación (que tampoco es mala, pero un algo más de algo).
Roasted
Britany Blue Lobster, Macaroni Pasta, Green Asparagus, Tomato Fondue.
Acompañado de un Etienne Sauzet Bourgogne Blanc 2104, de Borgoña,
Francia. A día de hoy sigo sin entender la aparición de los macarrones con la
langosta, personalmente creo que no le aportaban nada al alimento marino, pero si acompañaban bien al resto de
los ingredientes vegetales. Respecto al vino, ya tardaban en aparecer los vinos
franceses en un restaurante de cocina francesa, pero no lo hacen mal.
Snake River
Farm Wagyu Tenderloin, Pomme Purée, Green Asparagus, Confit Tomatoes.
Acompañado de un Château Cantemèrle 5éme Grand Cru Classé 2006, de
Haut-Médoc, Bordeaux, Francia. Un estupendo solomillo con demasiada
cercanía al puré de patatas, que creo debería estar más apartado, y solo
estar ligeramente mojado por el confit de tomates (hay personas que prefieren la carne solo, sobre todo cuando es de buena o excelente calidad). Con el vino seguimos
en Francia, ahora de la región de Burdeos.
Terminamos
con un rico postre, Hazelnut Paris Brest Choux Pastry, Caramelized
Hazelnut, Chocolate Cream, Vanilla Sauce. Acompañado de un Michel
Chapoutier Banyuls Terra Vinya 2015, de Roussillon, Francia. Casi bien
el postre, aportando el dulce necesario y el amargor justo del
chocolate, aunque el bizcocho lo presentaría más pequeño, menos mazacote
(seguro que más de uno se quejaría si siguieran mi sugerencia).
Se
puede terminar la cena con una selección de quesos, pero nosotros
pasamos de hacerlo y terminamos con una selección de petit fours
algo big.
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