Mirada de reina, mirada de príncipe
Nuevo día en Asturias, y aunque la niebla a primera hora de la mañana envuelve el paisaje, el sol va adueñándose del cielo, así que mantenemos los planes
–que para eso hemos madrugado- y decidimos que iremos a Picos de Europa,
para lo que hoy si iremos preparados, no como ayer durante nuestra excursión de playa en playa, desde San Antolín de Bedón a Gulpiyuri. En el hotel encargamos unos
bocadillos, y también nos dan unas piezas de fruta (manzanas por
supuesto) y unas botellas de agua.
Pasamos cerca de la localidad de Covadonga, donde todavía la niebla campa a sus anchas, pero nos ofrece una preciosa visión de la basílica.
Pasamos cerca de la localidad de Covadonga, donde todavía la niebla campa a sus anchas, pero nos ofrece una preciosa visión de la basílica.
Nuestra primera parada es el mirador de la Reina.
Lo que ocurre es que bajo nosotros la niebla es la reina y no la vista, pero aún así esta sigue siendo preciosa.
Continuamos en coche
hasta llegar a los lagos de Covadonga, aparcando junto al lago Enol, en
el parking de Buferrera, desde el que parte el sendero PR-PNPE02 Lagos
de Covadonga, que es el que recorrido que intentaremos realizar.
Pasamos junto al Centro de Visitantes Pedro Pidal, cerrado a estas horas y no sé si con horario restrictivo en esta época del año, donde hay una cabaña de pastores, cabañas que se construían con rocas de las montañas circundantes, sin utilizar apenas mortero para unirlas, siendo los originales tejados elaborados con vegetales, siendo sustituidos con los años por tejas.
Pasamos junto al Centro de Visitantes Pedro Pidal, cerrado a estas horas y no sé si con horario restrictivo en esta época del año, donde hay una cabaña de pastores, cabañas que se construían con rocas de las montañas circundantes, sin utilizar apenas mortero para unirlas, siendo los originales tejados elaborados con vegetales, siendo sustituidos con los años por tejas.
Esta parte del sendero conduce hasta el mirador del Príncipe.
Esta
parte del sendero solo lleva hasta el mirador, por lo que volvemos
sobre nuestros pasos para comenzar propiamente la ruta, que primero pasa
por la zona llamada Arboreto, un jardín botánico, que lógicamente no
está en su esplendor por la época invernal.
Continuamos
la senda hasta llegar a la Mina de la Buferrera, donde se conservan las
vías del túnel de esta explotación. La mina, en la que se extraía hierro y manganeso, fue
la razón principal de la construcción en 1885 de la carretera de subida a los
Lagos, ya que hasta este momento el mineral se transportaba a
hombros o en caballerías durante 12 km, salvando un desnivel de 800 m.
La primera producción de la mina
data de 1868, con la empresa británica Asturiana de
Minas Ltd, que tuvó buenos años hasta 1929, año en el que el
desplome bursátil de Wall Street y del mundo llevó a su
cierre en 1932. Con la Segunda Guerra Mundial hay un renacimiento de la
actividad a cargo de la Compañía de Minas de Covadonga, que se mantiene
hasta 1958. Se cierra definitivamente en 1979.
La
mina está situada en un anfiteatro rocosa, con un solo actor en escena,
la escultura en hierro de un minero.
Se puede rodear la mina por arriba, pero desistimos de hacerlo y seguimos el camino marcado, pretendemos no dar demasiados rodeos por si la ruta al final a mí se me hace dura.
El día soleado nos acompaña, como lo hacen las cumbres nevadas de los Picos de Europa. Así es complicada la ropa, porque con el sol sobra el plumas, pero a la sombra es más que necesario.
El camino llega hasta el lago Ercina, situado a 1.108 m.
Subimos al mirador Entrelagos; a la derecha, el lago Enol; a la izquierda, el lago Ercina.
Desde
el mirador podríamos bajar hasta el lago Enol y dar por concluida la
ruta, pero decidimos bajar de nuevo al lago Ercina, con los bonitos
reflejos de las montañas en él.
Bordeamos el lago Ercina por su margen derecha.
Continuamos
el sendero hasta llegar a una fuente, cuya agua se anuncia como que no
tiene garantía sanitaria, así que allá cada cual con su sed, su
cantimplora y su salud.
Llegamos hasta el otro extremo
del lago y el camino comienza a ascender, ya no es tan llano, las rocas
comienzan a aparecer con más profusión.
Vamos siguiendo las marcas del sendero, y llegamos hasta la fuente Las Reblagas.
Junto a la fuente hay una cabaña de pastores.
Continuamos subiendo, con un paisaje maravilloso a nuestro alrededor.
Salimos a la vega El Bricial, donde se forma el tercer lago de Covadonga, pero parece que la nieve no ha caído lo suficientemente fuerte y que el deshielo no terminara de formarla, habrá que esperar a la lluvia, que no parece que vaya a llegar. De todas formas desistimos de bajar, que es lo fácil, temo que haya que subir por el mismo camino y no haya un atajo, con lo que prefiero evitarme la paliza y ahorrar fuerzas, pero me quedo con las ganas.
Mis rodillas y tobillos temen la zona de rocas que nos espera tras el mullido verde, y es que aunque me empeño mi cuerpo no es "campero", pero para disfrutar de todo esto hay que sufrir un poco.
De nuevo, unas cabañas de pastores, que ayudan de referencia para marcar el camino.
En
los carteles de los senderos echo en falta la señalización de
kilómetros o metros que hay en una u otra dirección, más que nada en mi caso para
saber si prefiero dar media vuelta o continuar.
Decidimos
tomar el camino más largo, en un alarde de superioridad física que no
tengo, así que nos dirigiremos a la vega de Enol por el hayedo de
Palombera.
Lógicamente el hayedo no está en su
mejor momento, que en primavera o en otoño debe ser un esplendor, pero
aún así es un paisaje cautivador, entre ramas peladas, sombras… con imaginación un poco de película de terror.
Tras algo de
desconcierto por el hayedo, no vemos las señales del camino, donde para
colmo nos encontramos con una familia que anda perdida en él, y eso que
ellos ya han realizado este sendero en varias ocasiones…pero claro, la
osadía es libre, y tomaron varios desvíos que les hicieron desubicarse
hasta que salieron de nuevo al camino.
Salimos junto a unas cabañas en la vega de Enol, que en un corto paseo dejamos atrás.
Salimos junto a unas cabañas en la vega de Enol, que en un corto paseo dejamos atrás.
Picos de Europa nos ha cubierto nuestras espaldas.
Pasamos junto a la pequeña ermita del Buen Pastor.
Sólo nos queda un último empujón, pero ya no hay subida ni rocas, caminamos por la hierba o por la pista para coches.
Podíamos
ir al refugio-bar que hay en este camino, pero nuestros
bocadillos nos esperan en la mochila, ya que hemos decidido no parar a
comer y hacerlo mejor tarde -si paro, a lo mejor ya no me responde el cuerpo, mejor continuar ahora que voy en caliente-. El sendero termina junto al lago Enol,
situado a 1.070 m.
Bordeamos el lago por la izquierda para llegar hasta el otro extremo.
Aquí
nos damos cuenta que quizás hubiera merecido la pena dejar el coche en
el aparcamiento del restaurante que hay junto al lago Enol, para no
tener que subir hasta el de Buferrera, que ya estamos cansados y el
camino es de subida. Una vez en el coche nos comemos nuestros
bocadillos, al tiempo que nuestros cuerpos descansan un poco.
Para gente acostumbrada al senderismo el sendero puede llevar unas dos horas con tranquilidad, pero para nosotros, sobre todo para mí, que mi condición física no es la más adecuada para estos menesteres, y teniendo en cuenta que nos hemos parado a nuestro aire, y con un ritmo de trote lento, han resultado ser casi cuatro horas, cuatro horas magníficas con paisajes inolvidables, y en las que el buen tiempo nos ha acompañado siempre. Hoy nos hemos ganado la sesión de spa en el hotel.
Para gente acostumbrada al senderismo el sendero puede llevar unas dos horas con tranquilidad, pero para nosotros, sobre todo para mí, que mi condición física no es la más adecuada para estos menesteres, y teniendo en cuenta que nos hemos parado a nuestro aire, y con un ritmo de trote lento, han resultado ser casi cuatro horas, cuatro horas magníficas con paisajes inolvidables, y en las que el buen tiempo nos ha acompañado siempre. Hoy nos hemos ganado la sesión de spa en el hotel.
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