¿Quién se ha comido mi pargo?
Después de nuestro pequeño recorrido por los barrios de Amón y Otoya,
con muchas asignaturas pendientes que nos han quedado en ellos, volvemos
en taxi al hotel Grano de Oro, donde apuramos el tiempo casi hasta el
último momento: nos damos una ducha refrescante, recogemos tranquilamente nuestras
pertenencias, pagamos la factura y aprovechamos el tiempo hasta que
nuestro transporte nos pase a recoger, a las 13 h, entrando en la tienda
de regalos que hay en el hotel, y aprovechamos para rematar las compras
(si miras, al final terminas encontrando algo, así que el único antídoto es no mirar). El hotel está muy cerca del
aeropuerto, y además es día festivo, con lo que el tráfico no representa
ningún problema.
Llegamos con tiempo de sobra al
Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, a unos 18 km de la ciudad. Es
importante saber si en el billete está incluida la tasa de salida,
porque en caso contrario antes de facturar hay que hacerlo, de modo que
serán dos colas a soportar; si no se sabe con antelación, como fue
nuestro caso y el de muchos más por lo que vimos, hay trabajadores con
una lista que te dejan para que compruebes tu nombre en ella, ¡y suerte!
Ya facturados, pasamos el control, en el que se fijan algo más en los pasaportes que en otros países, no sé si no se fiaron de nosotros o realmente es que esto lo tienen muy en cuenta, cotilleamos un poco por las tiendas, hay que hacer que el tiempo corra, y poco más.
Ya facturados, pasamos el control, en el que se fijan algo más en los pasaportes que en otros países, no sé si no se fiaron de nosotros o realmente es que esto lo tienen muy en cuenta, cotilleamos un poco por las tiendas, hay que hacer que el tiempo corra, y poco más.
Nos
vamos a la sala VIP Santamaría, por lo menos allí podremos tomar algo y descansar un poco con menos bullicio. Es
una sala no muy espaciosa, que ya está casi ocupada, pero encontramos
dos sitios en los que disfrutar de unas bebidas (creo que dan dos por
personas mediante tickets) y unos snacks.
Al
salir vimos que había una minisala adjunta en la que no había nada,
claro, que estaba lejos del suministro de comida y bebida, que parece
que no nos gusta, pero se estaba mucho más tranquilo, y solo tienes que
dar cuatro pasos más para llegar a ella; un buen lugar para desconectar e incluso para darse una siesta.
Embarcamos,
buscamos nuestros asientos, y ¡nos equivocamos!, no sé qué pasó, que despiste tuvimos, pero
el caso es en lugar de 5-6 (que se ve muy clarito), nos sentamos en 6-7, de modo que cuando
llegó el pasajero del 7 amablemente me llamó ¡señorita! (años hace que
no me llaman así, con lo que ilusión me hizo un montón) para advertirme
del error, que subsanamos presentando nuestras disculpas por supuesto.
Volvemos a viajar separados, ya que los dos tendremos ventanilla, y la
configuración del avión es 1-2-1.
El vuelo es a las 16.35 h, nos ofrecen un
aperitivo muy español, aceitunas, acompañadas de una bebida, que en este
caso nos decantamos por el cava.
Tal y como vimos a nuestra llegada, en las verjas que rodean el aeropuerto, la gente espera la llegada y salida de aviones.
Comenzamos
a volar, con tranquilidad a pesar de que por un momento las nubes
parecían presagiar algo de nube y tormenta. Nos dan nuestras tarjetas
con clave para la utilización del wi-fi aéreo, pero después de los
problemas para conectarme en el vuelo de ida, no me interesa ni
intentarlo, y no lo echo en falta, puedo volar desconectada.
Llega la hora de la cena,
temprana pero cena. De entrante, pan con aceite (¡de oliva!), consomé de
ternera, ensalada con tomate y zanahorias, y jamón ahumado. No falta el
plato de quesos.
De las opciones de plato
principal, él se decanta por el pollo y yo elijo el pargo con salsa de tomate criolla y calabacín a la
plancha, pero algo extraño pasó, que si una de las asistentas de cabina
se había llevado mi plato porque una pasajera había pedido pollo y no
lo quería, o no tenían raciones suficientes o no habían tomado el pedido… el caso es que yo quería
despedirme gastronómicamente del país y no pude, pero sin ningún
problema y con una amplia sonrisa admito pollo como plato, que bastante
tienen las asistentas de cabina como para montar yo un “pollo” por un pez.
En
vista del descontrol con el plato principal, a la hora de servírmelo,
con retraso por supuesto, me preguntan por mi opción de postre, no vaya a
pasar lo mismo. Le agradezco el detalle con más sonrisa, y luego llega
mi helado de vainilla.
Durante el viaje solo escucho música, cotilleo un poco las películas disponibles pero no me apetece ninguna, y tampoco ver las que llevo en la tablet, así que intento descansar.
Durante el viaje solo escucho música, cotilleo un poco las películas disponibles pero no me apetece ninguna, y tampoco ver las que llevo en la tablet, así que intento descansar.
Hasta que llega la hora del
desayuno, una tortilla francesa con salchichas a la parrilla, que podría
haber sido una tortita de patata, zanahoria y calabacín.
Y ya estamos en Madrid, tras unas diez horas y media de vuelo, la aventura verde se ha terminado.
Estamos
en la lejana Terminal 4S del Aeropuerto de Madrid Barajas Adolfo Suaréz, y emprendemos el largo camino a la Terminal 4
(que luego no tiene nada de largo, pero sí que lleva más tiempo para salir).
Esperamos
las maletas siempre con esa tensión del si aparecerán por la cinta,
tensión que se suele traducir en nudo cuando van saliendo todas las de
los demás pasajeros y tú sigues allí esperando, hasta que finalmente las ves caer y el nudo da paso a la mezcla de tristeza porque se termina el viaje con las emociones vividas. Por supuesto, nuestra mente (principalmente la mía) ya está maquinando un nuevo destino.
Fantástico viaje a través de la naturaleza. Una pena los contratiempos de salud, pero no os preocupéis es cosa de la edad.(emoticon sonriente). Besitos.
ResponderEliminarGracias Enrique, este viaje para nosotros ha significado un cambio de todo, de rutinas, de intensidad, de visiones (hemos cambiado las piedras artificiales por las naturales), y todo ello para bien, que de todo se aprende.
ResponderEliminarGracias por los ánimos por lo de la edad, teniendo en cuenta tu propia experiencia (emoticón guiño). Un beso.