Parques y edificios
Último día en Costa Rica y en San José (Chepe para los amigos), y
disponemos de unas tres horas para dar algún paseo, que dado que no he
salido muy mal del vértigo nos atrevemos a dar. Para ello, pedimos un
taxi en el hotel para que nos lleve hasta la Casa Amarilla, en el barrio
de Amón, una mansión construida en estilo colonial en la década de
1920 como sede de la Corte de Justicia, con la financiación de Andrew
Carnegie –tras la destrucción del anterior edificio para la Corte que se
construyó en Cartago, durante el terremoto de 1910, y que también había
sido financiado por Carnegie-, siendo el arquitecto su cuñado. En la
actualidad es la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.
En
el jardín del edificio hay una ceiba que plantó John F. Kennedy durante
la visita que realizó al país en 1963, y aunque no pudimos acceder al
recinto, suponemos que se puede tratar de este árbol.
A
la izquierda de la Casa Amarilla está el edificio INS (Instituto
Nacional de Seguros), del que había leído que tenía una impresionante
fachada de cristal, pero claro, este adjetivo impresionante se tiene que referir
en comparación al conjunto arquitectónico actual de San José, no es extrapolable a otras
ciudades.
A la derecha de la Casa Amarilla nos llama la atención un edificio en estado algo descuidado, pero que merecería una buena restauración porque presenta una bonita fachada, el Edificio Jiménez (Apartamentos Jiménez), construido en la década de 1940 con la idea de alojar consultorios médicos, y estos finalmente pasaron a ser usados como apartamentos.
Frente a este edificio, la antigua Fábrica Nacional de Licores, construida
en 1856, que desde 1994 alberga el Centro Nacional de Cultura y el Museo
de Arte y Diseño Contemporáneo. Ocupa toda una manzana, unos 14.000 m2.
Frente a todos estos edificios está el parque
España, creado en 1862 como una plaza para realizar actividades
vinculadas a la Fábrica Nacional de Licores, convirtiéndose en un lugar
de descanso para los boyeros que en sus carretas traían materiales para
la fabricación de los licores. En 1920 recibió su nombre actual (ya veremos si lo mantiene).
En el parque hay un busto de Isabel la Católica, en homenaje al Quinto Centenario del Descubrimiento de América.
También hay una estatua del conquistador Juan Vázquez de Coronado, al que parece que no le tienen mucho aprecio por los botes de pintura que le han tirado (en el pedestal una pintada de plena actualidad en España, "12-Octubre, Nada que celebrar").
Sin tanta polémica y con orgullo patrio, unas placas de homenaje al himno nacional del país, que fue cantado en este lugar por primera vez.
Con fachada al parque, un curioso edificio, el Edificio Metálico, fabricado en
hierro y metal en Bélgica y transportado a San José en 1892, tardándose
cuatro años en montarlo. Hoy aloja un
colegio.
En lugar de seguir los puntos del mapa que llevamos hacemos caso a las indicaciones del taxista, pero o bien las entendimos mal o las ejecutamos mal, y caminamos por una calle algo desangelada, la avenida 7a, por detrás del Edificio Jiménez. Además hay que tener en cuenta que es domingo y es temprano, con lo que la vida en la ciudad, y sobre todo en esta parte de ella, está todavía descansando, y no vemos a casi nadie de paseo.
Llegamos a un descampado con grafitis, que nos produce la sensación como si este lugar albergara algo cultural.
Salimos
a la avenida 7, y en la esquina con la calle 15 se alza el edificio El
Molino, construido en 1884, transformado en Apartamentos
Interamericanos, que no parece que esté en uso precisamente.
Originalmente alojaba la primera planta hidroeléctrica del país, siendo
San José la tercera ciudad del mundo, tras Nueva York y París, en
alumbrar sus calles con luz eléctrica (si fuera pregunta de trivial nunca pensaría en San José). En 1900 la planta fue destruida
durante un acto revolucionario y el edificio se vendió a la compañía
Molinos Victoriana, transformándose en un molino de trigo, y en 1910 fue
otra vez vendido, para pasar a moler café. En 1939 se vende una vez más y tras el intento fallido de instalar una fábrica de
cerámicas, se procedió a su conversión en apartamentos de lujo, sobre
todo para aquella época, ya que se utilizaron materiales nobles.
Al lado se sitúa la Embajada de México, un edificio neoclásico representativo, pero nos lo pasamos en este momento y luego ya nos olvidamos de girar para llegar hasta él, y si no hay fotografía es que no había buen ángulo para hacerla.
Al lado se sitúa la Embajada de México, un edificio neoclásico representativo, pero nos lo pasamos en este momento y luego ya nos olvidamos de girar para llegar hasta él, y si no hay fotografía es que no había buen ángulo para hacerla.
Enfrente de este edificio hay otra entrada al Centro Nacional de Cultura.
Bajamos por la calle 15, pasando junto a la Biblioteca Nacional, que me parece que tiene un diseño brutalista pero no lo afirmo.
En la esquina con la avenida 3, la plaza de la Libertad Electoral (olé con el nombre que más de uno en España -o más bien en donde se quieren separar de ella- adoptaría con gusto).
Enfrente,
el Parque Nacional, el mayor parque de la ciudad, donde nos encontramos
con la cara menos amable de ella, ya que en sus bancos hay durmiendo
gente (suponemos que sin hogar y otros trasnochados y pasados de vuelta de la noche anterior).
En el parque
destaca el Monumento Nacional, realizado en 1953 como homenaje a la
expulsión del filibustero William Walker, en la batalla de Santa Rosa de
1856 y en la batalla de Rivas de 1856. Las figuras representan a Costa
Rica, Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras (las Provincias Unidas de Centroamérica).
Caminamos
por la avenida 1, donde se encuentran la Asamblea Legislativa –un
edificio sin mucho encanto o directamente sin él, por lo menos lo que vimos de él-, damos media vuelta para volver a la avenida
3 por la calle 15 -con grafitis malos y menos malos-, donde se encuentra el Tribunal Supremo de
Elecciones.
Llegamos al pequeño jardín de Paz, al que da una fachada del Edificio Metálico.
A
continuación se halla el parque Morazán, dedicado a Francisco Morazán,
el general que intentó unir los países de América Central bajo una única
bandera en el siglo XIX. En su centro está el Templo de Música, una
gran glorieta de hormigón algo desvencijada, que parece ser una réplica
del templo del amor y la música del palacio de Versalles. En este lugar
hubo un lago, que debido a los problemas de salud que provocaba, en 1887
fue rellenado para construir el parque.
Mapa de lugares:
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