Lo
que mal empieza, casi bien acaba
Hoy el día amanece
temprano, casi sin necesidad de despertador, abro los ojos y me encuentro a mi
pareja que sigue encontrándose mal, así que me visto rápidamente y paso por
recepción, donde no hay nadie, por lo que me acerco al restaurante por si allí
hubiera ya trabajadores poniendo en marcha el lugar para el desayuno, pero en principio no veo
un alma, hasta que afortunadamente en una mesa veo a Luis y a uno de los
encargados de manejar las barcas tomándose tranquilamente un café. Hablo con
Luis, tenemos que ir a un médico, tras el día de ayer y la mala noche es lo mejor que podemos hacer, no vaya a ser que la cosa sea una tontería y se complique por no darle la importancia justa. Diligentemente ambos se ponen
en marcha, y yo me voy a buscar a mi pareja, en Tortuguero hay un ebai, un
centro de salud al que nos van a llevar. Cuando llegamos al centro, el médico, será una mujer, no
ha llegado, con lo que tenemos que hacer la cola pertinente, y tras pasar un
examen rutinario, él sale con medicación y con una inyección en el cuerpo; Luis
ha estado todo el tiempo con nosotros, ¡gracias!. Nos toca esperar para ver si
funciona, y no tenemos que salir de Tortuguero evacuados en avioneta, el modo más rápido de hacerlo (y también el más rápido de llegar y salir de aquí, a un precio por supuesto algo mayor, pero si bien llegar por agua tiene todo su encanto, si volviera, saldría por aire). Por
supuesto, hemos pagado la factura correspondiente en el centro de salud, que no somos nacionales.
Tras la experiencia,
la valoración positiva es que estos centros de salud son básicos, pero muy
necesarios, por lo que su implementación es una mejora sanitaria de calidad.
Esta es la ambulancia del centro de salud, que moverse y salir de aquí por una
emergencia no es nada fácil, recordar el viaje de llegada desde Puerto Viejo de Talamanca.
A las 8.30 teníamos
la excursión programada, pero casi a esta hora hemos llegado tras la visita
médica. Mi pareja, lógicamente, no la va a hacer, pero durante el viaje me ha
animado a que la haga yo sola, y es que, lógicamente, él necesita tranquilidad,
y mi presencia a su lado, mirándole y preguntándole continuamente cómo se
encuentra no le iba a aportar esa necesaria tranquilidad, así que aunque no muy convencida decido largarme (él se queda en la soledad necesaria y en la compañía apropiada, por los trabajadores del hotel). Pido disculpas al
grupo que se está reuniendo, y que por favor me concedan diez minutos para
darme una ducha y cambiarme de ropa, que ya va pegada a mi cuerpo, entre el
calor y el sudor de los nervios.¡Gracias a todos por la paciencia!
La excursión la
realizaremos en una barca descubierta, lo que quiere decir que nos untemos bien
de crema solar, de antimosquitos y es recomendable llevar una gorra. Seguimos
con la suerte cambiada con los perezosos, vemos de nuevo una bola de pelo en
los árboles, como en el Parque Nacional Cahuita.
Lo primero es pagar la
entrada al parque, en nuestro caso ya está incluida en el precio del paquete
contratado con el hotel, por lo que es más un registro y acto de presencia de nuestro guía en el control.
Surcamos el río
Tortuguero en busca de su flora y fauna. Yo sinceramente no
veo tres en un burro, he cargado con la máquina fotográfica más grande para
intentar capturar lo posible de la mejor manera -y no se utilizarla de forma completamente efectiva-, pero desde luego por mucho que
me dicen que entre la vegetación hay algo viviente en una parada que hacemos, yo no soy capaz de localizarlo. Si
esto continúa así, ¿para qué he venido?, al menos disfruto del bonito paisaje, que es una auténtica pasada.
Feliz me siento con esta fotografía, en realidad una serie de fotografías de las que he elegido
una, se trata de una anhinga o pato
aguja americano, que posaba orgullosa en una rama (la vimos en varias
ocasiones, así que se trata de una modelo fija y no eventual).
También escondido
entre la vegetación, nadando con tranquilidad, un pequeño patito, que a Luis le encanta ver porque nos cuenta que es muy
difícil hacerlo, así que esta fotografía va por él. ¿Vosotros?, buscar a Patito
Wally.
Como también tenéis
que buscar al lindo basilisco o lagarto de Jesucristo, jugando a
estarse quieto, porque no movió ni un ápice de su cuerpo mientras le
contemplábamos y fotografiábamos.
Voy a ser buena, os
lo acerco y muestro mejor, ¿a que es chulo?
No sólo hay que mirar
hacia abajo, entre la vegetación acuática, también hay que tener un ojo en las
copas de los árboles, así no hay manera, voy a terminar con una tortícolis
tremenda. Y sí, arriba aparecen los monos aulladores, que primero estaban
silenciosos para ser ellos, y luego comienzan con sus escandalosos gritos.
En un árbol una
inmensa araña, que me produce un repelús tremendo por su tamaño, no conozco su especie.
Y en el agua, de
improviso aparecen cabezas de cocodrilos, ¿un bañito?
Mejor seguimos en la
barca y sobre el agua.
El paisaje, la
vegetación, los animales, la calma a pesar del ruido de las barcas, todo es un
plus en Tortuguero.
Termina la excursión,
regresamos al hotel, yo voy corriendo a la habitación para saber cómo está mi
marido, pero él me intercepta porque está descansando en la piscina, esto es
síntoma de que va mejorando, y me quedo más tranquila, porque a pesar de haber
disfrutado durante la excursión, tenía mi corazón encogido, aunque la
lógica es aplastante, si no hay noticias, son buenas noticias. Los dos nos
vamos a comer al restaurante, él ligerito, y yo continúo con el desenfreno
gastronómico.
A las 14.30 tenemos
otra vez reunión en el embarcadero, toca la excursión de la tarde por el río y
los canales, y de nuevo me voy sola, es preferible que él siga descansando todo lo posible, mañana toca viajar y va a ser de nuevo un duro trayecto.
De repente el
descontrol, tanto Luis como el conductor están revolucionados, han visto un cocodrilo, el más grande que ven desde
hace mucho tiempo y del que darán parte a las autoridades (peligro, peligro), aunque ante nuestra
presencia decide sumergirse y esconderse, parece que somos más peligrosos que él, y él es más rápido que yo porque no consigo hacerle una fotografía.
¡Otra bola de pelo!,
digo, otro perezoso, estoy algo
decepcionada por no ver la cara de uno de estos animalitos que parecen tan
simpáticos, pero no hay manera, no se dejan.
Pasamos de nuevo por la
taquilla del parque y emprendemos la navegación por el río Tortuguero. Como no todo va a ser vida animal, una muestra de la vida vegetal, que es muy hermosa.
Para volver de nuevo
a la fauna, junto al agua unas simpáticas jacanas
centroamericanas, que primero van paseando y luego levantan el vuelo.
Aquí en casa ¡Echo de menos esta
calma tensa!, y no recuerdo el calor, la humedad, el malestar de mi pareja...
Los ruidos del bosque
nos hacen mirar hacia arriba. De nuevo salen los monos aulladores a saludarnos, o a
intentar disuadirnos de entrar en su territorio. Es divertido verles saltar de
rama en rama.
Tenemos una sorpresa entre los monos aulladores, un mono araña hace su aparición y nos
asombra aún más con sus acrobacias en las alturas, ¡qué fácil parece! En las
fotografías a mí me resulta entre curioso y simpático encontrar su figura entre las ramas.
Volvemos a navegar y
nos encontramos con otro grupo de monos aulladores, más tranquilos y en casi silencio, están
alimentándose y aunque uno de ellos nos mira continuamente, no deja de tragar y
tragar hojas. Esta debe ser la zona en la que habitan, porque ayer también los vimos aquí, y supongo que hasta que no acaben con la "despensa" no se trasladarán.
Termina nuestra
aventura y volvemos al hotel, yo con la incógnita de si habré conseguido sacar
una fotografía algo decente, y aunque no es ninguna buena, al menos se ven
algunos animales. Esta noche nos toca la bonita experiencia del desove de tortugas, y por fin mi marido se unirá al grupo, se encuentra mejor, tiene más fuerzas y por supuesto quiere vivir el momento.
La maleta casi está
hecha, la dejé anoche preparada por si acaso había que salir corriendo, solo falta colocar la ropa un poco mejor, porque con las prisas todo ocupaba más sitio del que debía. A descansar, que
mañana toca otro día duro de viaje.
La experiencia en
Tortuguero ha sido magnífica, un lugar para recordar, por su situación (llegar
aquí tiene lo suyo), por su naturaleza, por sus gentes, por el amor de estas a
su tierra, por su calma, ¡Pura Vida!
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