Welcome
Las Vegas
Aquí comienza la
aventura, en South Las Vegas Boulevard, junto al aeropuerto Mc Carran se
encuentra el mítico cartel de Welcome Las Vegas, donde suele haber en hora punta turística una larga cola
para fotografiarse junto-bajo él, que se puede saltar si uno no se coloca como todos y lo
hace de forma lateral, o más sencillo, no ir cuando todo el mundo va.
La cara B del cartel
es que nos esperan de vuelta en la ciudad, y no lo tengo yo tan claro que esto ocurra.
Vamos a intentar conocer esta extraña ciudad con algo de lógica geográfica, y no por orden de visitas realizadas, así que pasearemos por South Las Vegas Boulevard, la famosa The Strip, de sur a norte desde el cartel en este primer paseo.
Frente al cartel, otro cartel de
bienvenida, Harley Davison tiene un amplio local de venta.
Si algo no falta en
esta ciudad son las capillas donde casarse -son como champiñones-, que suelen ser pequeñas y
cinematográficas, como esta, Little Church of the West, una bucólica capilla de
madera.
Por supuesto, comienzan a surgir los clásicos moteles, que no todo son hoteles temáticos y de tamaño descomunal; esto es como estar de
extra en una película y todavía no sabes qué papel te va a tocar representar, pero
seguro que tienes que correr mucho o no duras ni medio segundo.
Pasamos junto al complejo del Mandalay Bay, un edificio deslumbrantemente dorado, inaugurado en
1999, contando con un supuestamente espectacular acuario, pero no tenemos una foto realmente buena de él, y no llegamos a entrar.
Es de día y los
carteles no lucen con todo su esplendor luminoso nocturno, pero algunos de ellos nos parecen divertidos, aunque un análisis menos superficial y más sociológico hablaría de ludopatía, pero es que estamos en la ciudad de ello.
Hay que tener en
cuenta, y mucho, que en Las Vegas se encuentran los hoteles más grandes de
Estados Unidos, y nueve de ellos son también los más grandes del mundo; en
muchos casos auténticas moles arquitectónicas de dudoso gusto en una mayor
parte (por lo menos gusto dudoso para nosotros, aunque si se miran con ojos
abiertos pueden resultar simpáticos, pero de ahí no pasan). La capacidad
hotelera supera las 130.000 habitaciones, y se siguen construyendo nuevos
complejos, esto parece no tener límite.
A continuación
surge la pirámide del Luxor, custodiada por la esfinge de Gizeh y un obelisco,
pero no llegamos hasta él, nos conformamos con verle desde el coche. Fue
inaugurado en 1993, y una de sus curiosas características, y por ello hubiera
merecido la pena el llegar y entrar, es que sus ascensores reciben el nombre de
inclinadores, ya que siguen la pendiente de la pirámide, con 39º de
inclinación. Por la noche, desde
la cúspide de la pirámide surge un haz luminoso, aunque el negro de la pirámide
queda muy deslucido e invisible.
Exin Castillos, digo el hotel-casino Excalibur, que ni allí ni aquí frente a estas letras soy capaz de definir. Fue construido en 1990 y su interior es como un castillo medieval,
basado en teoría en el Rey Arturo, pero no tenemos fotografías de su interior porque no nos pareció ni bello ni sorprendente ni curioso. En la noche y con el ángulo visual apropiado no parece de cartón piedra como en la mañana, más bien parece un castillo hinchable.
El edificio en
general del Excalibur es feo, solo se salvan sus torrecillas de colores, casi
pintadas con carioca, tanto de día como de noche, porque el hotel en sí pasa desapercibido.
Para los que no
puedan, o no quieran, caminar, hay un tren que comunica los complejos del Excalibur, Luxor y
Mandalay Bay, que es gratuito (pero cuidado, solo este medio de transporte, que hay otro tren que es de pago).
Desde la pasarela peatonal elevada que cruza The Strip y las calles perpendiculares miremos lo que nos espera.
Frente al Excalibur, el Tropicana, una reliquia del
pasado (del simple pasado y no tan lejano), que en apariencia no tiene nada que ver con Las Vegas actual, fue construido en 1957 y creo que está pendiente de una renovación, que curiosamente no se tratará de una demolición, como es lo habitual en esta ciudad. Detrás del Tropicana,
un casino-hotel de Hooters, hasta aquí han llegado las señoritas búho.
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