Luces de la ciudad
Tras nuestro plácido crucero entre unas cuantas islas de la Región de las Mil Islas, salimos de Rockport y nos dirigimos hacia el sur por la autovía 401. Durante el viaje no hacemos demasiadas fotografías, estamos sentados al final del autobús y no es una de las mejores posiciones para ver y capturar fotográficamente, hay que estar muy atento y ser muy rápido, así que escuchamos música o leemos pero nos evadimos bastante del paisaje de carretera, que tampoco era memorable, hasta que capturamos uno de esos anuncios a tamaño gigante, que tanto gustan en los países de origen británico, porque en Nueva Zelanda hay unos cuantos; en este caso una Big Apple.
Estamos llegando a Toronto, y Ángel nos tiene ocupados contando carriles de la autovía, ya que según nos acercamos a la ciudad estos se van ampliando, hasta que llega el punto donde todos alzamos nuestros pescuezos para ver y fotografiar cámara en mano. La entrada, o salida, de Toronto se realiza por dieciséis carriles en total (ocho de entrada, ocho de salida), que hoy llevan tráfico pero afortunadamente sin retenciones, que no me quiero imaginar yo en horas punta; esto sería como la TO-80.
El topónimo de Toronto tiene dos teorías sobre su origen; para unos proviene de la lengua de los mohawk, derivando de la palabra tkaronto, que significa donde hay árboles sobre el agua, en referencia al lago situado al norte, ahora llamado Simcoe y nombrado por los mohawk como Taronto; para otros de la lengua de los hurón, de la palabra toranten, que significa lugar de encuentro.
En el siglo XVII, la zona que hoy ocupa Toronto, en la orilla septentrional del lago Ontario, estaba habitada por los indios seneca, una de las cinco naciones de la confederación iroquesa. El primer europeo en llegar parece que fue el francés Ètienne Brulé, que llegó en 1615 en una expedición de Samuel de Champlain que seguía un camino indígena desde el lago Huron, llegando a un asentamiento indígena, donde como era de esperar no fueron bien recibidos, razón por la que no consiguieron los franceses establecerse en la región hasta aproximadamente 1720, con la construcción de una misión y un puesto para el comercio de pieles, y en 1750 construyeron un fuerte que abandonaron en 1759.
A finales del siglo XVIII, el gobernador John Simcoe, decidió trasladar la capital de la provincia, entonces Niagara on the Lake, y fundar una nueva ciudad con el nombre de York, en honor al segundo hijo de Jorge III.
La zona fue disputada por Estados Unidos y Gran Bretaña en la guerra de 1812, alcanzando los primeros el fuerte de York el 27 de abril de ese mismo año, logrando vencer a los británicos y a sus aliados, los ojibwe. Los estadounidenses saquearon y arrasaron la ciudad, pero sólo seis días después las tropas británicas lograron echarlos, y los persiguieron hasta Washington.
Cuando en 1825 se terminó de construir el canal Erie, York ya no tenía que depender de Montréal como puerto de entrada, ahora podía utilizar New York, y fue el inicio de una conexión con los Estados Unidos que se ha mantenido (curioso, curioso, tras la guerra todo se olvida en pos del negocio).
En 1834, con William Lyon Mackenzie de alcalde, York cambia su nombre por el de Toronto. A medida que Ontario crecía durante el siglo XIX, Toronto se convirtió en su centro.
Toronto sufrió un gran incendio en 1904 que arrasó una extensión de 5 hectáreas y 122 edificios, aunque sorprendentemente no hubo víctimas mortales.
Durante los años veinte, la actividad económica en la ciudad, en bancos y en la Bolsa, recibió un enorme impulso debido al descubrimiento de las minas de oro, plata y uranio al norte de Ontario. A mediados del siglo XX comenzaron a llegar inmigrantes, primero del norte de Europa, después del sur, principalmente italianos, y recientemente, chinos y del sudeste asiático. En sus calles se hablan más de cien idiomas.
En 1998 cinco ciudades circundantes a Toronto se incorporaron a ella, convirtiéndose en la mayor urbe de Canadá y en la quinta más grande de América del Norte, que suele llamarse Megacity; los arrabales fuera de sus límites se les conoce como Greater Toronto Area. Toronto ocupa más de 259 km2 y tiene una población de casi cuatro millones de habitantes; además es la ciudad más rica de la región y la más próspera del país.
Según entramos en lo que supongo la Megacity comenzamos a ver edificios de viviendas, normalmente de bastante altura, que resultan más asequibles económicamente que las del centro de la ciudad, con la que se comunican por un eficiente sistema de trenes y de aparcamientos en las estaciones de esta periferia.
Una vez que entramos en Toronto, para no perder tiempo con el autobús Ángel nos da una vuelta por ella y nos vamos asombrando de sus rascacielos, haciendo una parada para contarnos historia, y sobre todo para localizarnos y asesorarnos, en Nathan Phillips Square, donde se encuentra el edificio nuevo del Ayuntamiento, el City Hall, y el antiguo edificio, Old City Hall, que ya detallaremos en otro paseo, y otra parada más corta junto al Ontario Parliament Building, edificio construido en 1893 por el arquitecto Richard Waite en estilo neorrománico con arenisca rosácea, tratándose de un conjunto con torres, arcos y rosetones; del que solo vemos su fachada.
En el siglo XVII, la zona que hoy ocupa Toronto, en la orilla septentrional del lago Ontario, estaba habitada por los indios seneca, una de las cinco naciones de la confederación iroquesa. El primer europeo en llegar parece que fue el francés Ètienne Brulé, que llegó en 1615 en una expedición de Samuel de Champlain que seguía un camino indígena desde el lago Huron, llegando a un asentamiento indígena, donde como era de esperar no fueron bien recibidos, razón por la que no consiguieron los franceses establecerse en la región hasta aproximadamente 1720, con la construcción de una misión y un puesto para el comercio de pieles, y en 1750 construyeron un fuerte que abandonaron en 1759.
A finales del siglo XVIII, el gobernador John Simcoe, decidió trasladar la capital de la provincia, entonces Niagara on the Lake, y fundar una nueva ciudad con el nombre de York, en honor al segundo hijo de Jorge III.
La zona fue disputada por Estados Unidos y Gran Bretaña en la guerra de 1812, alcanzando los primeros el fuerte de York el 27 de abril de ese mismo año, logrando vencer a los británicos y a sus aliados, los ojibwe. Los estadounidenses saquearon y arrasaron la ciudad, pero sólo seis días después las tropas británicas lograron echarlos, y los persiguieron hasta Washington.
Cuando en 1825 se terminó de construir el canal Erie, York ya no tenía que depender de Montréal como puerto de entrada, ahora podía utilizar New York, y fue el inicio de una conexión con los Estados Unidos que se ha mantenido (curioso, curioso, tras la guerra todo se olvida en pos del negocio).
En 1834, con William Lyon Mackenzie de alcalde, York cambia su nombre por el de Toronto. A medida que Ontario crecía durante el siglo XIX, Toronto se convirtió en su centro.
Toronto sufrió un gran incendio en 1904 que arrasó una extensión de 5 hectáreas y 122 edificios, aunque sorprendentemente no hubo víctimas mortales.
Durante los años veinte, la actividad económica en la ciudad, en bancos y en la Bolsa, recibió un enorme impulso debido al descubrimiento de las minas de oro, plata y uranio al norte de Ontario. A mediados del siglo XX comenzaron a llegar inmigrantes, primero del norte de Europa, después del sur, principalmente italianos, y recientemente, chinos y del sudeste asiático. En sus calles se hablan más de cien idiomas.
En 1998 cinco ciudades circundantes a Toronto se incorporaron a ella, convirtiéndose en la mayor urbe de Canadá y en la quinta más grande de América del Norte, que suele llamarse Megacity; los arrabales fuera de sus límites se les conoce como Greater Toronto Area. Toronto ocupa más de 259 km2 y tiene una población de casi cuatro millones de habitantes; además es la ciudad más rica de la región y la más próspera del país.
Según entramos en lo que supongo la Megacity comenzamos a ver edificios de viviendas, normalmente de bastante altura, que resultan más asequibles económicamente que las del centro de la ciudad, con la que se comunican por un eficiente sistema de trenes y de aparcamientos en las estaciones de esta periferia.
Una vez que entramos en Toronto, para no perder tiempo con el autobús Ángel nos da una vuelta por ella y nos vamos asombrando de sus rascacielos, haciendo una parada para contarnos historia, y sobre todo para localizarnos y asesorarnos, en Nathan Phillips Square, donde se encuentra el edificio nuevo del Ayuntamiento, el City Hall, y el antiguo edificio, Old City Hall, que ya detallaremos en otro paseo, y otra parada más corta junto al Ontario Parliament Building, edificio construido en 1893 por el arquitecto Richard Waite en estilo neorrománico con arenisca rosácea, tratándose de un conjunto con torres, arcos y rosetones; del que solo vemos su fachada.
Desde la explanada del parlamento destaca frente a nosotros el edificio curvo y de cristal del Ontario Power Building, construido en 1975.
Ahora sí vamos al hotel, situado en el distrito financiero, seguimos en la cadena Hilton, pero en esta ocasión no tenemos tanta suerte con las vistas del hotel como en Québec, aunque no nos podemos quejar, allí está la archifamosa CN Tower desde nuestra ventana.
Salimos del hotel a explorar la ciudad más tarde de lo que hubiera sido deseable, y aunque la idea original fue tomar un taxi, nos pusimos a andar (la fuerza de la costumbre) y enfilamos la University Avenue, la avenida más ancha de la ciudad y donde se celebran los grandes desfiles, para comenzar a disfrutar de la ciudad iluminada. Frente al hotel Hilton se alza la torre del Hotel Shangri-La, torre construida en 2012 con 215 m de altura.
Giramos por Adelaide St, donde tenemos algunas reminiscencias de New York, tanto por edificios e iluminación, como por nombres, al fondo a la derecha el Trump International Hotel, frente a él la torre del Bay Adelaide Centre.
Ahora giramos por York St, y en su cruce con King St se alza el acristalado edificio Standard Life Centre.
El faro de la ciudad destaca con sus colores en la noche, la CN Tower, aunque todavía está semiescondida, con un color semiinfernal.
Estamos en una zona llena de obras y vallas, pasos cortados que nos hacen tener que ir dando rodeos, finalmente conseguimos pasar por debajo de las líneas de tren. Llegamos hasta Bremner Boulevard, donde asoman a la derecha las torres de viviendas en construcción de Ice 2, y a la izquierda las de Maple Leaf Square; en Toronto hay una fiebre constructora de rascacielos residenciales (una burbuja inmobiliaria a gran escala y altura aunque no creo que esta sea de las que explotan y rebotan).
Nuevos pasos cortados, un auténtico caos, tenemos que preguntar porque ya nos veíamos dando media vuelta, finalmente pasamos por debajo de la autovía Gardiner Expressway, poca gente en la calle lógicamente, y aunque uno no se siente inseguro desde luego tampoco completamente seguro, y conseguimos llegar a la Queens Quay West, donde nos encontramos con la escultura de Richard Deacon, Between the Eyes.
Hemos conseguido llegar al puerto de Toronto (Harbourfront), a orillas del lago Ontario, que antaño llegaba hasta Front St, pero le quitaron tres kilómetros para acomodar cocheras de trenes y almacenes. El puerto fue muy activo, con exportaciones e importaciones para la provincia, hasta la década de 1960, cuando descendió el comercio. En la década de 1980 el puerto renace gracias al desarrollo urbanístico, con grandes torres de apartamentos de lujo como estamos viendo, parques verdes, hoteles, restaurantes, lugares de diversión y un complejo cultural; pero viendo las obras todavía queda un trecho.
Desde el Harbourfront parten los ferrys hacia las islas de Toronto, islas que fueron un refugio de la ciudad, por lo que en ellas se construyeron residencias. En el pasado las islas eran una gran bandada de arena que se adentraba unos 9 km en el lago, pero el 13 de abril de 1858 una tormenta con vientos huracanados abrió el hueco que se conoce como Eastern Channel, y dio a la banda de arena la forma de una cadena de islas. Para esto hemos llegado a Harbourfront, para tomar el ferry.
Desde el Harbourfront parten los ferrys hacia las islas de Toronto, islas que fueron un refugio de la ciudad, por lo que en ellas se construyeron residencias. En el pasado las islas eran una gran bandada de arena que se adentraba unos 9 km en el lago, pero el 13 de abril de 1858 una tormenta con vientos huracanados abrió el hueco que se conoce como Eastern Channel, y dio a la banda de arena la forma de una cadena de islas. Para esto hemos llegado a Harbourfront, para tomar el ferry.
La idea original era haber llegado antes del atardecer, porque las islas están conectadas por puentes y pasarelas y seguro que merece la pena dar un paseo a pie (que se puede hacer en bicicleta) disfrutando de las vistas de la ciudad, vistas con las que nos conformamos y asombramos en la noche. El ferry hace varias paradas y con el mismo billete se puede tomar el de vuelta en cualquiera de las islas –lo único que hay que hacer es mirar el horario-.
El skyline es una auténtica explosión de luz, bien bonito, y no quiero hacer comparaciones con New York, cada una a su estilo (aunque el puente de Brooklyn es un aliciente más). Por supuesto, la estrella es la CN Tower.
Y preciosa es la combinación de la torre con el Rogers Centre, que desde esta posición no parece un edificio sino un gran arco.
No hay duda que lo mejor hubiera sido llegar por la tarde y disfrutar del atardecer en las islas, para luego haber contemplado las luces de la ciudad, pero por lo menos tenemos en nuestras retinas y cámaras el skyline de la ciudad, una foto clásica de Toronto.
Desde la terminal de ferry subimos por Bay St, y aunque no nos fijamos con atención en el edificio del Air Canada Centre, un pabellón multifuncional que fue inaugurado en 1999, si lo hacemos en una de sus puertas de entrada, atraídos por los escudos de los equipos que juegan en él: los Toronto Maple Leafs de la NHL (Liga de Hockey Nacional), los Toronto Raptors de la NBA, los Marlies de Toronto (equipo de Hockey de la AHL -Liga Americana de Hockey, la segunda liga-) y el Toronto FC de la MLS (Major League Soccer). En el estadio también se celebran actuaciones musicales.
Desde la terminal de ferry subimos por Bay St, y aunque no nos fijamos con atención en el edificio del Air Canada Centre, un pabellón multifuncional que fue inaugurado en 1999, si lo hacemos en una de sus puertas de entrada, atraídos por los escudos de los equipos que juegan en él: los Toronto Maple Leafs de la NHL (Liga de Hockey Nacional), los Toronto Raptors de la NBA, los Marlies de Toronto (equipo de Hockey de la AHL -Liga Americana de Hockey, la segunda liga-) y el Toronto FC de la MLS (Major League Soccer). En el estadio también se celebran actuaciones musicales.
Por Bay St a pesar de las obras se podía andar sin necesidad de rodeos como nos ha pasado por York St, y la ciudad nos sigue deslumbrando en sus edificios iluminados. A la derecha Brookfield Place, al fondo la torre Commerce Court West.
Aparte de disfrutar de la arquitectura vamos mirando posibles alternativas para cenar, y en ello nos encontramos con gran parte del grupo, que se había reunido en un lugar recomendado por Ángel, pero que no termina de convencernos, situado en el complejo de edificios de Brookfield Place, que aprovechamos para visitar y al que volveremos con luz de día para tener ambas visiones.
Como buen matrimonio bien avenido, no nos ponemos de acuerdo, lo que a él le parece gustar, a ella no le convence, y viceversa (demasiado étnico, demasiado elegante, demasiado popular, demasiada langosta…la salsa de la pareja), y eso que callejeamos un rato con locales señalados en el mapa. Salimos al cruce de Richmond St con Bay St, desde el que se divisa el Old City Hall, y nos vamos a cenar al hotel, sin complicaciones y cómodos.
Situación del puerto y las islas:
No hay comentarios:
Publicar un comentario