El arte constructivo
Desde Parliament Hill vamos en el autobús del tour hasta el Musée Canadien de l'Historie, situado en Gatineau, provincia de Québec, por lo que es más apropiado su nombre en francés. Directamente entramos al vestíbulo, aunque la intención no es visitar el museo, y desde aquí obtenemos una panorámica maravillosa del Grand Hall, un espacio ovalado acristalado, lo que le da una generosa luminosidad y con altas columnas, muy amplio y realmente precioso.
La forma de este hall se asemeja a la de las canoas indígenas, la rabaska en la que remamos en el lago Côme y es que en el hall se contempla el arte y la cultura de los pueblos indígenas de la costa noroeste canadiense, con un maravilloso bosque de tótems, al que no accedemos, podríamos hacerlo si en este momento nos separamos del grupo y emprendemos la visita del museo y la ciudad por nuestra cuenta, pero tras una valoración consensuada decidimos no hacerlo, si entramos nos perderemos por sus salas y no tendremos tiempo de conocer un poco la ciudad en el poco tiempo que tenemos disponible. Este hall es una maravillosa declaración de intenciones, y una oferta muy atractiva para visitar el museo.
Salimos al exterior del museo, para contemplar por un lado, la arquitectura de los dos edificios que componen el museo, que es un modo de conocer la historia topográfica de Canadá, ya que se trata de una representación arquitectónica del país cuando los humanos llegaron hace más de 15.000 años, en la época que los glaciares comenzaron su retraso (de ahí la existencia de las terrazas por las que desciende el agua y el pequeño estanque). Fue diseñado por el arquitecto métis Douglas Cardinal, siendo inaugurado el museo en 1989. La visión más completa de los edificios se obtiene desde Parliament Hill.
El edificio que aloja la exposición, donde se sitúa el Grand Hall, es una representación del derretimiento de un glaciar. En su interior también aloja el Children’s Museum, un cine IMAX y un teatro.
Junto al edificio de las exposiciones se encuentra el destinado a la administración, conservación y almacenes, con unas terrazas serpenteantes, que simbolizan los afloramientos rocosos de la prehistoria que fueron modelados por la acción del viento, la lluvia y el hielo, el famoso escudo canadiense; a mí me viene a la memoria la obra de Gaudí en las curvas, como las de la preciosa Casa Milà en Barcelona. Además parece ser que la ausencia de esquinas se debe a la creencia algonquina que sin ellas se aleja a los malos espíritus.
Entre ambos edificios hay una gran terraza en la que en 1995 se instaló un jardín zen, que nos trae memorables recuerdos de Kyoto, como los jardines que por ejemplo vimos en el templo de Daituki-ji, pero que por supuesto no fueron los únicos. Fue diseñado por el paisajista y monje budista zen, Shunmyo Toshiaki Masuno. Sin comprender los jardines zen tal y como son concebidos (mi cerebro no da para tanto), lo que siempre producen es paz y tranquilidad, a pesar del tumulto de gente.
En una amplia terraza mirador están colocados unos paneles con los escudos y las banderas de las provincias y territorios que forman Canadá (me salté la provincia de Ontario), así como sus lemas, flores y pájaros simbólicos entre otros símbolos.
Desde aquí también se obtienen unas fantásticas vistas de la ribera del río Ottawa, las contrarias a las que teníamos desde Parliament Hill.
Pont AlexandraPont Alexandra, National Gallery of Canada, las torres de la Cathédrale Notre Dame, y la figura de Samuel de Champlain en el Nepean Point.
Château Laurier, Parliament Hill, destacando la Peace Tower del Centre Block, y por supuesto, la bonita Library of Parliament.
Tras esto emprendemos el camino hacia el hotel, todavía cargamos las maletas en el autobús, pasando lo más cerca que haremos de la estatua de Samuel de Champlain.
También pasamos junto a las cúpulas de vidrio de la National Gallery of Canada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario