Las
huellas alemanas
Desde Frutillar volvemos a Puerto Varas, pero ahora lo hacemos por la carretera
Panamericana que es más rápida, ya que el viaje de ida lo hicimos por las
carreteras locales, con mejores paisajes y vistas. Llegamos a Puerto Varas,
pasando por la puerta de la iglesia del Sagrado Corazón, cuyas puertas están
cerradas, con lo que no le pedimos a Apolo que nos deje allí, que era mi
intención inicial, aunque las ideas hay que realizarlas cuando se piensan, y al
comenzar el viaje esta mañana hacia el oeste del lago Llanquihue pasamos por la iglesia y sus puertas
estaban abiertas, pero pensé que mejor salir e intentarlo a la vuelta. Desde el hotel, o desde la calle Santa Rosa hemos tenido buenas vistas de la iglesia, diurnas y nocturnas.
Entramos al hotel lo
justo para un pequeño arreglo y salimos rápido, no vaya a ser que nos dé un
bajón y no seamos capaces de levantar nuestros cuerpos del sofá, o lo que es
peor, de la cama. Por la calle Imperial salimos hasta la esquina de la iglesia,
y desde allí tomamos la calle Verbo Divino para terminar saliendo a la calle Purísima y
a la calle San Ignacio. Por la primera anduvimos ayer buscando un restaurante
que estaba cerrado, así que por lo menos vamos un poco a tiro disparado.
Las casas tienen la
típica fachada de tejuelas de madera, algunas se han reconvertido en
alojamientos, tiendas, fruterías…
Estamos siguiendo el
llamado paseo patrimonial (mirar mapa), que
incluye casas declaradas monumento nacional en 1992. El mapa del paseo lo compramos
el primer día en la oficina de turismo junto al lago Llanquihue, pero
lo estamos haciendo a nuestro modo, porque si bien seguimos más o menos el
orden del mapa del folleto, lo estamos haciendo en sentido contrario a las
losas con flechas que encontramos en el suelo, por lo menos las encontramos en
una parte del camino que seguimos, porque en otra se pierden definitivamente.
En la calle San
Ignacio, la casa Yunge, en buen
estado de conservación, con el típico arco de madera en su fachada, como los
hemos visto en Frutillar. Fue construida en 1932. Lástima de poste frente a la fachada principal, que no es nada bueno para las fotos.
Con un poco de jaleo
por las calles, el mapa lo veíamos bastante mal, letras pequeñas y poca luz,
llegamos hasta la calle San Javier, donde se encuentra la casa Gotschlich, que está siendo restaurada. Su construcción está
datada entre 1905 y 1910.
Hacia el norte de la
ciudad, en la calle Quintanilla, se encuentra la casa Maldonado, que nos recuerda más a un salón del Oeste
americano o de nuevo a un caserón del terror (¿aquí vive Norman Bates y su madre?), y que es la única en la que vemos luz, lo que indica que está
habitada. Fue construida en 1915.
Las calles por las
que estamos paseando están casi sin paseantes ni habitantes, está comenzando a
anochecer y en muchas de las casas no se ven ni luces ni actividad, pero aún
así, habiendo llegado hasta aquí decidimos seguir (sobre todo yo, que soy más bien "pesadita").
En la calle Nuestra
Señora del Carmen se localiza la casona
alemana, muy sencilla, sobre todo en relación con las que hemos visto hasta
ahora. Nos recuerda más al edificio de una estación de tren de algún pueblo.
Frente a ella, en la
esquina de las calles Nuestra Señora del Carmen y Miraflores, la casa Juptner. Fue construida en 1910.
En este momento de
semi-oscuridad ya que las luces de las farolas iluminaban más bien poco, podíamos haber bajado hacia la costanera por la calle Walker
Martínez, pero como solo nos quedaba una casa por descubrir, decidimos (más
bien decido) seguir, nos guiamos por las líneas del ferrocarril, sabemos que
vamos bien.
Primero salimos a la
calle Decker, donde también hay construcciones típicas pero no han sido declaradas monumento
nacional, pero la calle es bastante desangelada, aunque se ven edificios de
nueva construcción, apartamentos y pisos, de cuatro alturas como máximo, con lo
que esta zona poco a poco tendrá un nuevo desarrollo, y una mejora de sus
aceras e iluminación. Creo que se trata de la casa
Angulo.
Para buscar la casa
que nos falta giramos por la calle Estación y tomamos la calle Klenner, donde
se encuentra la casa Kuschel, la más
coqueta de todas. Fue construida entre 1915 y 1917. Actualmente alberga las
oficinas del Parque Pumalin, un bosque templado húmedo de la Región de Los
Lagos.
Al final de la calle
Klenner se encuentra el acceso al cerro
Phillipi, desde el que se obtienen amplias vistas del lago Llanquihue, pero
como ya es de noche no pasamos, las vistas hubieran sido buenas pero
incompletas. Además entraban coches al parque, pero dada la hora no sería por las vistas, más bien el lugar pudiera ser usado por lo que llamamos "picadero", o sea, un "rincón del amor".
De las casas
incluidas en esta ruta de patrimonio nos han faltado la Casa Opitz (que no la
teníamos registrada allí y la he encontrado completando la información de esta entrada, y por la que seguro que pasamos al lado, pero no nos llamó la
atención como sí lo hizo la supuesta casa Angulo); la Casa Raddatz; y la
iglesia luterana (estas dos últimas las vimos desde la minivan camino a los
saltos del Petrohue pero no pudieron ser capturadas con claridad en la
cámara fotográfica.
Bajamos a la
costanera y emprendemos el camino hacia el hotel, aunque el día ha sido
tranquilo decidimos que cenaremos aquí, ya que tenemos que volver a colocar la
ropa en las maletas, cuanto más colocado esté todo más fácil de encontrar, que
ya van quedando pocos días de viaje, y lo usado es mayor que lo no utilizado, además ahora hay que dejar a mano la ropa para soportar más frío, ropa térmica, que no sabemos el tiempo que nos espera, aunque es de suponer que no será muy bueno.
Como la comida ha
sido copiosa en el restaurante Gutten Apettit de Frutillar, la cena fue ligera,
dos ensaladas, aunque yo me pedí un caldillo de mariscos, una gran equivocación
por mi parte, tanto por no preguntar para asegurarme como por haber tenido una
confusión mental, creí que los choritos, parte fundamental del caldillo, eran
almejas, que me gustan, y realmente son mejillones, que no me gustan, con lo
que el caldo estaba infestado de estos bivalvos; eso sí, el caldo muy rico de sabor. No
hay fotografías porque bajamos en completo plan de relax y se nos olvidó cogerla.
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