La
tierra de la lluvia
La Patagonia chilena
en su acepción más extensa ocupa los territorios comprendidos desde el río Bío
Bío hasta Tierra del Fuego, incluyendo el archipiélago de Chiloé. En su parte
norte, estaba dividida en las regiones administrativas IX (Araucanía) y X (Los Lagos) - mirar mapa de localización-.
En 2007, la región de Los Lagos se subdividió con la creación de la XIV región
chilena, la de Los Ríos, con Valdivia como capital.
La región de Los
Lagos, capital Puerto Montt, hace referencia a la sucesión de lagos que la
ocupan, con frondosos bosques, volcanes humeantes, manantiales termales y
turbulentos ríos y cascadas. Su clima es húmedo y lluvioso, muy lluvioso durante todo el año, tanto que aunque las lluvias son menores durante el verano (nosotros estamos visitando la región en invierno) no se puede hablar de una estación seca... veremos que suerte nos espera.
En Chile hay 2.085
volcanes, 55 de los cuales se consideran activos, formando parte del cinturón
de fuego del Pacífico; y en esta zona se encuentran algunos de los que
recientemente han erupcionado y causado desastres humanos y naturales. Los
volcanes de Chile son doblemente peligrosos, ya que al entrar en erupción las
nieves perpetuas se derriten, lo que ocasiona devastadores aludes de barro y rocas;
la lava avanza mucho más despacio, pero abrasa todo lo que encuentra a su paso. El hombre propone y la naturaleza dispone.
Los lagos son de
origen glaciar, cuyas cuencas fueron excavadas por el avance del hielo y
posteriormente se llenaron con el agua derretida de los glaciares.
En época precolombina
la región de Los Lagos estaba habitada por los mapuche. Los españoles llegaron
en 1552, avanzando desde Santiago motivados por los rumores sobre sus riquezas.
Establecieron las ciudades de Valdivia, Osorno y Villarrica, sin embargo, gran
parte de la zona se mantuvo como bastión mapuche hasta la independencia de Chile, cuando el país emprendió las Guerras Araucanas para
acabar con la resistencia indígena.
Los intentos de
conquista españoles concluyeron en 1641, con el Acuerdo de Quilín, donde se
reconocía la soberanía mapuche sobre su territorio; este acuerdo fue ratificado
en 28 tratados posteriores, el último en 1803.
A comienzos del siglo
XVII se fijó la frontera entre la colonia española y los territorios indígenas
en el río Bío Bío, cuya desembocadura se encuentra en lo que hoy es la ciudad
de Concepción; pero ambos bandos violaban la tregua con incursiones periódicas.
Los españoles buscaban apresar nativos mapuche para venderlos como esclavos, y los
mapuche robaban ganado y otros bienes. Las conferencias de paz solían concluir
con grandes festejos donde abundaba la comida y la bebida, y en la que se
comprometían a reconciliarse, pero esta supuesta reconciliación duraba muy
poco, uno u otro banda volvía a las hostilidades.
Finalmente, el
comercio logró apaciguar los ánimos, se comenzó a traficar con ganado, paños de
lana, cuchillos, armas de fuego y licores, y con ello se reducían los
enfrentamientos violentos, que se seguían produciendo, al tiempo que aumentaba
la población mestiza. (Lo que el dinero
no pueda…)
A finales del siglo
XIX, con Chile ya independiente, los ejércitos chileno y argentino masacraron a
más de 100.000 mapuche. Además, la población nativa, espantada por las
actividades de los volcanes Osorno y Calbuco, que fueron frecuentes entre 1730
y 1830, la última descrita por Charles Darwin, huyó a la costa.
En 1845 el gobierno
chileno aprobó una ley de inmigración para hacer frente al control mapuche en
la región. Unas 150 familias católicas alemanas aceptaron la invitación del
gobierno para poblar la zona; entre 1846 y 1875 llegaron un total de 66 barcos
a Valdivia desde Hamburgo.
Vicente Pérez
Rosales, el promotor de la colonización del sur de Chile, fundó formalmente la
ciudad de Puerto Montt, organizando una solemne ceremonia con un grupo de
alemanes recién llegados, que por supuesto no se enteraron de nada ya que no
comprendían el español.
Los primeros colonos
llegaron en 1852 desde Osorno y ocuparon el trecho desde lo que hoy es Puerto Octay hasta playa Maitén, en los alrededores del lago Llanquihue. Poco después llegó otro grupo desde Puerto Montt y se
establecieron entre Puerto Varas y Frutillar. Hacia 1875 se instalaron al este
colonos austriacos de Braunau (pueblo donde nació Hitler).
Las familias alemanas
que llegaron eran principalmente artesanos (herreros, carpinteros, curtidores,
fabricantes de cerveza, relojeros, cerrajeros, sastres, etc. Para aprender más sobre esta colonización alemana es interesante visitar el Museo Histórico Colonial Alemán de Frutillar.
Las comunicaciones
entre las poblaciones se realizaban por vía lacustre, y Pérez Rosales ordenó
construir una balandra que hacía un recorrido semanal por el lago llevando
provisiones.
Entre 1885 y 1910 llegó
una afluencia de alemanes mayor; y con ellos llegaron los avances tecnológicos,
las industrias y el comercio a la región. Además influyeron en la arquitectura,
el arte y la gastronomía.
Poco a poco algunos
chilenos se sintieron atraídos por estas nuevas tierras, ya que buscaban un
modo de ganarse la vida. Los extranjeros eran la clase dominante, dirigían el
crecimiento económico y daban trabajo a los chilenos y mestizos.
Hablar de Los Lagos
es hablar de los mapuche, el grupo indígena más numeroso de Chile; maipu significa de la tierra y che pueblo. Los mapuche son el único
pueblo indígena que ha visto reconocido legalmente su soberanía e
independencia, tras años de lucha reivindicativa. Los españoles les dieron el
nombre de araucanos, del quechua awqa,
“rebelde”, nombre que ellos rechazan porque se lo dieron los invasores, los huincas. Ni los incas ni los españoles
lograron someterlos a pesar de que su sociedad no tenía una organización
política estructurada; aunque finalmente fueron los propios chilenos los que
consiguieron arrinconarles y segregarles, aparte de despojarles de sus tierras.
Es difícil concretar
sus orígenes porque los mapuche no tienen escritura, y solo se sabe de ellos
por sus cronistas, destacando, irónicamente, un poeta español, Alonso de
Ercilla, que cantó su valentía en La
Araucana. Hay investigadores que piensan que descienden de los guaraníes de
las selvas amazónicas, y que llegaron a Chile por la pampa argentina en el
siglo XII.
De 1965 a 1973 las
reformas agrarias emprendidas por el gobierno mejoraron la situación de los
mapuche, pero el golpe militar de 1973 dio marcha atrás a muchas de
estas mejoras.
Hoy día, en las
reducciones (vocablo chileno para las reservas) viven unos 220.000 mapuche,
donde mantienen viva y en uso su lengua. Muchos han tenido que emigrar a las
ciudades, en las que han ido perdiendo su identidad cultural en su búsqueda de
un trabajo y una mejor vida. Lo que es probable es que de los más de quince
millones de chilenos, excepto unos aproximadamente tres millones, todos tengan ascendientes
indígenas.
De los 30 millones de
hectáreas que poseían, sólo les quedan 250.000 (y luego solo mencionan el
expolio español, que lo fue, que no lo pongo en duda, pero no solo hay que
mirar hacia el exterior y "echarbalones fuera"). A los mapuche les queda un largo camino para llevar a
buen fin sus reivindicaciones, pero no parece que esto vaya a ser posible ni
fácil.
La leyenda de su
origen me recuerda en parte a la de los aborígenes de Australia. Su historia
comienza con dos serpientes, Cai Cai, que dominaba las aguas, y Tren Tren, que
dominaba el fuego. Un día, Cai Cai se enojó y a coletazos causó un diluvio que
inundó la región, por lo que los hombres invocaron la ayuda de Tren Tren, que
los montó en su lomo y los salvó. Pero llegó el día en que Tren Tren también se
enfadó y puso en erupción a los volcanes, por lo que los hombres tuvieron que
refugiarse en los bosques. Esta es la historia que se transmite de padres a
hijos mediante el Admapu, la base de
su cultura.
La organización
mapuche se basa en la familia y la naturaleza; su religión, en los antepasados
y en un espíritu superior, Ngenechen.
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