El té
de las 4.30 h
Una visita entre curiosa y expectante la tenemos
tras nuestra visita por Hallim Park y cuevas Hyeopjae y Ssangyong. Se trata del Museo del Té O’Sulloc (entrada gratuita).
En Jeju-do hay museos para todos los gustos y de todos los colores, algunos
realmente asombrosos en su temática, desde dinosaurios pasando por el chocolate, esculturas de sexo y muchos más. La única razón para visitar este y no otro, es que el té es un elemento casi diario en mi vida
cotidiana, con lo que me pareció un buen lugar al que ir.
Cuando buscaba información de este museo siempre me pregunté por quién sería este O’Sulloc, y resulta
que no es nadie, ningún escocés vino por estas tierras a establecer un museo.
La “o” significa apreciar y disfrutar, y “sulloc” es el té verde y o'sulloc también se
puede traducir como origen de sulloc, sólo sulloc o de (of) té sulloc.
AmorePacific es una empresa que en 1960 comenzaba a
ganar reputación como empresa de cosméticos, y su presidente, Sug Sung-hwan, se
preguntó ¿por qué la cultura coreana del té desaparece mientras en otros países
permanece?. Con la esperanza de revivir la cultura del té en el país comenzó el
negocio del té verde, cultivando en la isla de Jeju porque reunía las mejores
condiciones.
El museo abrió en septiembre de 2001 y es increíble
la cantidad de gente que lo visita, durante nuestra visita estaba lleno a rebosar, aunque tiene su razón de ser, no sólo por
lo que expone, que es interesante, juegos de té históricos y de diferentes
países como estáis viendo en las fotografías, sino también por las compras y las consumiciones que se pueden hacer.
El té se introdujo en Corea durante el periodo de
los Tres Reinos, utilizándose como una ofrenda a Buda y de uso exclusivo para la clase alta y noble. Con
la llegada de la dinastía Goryeo el budismo se convierte en la religión del
estado y la cultura del té comenzó a expandirse, disfrutando los ciudadanos en
las casas de té que se abrieron, fabricándose diversos recipientes para beber:
grandes cuencos, tazas de té con pedestales, vasos cilíndricos.
Los monjes
budistas bebían ceremoniosamente el té para cultivar sus mentes (cultivo por el
exterior, cultivo por el interior). Con la dinastía Joseon el té volvió a ser
un artículo de lujo al ser gravado con altos impuestos, accesible por lo tanto de nuevo
exclusivamente a la clase alta.
Tras el paseo por la historia del té y algo de su
proceso de fabricación se entra de lleno en el consumo del té, primero por la
fase de las compras, donde señoritas amable y rápidamente te captan para
este menester, pero como tenía decidido que compraríamos nos vino muy bien: nos
ofreció unas pequeñas tazas para degustar hallabong, té negro con mandarinas, con el que por supuesto
piqué y compré, además del típico té verde, aunque no en polvo como en
Japón, sino en hojas. También compré una bonita una taza de recuerdo, que además se añade a mi pequeña colección que es más simbólica que original o bonita. También hay
productos de perfumería realizados con té verde: gel, champú, crema hidratante,
jabones…un mundo extenso el del té.
Detrás de la sección de compras, como esto de
gastar dinero en compras da mucha sed, se encuentra la cafetería o tea house, con una cola tan grande que se me quitaron las ganas de
tomarme un rico helado de té verde, que descubrí en Japón y del que me hecho
adicta, y en España ya se encuentra fácilmente para mi fortuna y mi paladar.
Como no hacemos cola para beber o consumir subimos al observatorio que
hay en el museo sobre los campos de té que abarcan 52 hectáreas.
Se puede pasear por la plantación pero nosotros nos
conformamos con la vista desde la terraza; en este viaje he tenido que priorizar y seleccionar muy bien dónde consumía mis fuerzas, sobre todo por las tardes, en las que cada paso era un ¡ay! en mis sufridos y doloridos pies.
No, no es la visita de nuestra vida ni la más interesante en la isla, pero no me arrepiento en absoluto de haber pasado por este museo, y no sólo por las compras, que té y tazas se pueden comprar en Corea en multitud de lugares, sino porque sigues un poco la ruta de los turistas asiáticos y porque en el museo se pueden ver esas porcelanas antiguas que valen la pena.
Una entrada muy interesante, como siempre. A mí me gustaría mucho ver este museo del té, lo encuentro superinteresante.
ResponderEliminarSaludos,
Trini.
Gracias Trini. Como museo se queda un pelín corto, está más volcado al consumo del té en todos sus productos, pero si que resulta interesante a la par que curiosa esta visita.
ResponderEliminarSaludos!