Rituales para un retrato
Terminada la visita extra al Templo Songgwansa
volvemos a Jeonju para seguir con el tour programado. El coche nos deja al
lado de la puerta Pungnamun, la
única puerta que ha sobrevivido de las cuatro con las que contaba la ciudad, la puerta del sur y
que nos recuerda a las puertas de la fortaleza Hwaseong de Suwon.
La puerta fue construida en piedra y madera a
finales del siglo XIV como parte de la muralla que rodeaba la ciudad, siendo
dañada durante la invasión japonesa de 1592, reconstruyéndose en 1768 y
restaurándose en 1978.
Frente a la puerta, cruzando la calle, se alza la catedral de Jeondong (entrada
gratuita), diseñada por un obispo francés, Victor Louis Poisnel, bajo las
órdenes del misionero Xavier Baudounet,
también francés, en estilo románico-bizantino con ladrillo rojo, comenzando su
construcción en 1908 y terminándose en 1914. A pesar de haber visto muchas iglesias en Seúl y en el camino en coche desde la capital hasta aquí, impresiona encontrarse con Europa clásica en Corea.
En la fachada principal hay tres torres, alojando la central las campanas.
El interior tiene tres naves y una gran luminosidad
gracias a las vidrieras, a pesar de la tarde algo gris y muy bochornosa que
estamos padeciendo después del sol abrasador de todo el día.
La catedral fue construida sobre el lugar donde
algunos católicos habían sido martirizados durante la dinastía Joseon, entre
1781 y 1801, encontrándose ellos los primeros mártires católicos asesinados. En el
recinto exterior de la catedral hay una estatua homenaje a estos mártires.
Al encontrarse la catedral entre la puerta
Pungnamun y el complejo del Gyeonggijeon se ha convertido en un símbolo de la
convivencia entre la cultura tradicional coreana y la cultura occidental.
Enfrente de la catedral se alza
el complejo del Gyeonggjijeon
(entrada gratuita según la web visitkorea, aunque tengo dudas porque Sonia se acercó a la taquilla que
hay en la entrada, y nosotros no miramos si había tarifa y pagaba). Fue construido en 1410 y se ha utilizado para la grabación de dramas coreanos para televisión por ser un buen decorado natural y real.
La puerta exterior está custodiada por dos guardias
vestidos con los trajes típicos coreanos, uno en mejor posición que otro, y es
que el cansancio y el aburrimiento en esta postura deben ser soberanos, tan soberanos como este
complejo real.
Gyeonggijeon se compone de varias partes. Un anexo
a la izquierda, donde se encuentran los edificios destinados a almacenes y
cuartos relacionados con los rituales confucianos que tenían lugar en la parte a
la derecha de este anexo. Muchos de los edificios se perdieron durante la
ocupación japonesa y se han ido reconstruyendo.
En la parte del anexo, nada más entrar a la izquierda se
encuentra Subokcheong, edificio
usado por los empleados de bajo rango que supervisaban el ritual y la ceremonia
que se celebra en el Gyeonggijeon. Tiene el aspecto de una casa residencial,
y en ella se alojaban los ayudantes durante los periodos necesarios para la
celebración de las ceremonias; según los registros de los anales de la dinastía
Joseon un sirviente y dieciocho plebeyos. Como mínimo siempre lo habitaban una
pareja de empleados.
Frente a él se alza Gyeongdeokheon, la sede oficial de los guardias reales.
Detrás una pequeña muralla en la que se abren dos puertas, una con
tejado en el centro y otra un simple hueco en la pared a la derecha, que dan paso a otro patio, donde a la
izquierda se encuentra Macheong, un
establo que proveía de transporte a los participantes de las ceremonias y
alojaba a los caballos de los oficiales que viajaban desde la capital para
observar que los ritos fueran realizados.
En este segundo patio, dejando atrás a la izquierda el edificio del establo, hay dos filas de edificios. En el lateral izquierdo se encuentran: Seojae,
lugar donde los oficiales que participaban en los servicios memoriales ancestrales
realizaban ceremonias de purificación de cuerpo y mente para recibir a los
espíritus antes de dar comienzo a estas ceremonias rituales, y por detrás de él, Jegigo,
lugar donde se guardaban las vasijas y accesorios necesarios para las ceremonias,
siendo las primeras consideradas sagradas, con lo que en este edificio se preservaba la pureza y la limpieza, por lo que tenía un suelo elevado de
madera que reducía la humedad ambiental, lo que le proporcionaba las
condiciones adecuadas para su almacenaje durante largo tiempo y evitaba
posibles daños.
En el lateral derecho, en primer lugar se
encuentra Dongjae, un edificio con
la misma finalidad de purificación de cuerpo y mente que Seojae.
Tras Dongjae se halla la curiosa estructura
semi-elíptica del Eojeong, el pozo
del rey, de donde bebía agua y de donde se sacaba agua para elaborar su comida.
Para mantener su sacralidad y limpieza está rodeado por un muro y cerrado por
una puerta.
Un último muro con una puerta separa este segundo
patio del tercero, donde a la izquierda se alza Yongsil, un molino donde se preparaban las ofrendas rituales y por
lo tanto era considerado un lugar sagrado. Normalmente este edificio se
localizaba cerca de otro destinado a oficina de rituales, ya que cualquier otro
tipo de edificio se consideraba impuro.
A la derecha en este patio de nuevo dos edificios, el primero, Jeonsacheong, donde el Jeonsagwan (el
oficial encargado de supervisar todos los artículos y elementos para los
rituales así como de las tablas funerarias de todo el país) se preparaba para
estos servicios.
Detrás se encuentra el edificio Jobyeongcheong, la pastelería (aquí ya nos gusta más esto de los rituales) donde se preparaban los dulces y
luego se almacenaban: pasteles de arroz, yumilgwa
(galletas fritas y recubiertas de miel), dasik
(galletas de pasta de harina de trigo y miel) y otros; todo ello en una
colocación de acuerdo a la chansildo, que regulaba estos actos.
Salimos del complejo del anexo y entramos en la parte situada a su derecha, volviendo a la madera pintada en color burdeos de los edificios, dejando la madera
natural para la parte más mundana y menos real o divina.
Este complejo, y la parte del anexo como lugar de preparación, se construyó para conservar y venerar
el retrato del rey Taejo, el fundador de la dinastía Joseon.
Para no condensar demasiado esta entrada terminamos la visita del complejo Gyeonggijeon en la siguiente, con los edificios destinados a exposiciones.
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