Una ola acristalada
Nuestra visita por la zona del COEX y el Templo Bongeunsa nos ha dejado
exhaustos por el calor y nos ha llevado más tiempo del programado, con lo que
decidimos no caminar más por el distrito de Gangnam aunque había algunos
lugares a priori interesantes para conocer.
Decidimos dirigirnos hacia el metro, en esta ocasión para tomarlo y no para
cruzar las calles. Sabemos nuestra estación de destino y el transbordo a
realizar, así que nos enfrentamos a la máquina expendedora de billetes, lo
vamos haciendo todo muy lentamente para ir seguro, pero la cosa es muy fácil:
seleccionas idioma inglés, estación destino, número de billetes y ¡voilà!, allí
salen dos billetes tamaño tarjeta de presentación en colores fosforescentes. En
este devenir lento por seguridad un buen coreano con chaleco amarillo, que hacía intuir
era trabajador del metro para estos menesteres humanitarios, se nos acercó y con
señales nos ayudó a terminar de sacar los billetes y luego nos dirigió a los
tornos de entrada, y todo ello sin mediar palabra, hasta que nos salió de
nuestras gargantas un gamsahamnida
(gracias en coreano- recordar la g se pronuncia como k-).
En principio todo parecía fácil, en el vagón del metro unas pantallas de
vídeo anuncian las paradas siguientes en coreano y en inglés, además señalan la
puerta por la que salir, ya que puede ser por la derecha o por la izquierda.
Vamos en la línea 2 y en principio parecía línea directa a City Hall, que es la
estación destino, pero en la estación Seongsu la línea se bifurca, con lo que
un amable viajero nos dice en perfecto coreano y con gestos que tenemos
que bajar, cosa que hacemos sin dudar, más cuando vimos que todo el mundo se
bajaba.
Nos pregunta dónde vamos y le decimos City Hall, nos entiende y nos dice
que esperemos en el mismo andén en el que nos hemos bajado pero en la vía de
enfrente. Sin problemas, llega el metro, subimos y aparecemos en la estación
deseada. Este transbordo de andén ha sido uno de esos pequeños problemas que
mejor encontrarse cuanto antes, aunque luego tuvimos algún problema pero fue
más por nuestro despiste de no mirar bien que por el hecho de que no estuvieran
los transbordos bien señalizados.
Los andenes tienen puerta de seguridad, de modo que no es posible
suicidarse, y supongo que este es el motivo práctico y duro de que existan.
Un apunte práctico para el metro: en el exterior de los vagones, sobre las puertas,
hay un letrero luminoso que anuncia en coreano y en inglés la dirección y la
parada siguiente, con ello no es posible tener equivocaciones, a no ser que no
se lean claro.
Dos apuntes prácticos más a tener en cuenta: si al sacar el billete nos
hemos confundido de estación o hemos cambiado nuestro destino y los tornos no
nos dejan salir hay unas máquinas de ajuste de precio, de modo que siempre es
posible salir sin problemas. El último, es que las tarjetas de metro tienen
incluido en el precio un depósito de 500W, con lo que al salir hay que buscar
la máquina para devolver la tarjeta y recuperar estos wons, menos en este caso
que no los recuperamos para quedarnos con ellos. El precio normal de un billete
para circular por el centro es 1.750W, incluyendo el depósito.
Salimos a Seoul Plaza (estación City Hall), plaza
reinaugurada el 1 de mayo de 2004, donde tienen lugar eventos culturales. La
plaza es un lugar histórico, donde en 1919 el Movimiento Independiente y en
1987 el Movimiento Pro Democracia se concentraron; dos momentos importantes en
contextos históricos diferentes. Creo que la zona estaría dentro del distrito Jung-gu (mirar mapa).
En la plaza hay una concentración de jóvenes con camisetas verdes y de
cámaras de televisión (parece que éstas siempre están, a todas horas, porque por la
noche al volver al hotel siempre las veíamos) y sobre todo cae un sol de
justicia, nuestra memoria del calor y del sudor se deben borrar con el tiempo,
porque a pesar de los sufrimientos en Japón, Vietnam y Camboya no recordamos
ninguno sentir este sol abrasador sobre nuestras cabezas y cuerpos, esta
humedad rezumante que hace que se te pegue la ropa como una segunda piel.
En la plaza hay unos refrescantes juegos de agua a modo de fuente,
chorros de frescor y alegría para los niños y no tan niños, que aunque ahora no
parezcan ser utilizados ya veremos cómo en otro lugar son utilizados de forma
lúdica y placentera.
En la plaza se encuentran los dos edificios del Ayuntamiento. Por un lado, el edificio de estilo renacentista de
1928 construido durante la dominación japonesa, que no se quiere derribar pero
no se quiere seguir utilizando para este menester cívico y lo hará de una forma
cultural, y por detrás de él surge el impresionante nuevo edificio, cual ola
gigante que se fuera a tragar el antiguo, basado en la arquitectura tradicional
coreana y siguiendo principios medioambientales (ecofriendly). Nos gusta la conjunción de los dos edificios, y nos
gusta el simbolismo del futuro independiente coreano devorando el pasado
colonizador japonés, aunque parezca un tsunami y esta palabra produce demasiado
miedo.
Damos un salto temporal en nuestro paseo para dar continuidad a la zona, y terminada la visita del Palacio Deoksugung decidimos rematar esta zona,
por aquello de no mirar hacia atrás sino adelante, y caminamos por la calle que
se encuentra a la izquierda de la puerta de entrada del palacio, Deoksugung-gil. Es una calle empedrada
y arbolada (con el canto de las cigarras de compañía, más atronadoras que
nunca) que sigue la muralla del palacio y que dicen que es una de las más
bellas de Seúl, donde se puede sentir cómo era antes de la llegada de nuevas
construcciones, de rascacielos, edificios de oficinas, hoteles, de turistas…
No nos parece tan atractiva como nos parecerá otra al lado del palacio Gyeongbokgung, Samcheongdong-gil, sobre todo en sus accesos al Buckcon Hanok Village, pero aún así tiene
el encanto de ser tranquila a pesar de lo concurrida de transeúntes y de puestos de artistas callejeros que venden sus obras. En la calle van surgiendo esculturas, algunas
con mejor acierto o simpatía o colorido que otras, esto es a gusto del
que las ve.
No, esta última foto no está tomada de forma defectuosa, es la particular visión
de un artista de una familia tradicional coreana, que no sé el motivo de verla
chaparrita y regordeta como en el típico juego de espejos.
A finales del siglo XIX junto con los misioneros cristianos llegaron las
escuelas y las iglesias, así como delegaciones de las grandes potencias del
momento como Gran Bretaña, Francia, Alemania, Estados Unidos y Rusia, que se
instalaron alrededor del palacio Deoksugung. Muchas de estas construcciones han
desaparecido pero todavía se conservan algunas, como la First Methodist Church, construida en 1897.
Podríamos seguir callejeando por esta zona, nos hubiera gustado ver la
localización de la antigua embajada rusa, con la que se comunicaba el Palacio Deoksugung, pero a pesar de ir en sombra el calor era asfixiante, con lo que no
tenía mucho sentido deambular sin tener muy claro el destino final y si
tendríamos éxito, con lo que volvimos a la puerta de entrada al Palacio Deoksugung.
Al otro lado de Seoul Plaza, frente a la puerta del palacio, se levanta otra puerta
que conduce al altar Hwangudan, un
altar en un bello pabellón octogonal construido en 1897 como una ofrenda del
emperador (autoproclamado Gojong) al Dios de los Cielos. La fotografía desde arriba está tomada desde el Hotel Westin Chosun.
Nos gustan las figuras wenshou -animales zooformos adoptados de la arquitectura china- que adornan el tejado, algunas muy curiosas por su posición y gesto.
La mayor parte del lugar donde se situaba este pabellón fue destruida por los japoneses para la
construcción de un hotel, pero se conservaron algunas puertas, el altar y las
piedras de unos tambores, con unos magníficos dragones esculpidos en ellas.
Lo más significativo de la plaza y sus alrededores está contado, aunque falta la visita al Palacio Deoksugung como un primer acercamiento al mundo palaciego de Seúl.
Estoy de acuerdo contigo...el conjunto de los edificios del ayuntamiento de Seul son una pasada. La manera que tiene de "engullir" al viejo edificio es espectacular
ResponderEliminarTe aseguro Nacho que la fotografía no hace justicia a lo que el ojo capta allí, y es que el ojo humano tiene sensibilidad, percibe emociones y sentimientos, y esto la fotografía, por muy buena que sea, no lo hace.
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