Olor
a jara
Una escapada de ida y
vuelta, sinceramente puede resultar algo larga si no os gustan los viajes en coche, es
acercarse desde Madrid al Parque Nacional de Cabañeros, y es larga porque la
ruta que hicimos en total rondó los 550 km, aunque en ellos también están
incluidos los de despistes míos por no tomar la carretera adecuada en el
momento adecuado. Como en Semana Santa no tuvimos escapadas completas nos dedicamos a hacer "asuntos pendientes" y este parque nacional era uno de ellos, y sigue siéndolo porque nos hemos quedado con ganas de más.
Lo recomendable es ir al
parque a pasar un fin de semana (o más) para disfrutarlo de mejor modo y si se hace
una escapada de ida y vuelta por lo menos salir temprano para intentar hacer
alguna ruta corta de senderismo o sin necesidad de hacerla
completa por lo menos adentrarse un poco en el paque, cargados con mochila, avituallamiento y ganas.
De Madrid a Toledo, y aquí
cometo mi primera equivocación porque no tomamos la desviación que quería por
La Puebla de Montalbán, para pasar por unos lugares que hace veinte años nos gustaron y sorprendieron, y para no volver por nuestros pasos, continuamos por la
CM-42 hasta tomar la salida hacia Sonseca (algo rara, porque no hay camino
directo y hay que dar una vuelta), hasta por fin desde esta localidad (de recuerdo y sabor navideño por los mazapanes y marquesitas Delaviuda) tomar la
CM-410 hasta Cuerva, donde hacemos un desvío “de porque sí” por la CM-4021
hasta Las Ventas con Peña Aguilera, y allí un giro completo por la carretera
TO-7841-V para llegar hasta San Pablo de los Montes, situado a los pies de los Montes de Toledo, donde en las afueras se
encuentra un Observatorio Geofísico, con sus instalaciones cerradas (supongo
que no solo debido a que fuera Viernes Santo), y llegamos a él más que nada por
curiosidad, no por visitarle.
Salimos de San Pablo por la
carretera TO-7840-V que llega hasta Menasalbas y tomamos la carretera CM-401
hasta Navahermosa, donde en precaución, dada la hora tardía, compramos unos
bocadillos por si más adelante no encontrábamos ningún lugar donde comer o comprar comida y bebida.
Desde Navahermosa, antes de
dirigirnos al parque, tomamos el desvío que conduce al Castillo de Dos Hermanas, y no porque sepamos algo de él, no
sabemos ni su origen ni el estado en el que se encuentra, pero estamos
disfrutando de la zona, y un castillo es una buena excusa para tomar un desvío.
El castillo se construyó a
finales del siglo XII y principios del siglo XIII, siendo uno de los más antiguos
de la provincia de Toledo (¡vaya!, parece que hemos acertado). Cuenta una
leyenda que entre sus murallas se encuentran encantadas dos hermosas moras, que
la madrugada del día de San Juan pierden el encantamiento y bajan a lavarse al
arroyo, para regresar luego a sus muros.
Volvemos a Navahermosa y continuamos por la CM-401
para algo más adelante tomar el desvío por la CM-4157.
Carretera por la que ya nos
adentramos en el Parque Nacional de Cabañeros, haciendo primero un alto en el
Risco de las Paradas, un espolón de cuarcita en la Sierra Traviesa.
El Risco de las Paradas también es uno de
los puertos de los Montes de Toledo, con 1.129 m, y desde donde se obtienen
buenas vistas de la zona. He leído que éste es un buen lugar para ver los
ciervos, y escucharlos, por supuesto, durante la época de la berrea (no es un sonido agradable, nosotros coincidimos en Cuenca con el sonido y para conocerlo durante un rato corto es interesante, pero tienes que ser más un auténtico apasionado de los animales).
El tiempo amenaza lluvia,
durante todo el camino hemos ido viendo negras nubes en el horizonte y no es
que nos preocupe demasiado, pero nos fastidiaría bastante la escapada que de repente se nos pusiera a
llover, por fortuna sólo son algunas gotas.
Pasado el Risco de las
Paradas la carretera se adentra en el Parque
Nacional de Cabañeros, lo hacemos por su extremo situado más al norte.
Las tierras que conforman
Cabañeros estuvieron en manos de los acreedores de la ciudad de Toledo, que
mediante su aprovechamiento ganadero y forestal cobraban las deudas. En 1885 se
produce la desamortización de Madoz, con la puesta en venta de grandes fincas
que pasan principalmente a propietarios de Madrid, que las destinan a la
agricultura y a la caza, lo que en gran parte ha permitido el proceso de
conservación.
En 1982 se pretende
convertir Cabañeros en un campo de tiro y en 1988 la Junta de Comunidades de
Castilla La Mancha lo declara Parque Natural y finalmente Parque Nacional el 20 de noviembre de 1995. Ocupa una superficie de 40.856 Ha en las
provincias de Ciudad Real y Toledo.
El parque debe su nombre a
las chozas utilizadas tradicionalmente por los pastores y carboneros como
refugio temporal de sus labores en el campo, que tenían forma cónica y se
techaban con la vegetación del entorno.
Dentro del parque lo que más
nos llama la atención es la cantidad de cotos privados de caza que hay en su
interior, no en vano el reparto de la propiedad del parque es 55,19% pública y
44,81% privada.
Su paisaje está formado por
extensas rañas con ricos pastos estacionales, con sierras y macizos cubiertos
de bosque y matorral mediterráneo, donde viven gran variedad de aves y
mamíferos. Habitan más de 200 especies de aves, entre las que destacan el
águila y el buitre; y entre los mamíferos, el ciervo, el corzo, el jabalí.
Nosotros vimos unos ciervos
casi al lado de la carretera, pero en esta carretera no hay lugares para
aparcar, así que la foto fue tomada desde el coche y nos damos con un canto en
los dientes de que por lo menos uno haya salido, porque cuando notaron la presencia del coche se adentraron rápidamente en el parque.
Hay gran variedad de árboles
y arbustos, y la carretera por la que circulamos es sinuosa pero llena de
encanto, ofreciendo un paisaje precioso.
Pero el título de esta
entrada no tenía razón de ser sin ella, la gran protagonista a la vista y al
olfato, la jara, puesto que en los márgenes de la calzada hay una infinidad de
ellas…eso sí, si la encontráis ¡cuidado!, que es pegajosa.
Hacemos un alto en el camino
para disfrutar de nuestros estupendos bocadillos, que nos supieron a gloria
bendita con el hambre que llevábamos.
Salimos del parque
continuando por la CM-4157, la hora no nos da para dar muchos rodeos y mucho
menos para hacer alguna excursión, con lo que continuamos con el coche, tomando
primero una carretera de nombre en el mapa EX357 y luego CM-4106 que conduce
hasta Horcajo de los Montes.
Desde aquí por la CM-4017
volvemos a entrar en el parque nacional, por una zona menos agreste, más plana,
donde nos vamos encontrando grandes dehesas a derecha e izquierda.
Por esta carretera llegamos
a Retuerta del Bullaque, donde nos cortan el paso los Quintos del 2012, ¿pero
estos quintos quiénes son si ya no hay mili?, son unos jóvenes con ganas de marcha, que por unas
monedas te “obligan” a un trago de calimocho…no son tiempos de beber y
conducir, con lo que el conductor da un trago corto y la que escribe también,
pero por la calidad del calimocho principalmente, que los años de los quintos y los míos nos separan en gustos. Apuntamos en la memoria que si tenemos que volver no lo
haremos por aquí, aunque no estaría mal saber porqué se hacen llamar quintos, pero la conversación que tuvimos fue más derivada a "si bebes, no conduzcas"...a la salida nos reíamos porque solo faltaba a la salida de la población un control de alcoholemia (sin ningún riesgo de positividad por la ínfima cantidad ingerida).
Continuamos por la CM-4017
hasta su cruce con la CM-403, que tomamos en dirección Porzuna para llegar hasta
el Embalse de la Torre de Abraham.
Hay un mirador del embalse y
un panel con los diferentes pájaros que se pueden ver en la zona, con buena
vista, mejor con buenos prismáticos, y con paciencia.
El nombre del embalse se
debe a las ruinas de una torre que queda al lado de una de las esquinas del embalse,
de origen musulmán del siglo XII.
Las cigüeñas con sus nidos
no sólo hacen viviendas, hacen esculturas al natural, arte de vida.
Al salir de Madrid tenía más
o menos pensado cómo haríamos el viaje, la entrada y la salida. La entrada ya
la tuve que cambiar por despistada, pero la salida, programada hacia Los
Yébenes la cambié porque en la ida pasamos por una localidad que nos llamó la
atención, pero que no paramos porque no era nuestro destino y porque el pueblo
al completo acudía a la iglesia, que era el edificio que nos llamó la atención.
Damos media vuelta en la
CM-403 desde el embalse y pasando de nuevo por Las Ventas con Peña Aguilera
llegamos a la localidad toledana de Cuerva, donde nos sorprende el nombre de
una de sus calles (en realidad vimos tres, pero esta sinceramente nos extrañó
mucho porque creía que habían sido cambiadas todas en España, y no hago valoración ni política ni personal solo muestro la extrañeza que nos causó).
El edificio que hizo que volviéramos a pasar y a parar en Cuerva es la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, con una impresionante
fachada y una soberbia torre, todo el conjunto es llamativo.
Por supuesto no faltan los
nidos de cigüeñas, que con su gran peso siempre hacen peligrar las estructuras.
Yo entro a la iglesia, pero nuevamente hemos llegado en horario de misa, y de nuevo está todo el pueblo dentro, con lo que a pesar de llamar más de lo que me hubiera gustado la atención, salgo intentado hacer el menor ruido posible, pero lógicamente me pierdo los detalles de su interior.
Detalle de la puerta de la iglesia (recuerdos de mi infancia manchega).
En el mapa de Repsol no
figura ningún castillo en las cercanías de Cuerva, pero al buscar datos sobre
la población he encontrado que se encuentra el Castillo de Peñaflor, y a juzgar
por las fotos parece una visita interesante, aunque solo se conservan tres de
sus lados y está en avanzada ruina.
Nos volvemos hacia Madrid
pasando por Toledo y dejando pendiente muchos pueblos desconocidos o conocidos
que nos hubiera gustado volver a pasar pero no tenemos tiempo y las vacaciones aparte de para vacacionar son para descansar.
Después de un día de nubarrones
pero sin lluvia molesta (aunque necesaria) el arco iris nos sonríe.
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