3 de junio de 2011

España - Trujillo (Cáceres) (3)

La memoria del corazón

Desde la calle de las Palomas ya asoma nuestro principal destino en esta visita trujillana, la Iglesia de Santa María la Mayor, de alguna manera nuestra iglesia. En el parador preguntamos el horario de visita y nos dijeron que hasta las 20 h, pero al llegar allí a las 19.30 h nos cerraron la puerta porque esta era la última hora con el cambio de estación, así que les pedí por favor que nos dejaran entrar, contándoles la verdad, hace 20 años….y nos dejaron entrar pagando la entrada a precio de grupo, del grupo que estaba dentro. Gracias, quedarnos (sobre todo quedarme, que las mujeres somos más sentimentales y románticas)  sin entrar hubiera sido una lástima. 

Como estoy con temas personales, música, una canción, para esta visita, una canción de tuna que me cantaban de tú a tú, que no será la más bonita pero que arranca mi sonrisa y reverdece mis recuerdos. 



En el lugar donde se asienta la iglesia anteriormente existió una mezquita árabe, aunque este aspecto presenta dudas para algunos historiadores por su ubicación, demasiado visible. Cuando los cristianos reconquistaron la villa construyeron un templo sobre su antiguo solar, como era costumbre cristiana, y ponen la iglesia bajo la advocación de Santa María. Ya en el siglo XIV se celebraban concejos abiertos en el cementerio de Santa María.

En esta iglesia se celebraron solemnes funerales por Juan II de Aragón, padre del rey Católico, era el año 1479 y se encontraban los Reyes Católicos en Trujillo para terminar con el asedio del castillo y la guerra civil con la Beltraneja.

 
A finales del siglo pasado, para prevenir el cólera y la peste los edificios públicos se encalaban con cal y azufre, esta iglesia se enjalbegó y hace unos cuarenta años que se quitó la cal, por eso aparece la piedra tan limpia como recién trabajada. 

Tiene dos puertas de acceso, la que se abre a la plaza, y que está cerrada, se abre en ocasiones especiales...como la salida de unos novios ya marido y mujer como dicen los curas. 


La otra puerta está en el lateral de la derecha, mirando de frente, por la que la amable cuidadora del templo nos dejó entrar para nuestra fortuna.

 
La torre tardorrománica, la Torre Julia, es lo único que queda de la primitiva iglesia que tras la conquista de Trujillo se levantó en 1232. Esta torre se resintió ya en 1521, pero se acabó de caer en 1755 con el terremoto de Lisboa y ha sido restaurada en este siglo, en la década de los años 70. 

La torre consta de un primer cuerpo macizo y otros tres de sillería bien labradas con vanos de medio punto que a medida que ganan en altura va aumentando su número. Sus esquinas están achaflanadas y en ellas van adosadas unas columnillas, la cornisa está adornada de canecillos. 


La torre consta de un primer cuerpo macizo y otros tres de sillería bien labradas, articulados de vanos de medio punto que a medida que ganan en altura van complicándose en el número de huecos donde se alojaban las campanas. Sus esquinas están achaflanadas y en ellas van adosadas unas columnillas, la cornisa está adornada de canecillos. 

Tiene una anécdota, durante la restauración un cantero trujillano, Antonio Serdán, labró y colocó el escudo del Athletic de Bilbao, equipo del que era forofo; está colocado en el capitel de la columnilla que toca ya la cornisa, en el ángulo que da a la plazuela de los Moritos, pero no se puede ver a simple vista, desde abajo no se distingue, ya no por nuestra falta de vista, más bien por la altura. 




La iglesia es de tres naves, cubiertas con bóvedas de crucería. Cinco ventanas trilobuladas de tracería gótica iluminan el interior, las vidrieras son del siglo XX. 



En el Altar Mayor se juraban los cargos concejiles, entre los Altamirano, Bejarano y Añasco. El retablo mayor es obra de Fernando Gallego, del siglo XV, formado por tres cuerpos y siete calles de veinticinco tablas.


La iglesia estaba muy vinculada al Concejo, todavía se puede ver junto a los púlpitos del lado del Evangelio y de la Epístola los bancos corridos de piedra, muy cerca del altar, eran los asientos para el Corregidor, regidores y escribanos cuando asistían en cuerpo de Ciudad a los actos religiosos allí celebrados. Ahora los bancos corridos son utilizados para colocar a los testigos durante la celebración de los matrimonios (aunque sea a regañadientes, pero la parafernalia es lo que tiene). 

Una de las partes más bonitas es la del coro, con un rosetón por el que entra la luz. 

 
Hay pequeñas capillas de los nobles, de las familia de los Bejarano y los Altamirano. 


Un vídeo que he encontrado en youtube:

 
La sorpresa que en esta ocasión nos tiene la iglesia es que se puede subir a su torre, no a la del escudo, se sube a la que se encuentra a la izquierda de la entrada principal. Además la encargada de la entrada tiene el detalle de avisarnos, para que nos dé tiempo a subir. Suerte que no tocaron las campanas estando allí arriba. 


Disfrutemos de algunas de sus vistas:

Palacio Chaves Mendoza (Hospital de la Concepción) a la izquierda, y Alcázar de los Bejarano (al fondo). 


Castillo (ya llegaremos).


Torre Julia, Palacio de Luis Chaves el Viejo y Plaza Mayor. 


El Altamirano o Alcázar de los Altamirano (al frente en la foto, no hay más cercana porque no llegamos a verle, pasamos cerca pero nos lo saltamos) es un alcázar con dos torres, desmochadas, que pertenecían a la muralla, situado en el punto más elevado después del castillo, de ahí el nombre que le dieron de Alcazarejo (pequeño alcázar). Por su altura vigilaba los caminos y por su proximidad defendía la ronda de las Almenas y reforzaba la defensa de la puerta de San Andrés. Era un punto clave para la defensa de la población. Fue la casa-fuerte más importante de Trujillo en los siglos medievales y es el solar del linaje más privilegiado de la ciudad, los Altamirano. 


Ya que esta ha sido una visita personal y emotiva, una foto personal y un brindis muy especial, ¡¡POR TRUJILLO!!. 


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