Hoy nos trasladaremos a Tokio, pero será por la tarde, así que a primera hora por la mañana dejamos dos de nuestras maletas en la puerta de la habitación, estas irán por su cuenta, parece que hay cosas que no cambian se sea grupo o individual, y las otras dos viajarán con nosotros, así que las dejamos en la consigna del hotel durante toda la mañana. Y aquí estuvo divertida la cosa, porque no nos entendíamos con el señor de recepción, él pensaba que las que queríamos dejar eran las que tenían que viajar para Tokio, y hasta que conseguimos entendernos fue un sufrimiento para todos, que acabo en risas, porque el pobre ya buscaba el modo de enviarlas y nosotros luchando para que no lo hiciera.
En un taxi vamos al templo de Nishi Hongan-ji, templo del auténtico deseo del oeste. El templo es la sede de la esculea budista de Jodo Sinshu y es uno de los templos más importantes de Japón.
Está casi imposible de visitar porque lo están adecentando, muchos de sus edificios tapados por lonas y pasos cortados, aún así paseamos por él. Tengo la duda de si más que un lavado de cara es una restauración en toda regla porque muchas de sus construcciones del siglo XVII fueron pasto de las llamas.
La escuela Jodo Shinshu (Verdadera Escuela de la Tierra Pura) fue fundada en 1244 y no aboga por la comida vegetariana, el ascetismo ni el celibato sacerdotal. En lugar de eso, enseña que para alcanzar la iluminación basta con repetir la jaculatoria que exalta al Buda Amida: Namu Amida Butsu. Considerada una amenaza política la escuela fue perseguida, aunque su congregación era tan amplia que Toyotomi Hideyoshi comprendió que la unificación de Japón fracasaría sin ella, así que mandó edificar el Nishi Hongan-ji. Hoy la escuela cuenta con 12 millones de fieles en todo el mundo.
Caminando llegamos a su templo casi gemelo, Higashi Hongan-ji, el templo del oeste. Fue erigido por un abad disconforme que dejó la escuela Jodo Shinshu para fundar en 1602 otra rival aquí. Quemado en un incendio y reconstruido en 1895, el templo compite en tamaño con su antecesor.
De nuevo destaca su puerta, la Goeido-mon, una impresionante estructura de madera con gruesas columnas circulares con detalles labrados en metal.
En el lavadero de las purificaciones el típico dragón, que en esta ocasión es de un considerable tamaño.
Los edificios tienen corredores de madera en los que hay piezas antiguas, como una cuerda, kezuna, realizada con pelo de devotas (si, un asquito total), con una historia de su creación: se remonta a los inicios del proyecto de construcción del Goei-do (sala del fundador), ya que se presentaron graves problemas a causa de las vigas que debían utilizarse.; las cuerdas convencionales no eran suficientes para transportar las grandes vigas hasta el lugar de la construcción, lo cual causó grandes retrasos; cuando se supo de estas dificultades, por todo Japón mujeres devotas no dudaron en cortarse el cabello y hacer grandes cuerdas con él. Finalmente se construyeron cincuenta y tres cuerdas de estas. Gracias a las cuerdas de cabello humano se pudieron izar las gigantescas vigas y completar la construcción de las salas principales. La más larga de estas cuerdas medía 110 metros de largo, tenía una circunferencia de 40cm, y pesaba una tonelada.
La confusión del título es que gracias a tener que refrescar información para el blog he descubierto que tenía los templos confundidos, pensaba que habíamos visitado con mayor profundidad Nishi y no Higishi, aunque supuestamente es más importante el primero, precisamente por ser anterior, pero el segundo nos sorprendió gratamente. A no ser que siga sumida en la confusión y sea todo lo contrario pero creo que ahora he salido definitivamente de ella, pero Jordi Ferré me ha sido de gran utilidad.
No muy lejos se encuentra el jardín de Shosei-en, que pertenece al templo. Su diseño se atribuye al poeta y erudito Ishikawa Jozan (1583-1672) y al arquitecto paisajista Kobori Enshu (1579-1647).
Otro de esos oasis, tesoros escondidos, que tienen las ciudades japonesas, y que no está masificado por los turistas aunque es de gran belleza.
Con las entradas nos dan dos bonitos libretos con una mapa, los edificios y lugares, y con las estaciones en las que se abren las flores, lástima que son en japonés y no se entiende nada.
A estas alturas del viaje el paraguas sufre una rotura de varillas, pero aún así tendrá que aguantar maltrecho el día de hoy y el de mañana, aunque parezco una turista loca con él.
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