28 de marzo de 2011

Japón - Tokio - Templo Senso-ji (Asakusa)

En el corazón de la ciudad vieja

Después de la corta visita a los alrededores del Palacio Imperial volvemos al autobús, hay que cruzar la ciudad para ir al distrito de Asakusa y en algunos casos hay grandes atascos, con lo que se pierde mucho el tiempo con este transporte, pero un grupo grande en metro podría ser un desastre aunque la mejor opción. 

Asakusa había sido uno de los distritos más vivos de la ciudad, con su apertura al mundo occidental a partir de 1868. Aquí se abrieron los primeros cines, las primeras salas de baile y los primeros pubs, pero después de la Segunda Guerra Mundial perdió su carisma al desarrollarse otros distritos y partes de Tokio.

Próxima parada: el templo Senso-ji en Asakusa, al ser templo es budista. También se le conoce como Kannon-sama y lleva más de mil años en el mismo lugar. La leyenda cuenta que fue construido por dos pescadores en el siglo VII, después de pescar con sus redes una estatuilla de la diosa Kannon, el bodhisattva de la compasión, todos soñaron que la divinidad les pedía que construyesen un santuario. Ha sido reformado en varias ocasiones desde el siglo IX, llegando a su versión definitiva a principios del siglo XVII, que desgraciadamente fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial y el templo que hoy se ve data de 1958.

Se accede por la puerta Kaminarimon, la puerta del Trueno, con dos dioses custodiándola a cada lado, el dios del Trueno a la izquierda, Raijin, y el dios del Viento a la derecha, Fujin.



Sin lugar a dudas llama la atención su gran farol rojo, sobre el que los turistas nos detenemos para las fotos y para admirarle. 


Detrás de la cual se pasea por la sorprendente avenida Nakamise-dori, llena de puestos de souvernirs y de comida, como galletas. Los toldos se despliegan para que las compras puedan ser relajadas y nada asfixiantes por el calor. 


La avenida desemboca en una explanada pequeña al fondo de la cual se encuentra la puerta Hozomon o Puerta del Tesoro, lógicamente se utilizaba para guardar los tesoros del templo.


En la parte trasera de la puerta en lugar de guardianes hay unas enormes sandalias de paja, supuestamente las sandalias de Buda. 
 

A la izquierda de la puerta, según se entra, destaca la pagoda de cinco pisos.



Pasada la puerta Hozomon, otro pequeño pasillo con tenderetes donde colgar plegarias, comprar amuletos, tentar la suerte, y al final el templo Senso-ji.

Hacemos uno de esos gastos inútiles: un hexaedro de madera contiene palitos con números  grabados (en japonés por supuesto), que se sacude y sale uno de ellos por el agujero, ese número conduce a unas cajitas donde coger un papelito con la suerte. No la tuve mala, así que no fue tan inútil, y es que no hay nada mejor que creer o no creer.




Aquí conocemos un nuevo ritual (anda y que no hemos aprendido a hacer ritualesde todo tipo), al que me aficioné con gran alegría y devoción: hay unos grandes incensarios (a veces son pequeños, pero las menos) donde por una cantidad de dinero se deja prendido el palito, pero sin necesidad de pagar nada se tiene acceso al humo que desprenden, con las manos nos lo echamos por encima y sobre todo por nuestras partes más débiles, es el modo de alejar las desgracias y las enfermedades. 



Yo entro al templo sola, mi primera vez quitándome las playeras, que como iba preparada me las lleve de las que se abrochan con velcro para que fuera todo más rápido y fácil. A la salida leí el cártel que no se podía entrar si no era para rezar, pero no lo hice de mala fe, es más, antes de entrar había un señor y yo le miré con cara de interrogatorio, dudé en si entrar o no, y como no me dijo nada y vi a otros visitantes pues lo hice. Normalmente somos turistas obedientes, si no puede entrar, no se entra; si no se puede fotografiar no se fotografia...tanto si nos parece absurdo o no, pero cada uno en su casa tiene el derecho de poner las normas. 



Recorrimos un poco los alrededores, la parte trasera del templo, varios edificios más que lo componen y un jardín tranquilo, pequeño y coqueto con esculturas; pero este no es el jardín Dembo-in, al que se puede entrar previo pago. 



Descubrimos el símbolo que adoptó posteriormente el nazismo, la esvástica, pero que para el budismo está relacionado con el origen del mundo y sus cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. A raíz de este dato indagué sobre su origen, y esta cruz proviene del hinduismo.

 
En la zona de este templo nos queda pendiente otro santuario, el jardín mencionado de Dembo-in, y el santuario Chingodo-ji (¡¡vaya nombrecito!!), dedicado a Tanuki, el perro mapache embustero que se representa con unos enormes testículos que le permiten volar (¿primer prototipo de avión?), ¿a que promete el animalito? El caso es que luego me he hartado de ver a Tanuki, al que confundía con un tejón, pero no me fijaba bien y lo que yo pensaba que eran piernas algo raras eran lo que eran.

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