Navegando para llegar a un jardín
Una vez bien desayunados en el mercado de pescado nos vamos al metro para ir a Asakusa, cerca del templo de Senso-ji, que habíamos visitado el del día anterior. La excursión por el metro hasta llegar fue entretenida, porque había que hacer trasbordo entre las dos compañías que funcionan, con la particularidad que había que salir de una estación de una línea a la calle para entrar en la otra estación de la otra línea, eso sí, con el mismo billete.
En los alrededores del puente Azumabashi vemos uno de esos escaparates de los restaurantes que os he comentado, con el muestrario de las comidas en plástico para que no haya lugar a dudas de la elección. Estos platos también se pueden comprar en tiendas como souvenir, aunque su precio no es precisamente barato como para tomárselo a broma.
Enfrente del puente destacan dos edificios: el Edificio Asahi, que simula ser un vaso de cerveza con espuma (imaginación hay que tener), y a su lado el Edificio Flamme d'Or, diseñado por Philippe Starck, que supuestamente tiene una llama en lo alto, pero los tokiotas lo llaman "el edificio de la caca" (cada cual que elija lo que le parece más, yo lo tengo claro).
Debajo del puente hay un embarcadero, desde el que salen los barcos que realizan un crucero por el río Sumida. En la espera para embarcar me pedí un té helado con limón, y el modo de prepararlo fue realmente curioso, mucho hielo, rayadura de limón congelada, agua y un chorrito de te para dar color, que sin estar delicioso por lo menos fue refrescante.
En el río aparte de embarcaciones clásicas tipo paseo con la parte superior abierta para disfrutar del paisaje, como la nuestra, también hay alguna futurista.
En los laterales del río se ven canales con un ambiente más japonés, o lo que nosotros entendemos que debe ser este ambiente, barcazas de madera con sus letras. Esto es Japón, pasado, presente y futuro van de la mano en todo momento.
El paseo es agradable, se pasa por varios puentes, cada uno de un color, en los que un encargado siempre subía a la parte superior para avisarnos que nos agacharámos para no darnos en la cabeza. No hay nada destacable, aunque se puede disfrutar de la arquitectura de modernos edificios, algunos estéticamente bonitos.
La última parada para nosotros es el jardín de Hamarikyu, que como dato curioso está cerca del mercado de pescado, parece que estamos dentro de un círculo turístico. Los pinos negros están recortados y apuntalados para ir dándoles la forma que el paisajista o jardinero quiere.
El jardín está situado en la desembocadura del río Sumida, tiene 25 Ha y fue construido para en 1654 para la familia de un shogun, que solía pescar patos aquí.
Desde 1869 dependió de la Casa Imperial y se convirtió en el Jardín del Palacio Separado. Ahora es un parque público previa entrada que va incluida en el precio del crucero. ¿Reconocéis el ruido?, ¡¡si!!, nuestras amigas las chicharras, aquí comenzamos a escucharlas y creo que aún hoy todavía lo hago, sentimentalismo puro a pesar del sonido.
Un puente de madera conduce a una casa sobre el lago, que fue un pabellón o una villa donde se alojó el presidente americano Ulysses Grant en su visita al país en 1879.
Hoy la villa se ha convertido en una ochaya o casa de té, donde por el precio de 500Y se realiza la ceremonia del té.
Aunque yo tengo ganas de entrar, para disfrutar y aprender de la ceremonia, mis acompañantes votan por seguir haciendo el recorrido del parque y de la ciudad, así que me quedo con las ganas, y eso que el ambientillo favorecía mucho, pero es lo que tiene el turismo en compañía y quedarse en minoría, hasta con el voto en contra de mi marido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario