15 de marzo de 2011

España - Bolvir - Hotel Torre del Remei (Gerona/Girona)

Un palacete modernista

Para nuestra estancia en la Cerdanya elegimos el Hotel La Torre del Remei, situado en el pueblo de Bolvir. 

El edificio es un palacio de estilo modernista de principios del siglo XX, como parte de historia de la burguesía catalana.  Agustí Manaut i Taberner, banquero de profesión, mandó construir el palacete, que le regaló a su hija , Blanca Manaut i Uyà. El proyecto fue encargado al arquitecto Freixa, discípulo de Gaudi.

La Torre del Remei se inauguró en 1910 y en ella vivieron inicialmente diez mujeres -incluyendo el servicio-, sin ningún representante del sexo masculino.

Durante los primeros años gozó de notable prestigio, y era punto obligado de parada y fonda del obispo Bell-lloc, de la Seu d'Urgell, en sus viajes a la entonces lejana villa de Puigcerdà.

Al estallar la guerra civil, sus ocupantes fueron trasladadas a Barcelona y la casa confiscada por el gobierno republicano, que la destinó primero a escuela y después a hospital. No obstante, la estructura se respetó y no sufrió remodelaciones ni saqueos.


Finalizada la guerra, la finca fue restituida a sus antiguos propietarios, pero no pudo revivir pasadas glorias, pues permaneció cerrada la mayor parte del tiempo y sólo abrió sus puertas en contadas ocasiones. Dos generaciones después de su inauguración, la Torre del Remei parecía destinada a desaparecer silenciosa, como había permanecido los últimos años, cubierta por las hojas que, invierno tras invierno, se desprendían de los árboles, mudos testigos de su decadencia.

Pero los tiempos trabajaban a favor de la Torre del Remei y el azar decidió la jugada: Josep-M. Y Loles Boix fueron invitados por los señores de la casa vecina, desde la que se podían ver los puntiagudos remates del edificio. Cautivados por aquella imagen, traspasaron los límites de la finca y fueron seducidos por la magia que emanaba del lugar. Inmediatamente surgió el deseo: construir un hotel con pocas habitaciones y dotado de todos los elementos de confort que nadie pudiera llegar a imaginar.


En febrero de 1989 se formalizó la compra de la Torre del Remei y sus nuevos propietarios se pusieron en contacto con el estudio de arquitectura Espinet-Ubach para encargarles la reforma de la antigua casa señorial y convertirla en hotel, inaugurándose en la primavera de 1991.

Al entrar hay un pequeño recibidor, a la derecha la recepción y a la izquierda un pequeño bar. Lo curioso que nos pasó es que este puente de diciembre nosotros tendríamos que estar en Viena, pero como los controladores no quisieron que viajáramos vinimos hasta aquí, donde nos recibió un recepcionista muy amable y simpático ¡¡de Viena!!, así que me dió información de primera mano para cuando podamos ir. Gracias Phillip por todas tus atenciones y la información.

Se entra en el amplio hall, donde se encuentran las escaleras semicirculares.


Sin tomar las escaleras, hacia la izquierda, se halla el comedor. Por las escaleras se accede a la primera planta, con un amplio hall abierto en el centro, del que parten las escalera hacia la segunda planta. 


A estas dos primeras plantas también se puede acceder en ascensor, pero para la tercera solo se puede hacer por las escaleras; planta desde la que sale la última escalera que conduce a la torre.


Desde donde se obtienen unas amplias vistas del paisaje que nos rodea, pero como me encargué yo del paseo por el hotel y de las fotos, éstas no han salido lo suficientemente bien.

Desde las habitaciones el paisaje es el mismo, pero ya no con la posibilidad de 360º sino dependiendo si las vistas son al jardín o hacia el otro lado. Las habitaciones llevan el nombre de lo que se ve. 


Paisaje que también depende del tiempo, si hay sol o no, aparte de donde se enfoque claro.


El palacete está rodeado de 3 hectáreas de jardín, por el que poder pasear, pero nosotros no lo hicimos del todo, en parte porque estaban adecuándolo, en parte por la sequedad de algunas partes y en parte por falta de tiempo. Lo que si hicimos fue acercarnos hasta la entrada que hay desde el jardín a la Ermita del Remei. 


Nuestra llegada al hotel ya fue de anochecido y al ser a comienzos de diciembre, la Navidad ya había llegado en la decoración, con unos renos iluminando el jardín.


Una vez paseado por dentro y fuera del edificio lo mejor es recuperar fuerzas en su restaurante, una exquisitez gastronómica en la que es difícil elegir porque todo apetece, y todo se salda con matrícula de honor. El hotel dispone de varios comedores, pero este fue en el que nosotros desayunamos y cenamos todos los días, por supuesto también con decoración navideña. La cocina está en las mágicas manos del Sr. Boix.


Nos dedicamos a saborear todos los platos: sopa de galets, merluza con sofrito de ajo, bacalao con garbanzos y cocochas, judías verdes con jamón de pato sobre fondo de tomate, steak tartar, carré de cordero, alcachofas en tempura con salsa romescu, albóndigas con setas, calamares con sofrito de tomate, los aperitivos con los que nos recibían, como el rico trinxat; sin olvidarnos de los postres (para las golosas irremediables: sorbete de pera y wasabi, helado de pimienta y anís. Por este disfrute del paladar no hicimos, desafortunadamente, fotos de todos los platos, pero no se nos olvidará los buenos momentos, solo tenemos dos: de las judías verdes y del carré de cordero, ¡bon profit!.



Un hotel y un restaurante altamente recomendables; el primero para pasar momentos especiales, el segundo sencillamente para disfrutar de una excelente cocina con productos de la tierra. 

Desde este rinconcito de internet nuestras gracias a las personas que nos atendieron tan amablemente en todo momento, al Sr. Boix, a Phillip y creo recordar que la recepcionista de la mañana era Ana, pero no lo recuerdo con seguridad; de lo que si estoy segura es que la zona se merece más visitas para disfrutar de ella y el hotel será como si fuera nuestra casa. 

Fuente de parte del texto: La Torre del Remei

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