11 de febrero de 2011

Camboya - Angkor - Banteay Srei

La delicadeza de las mujeres 


A primera hora de la mañana nos vamos a uno de los templos más lejanos de la ciudad de Angkor y para ello pasamos por campos de arroz, de un verde que en Vietnam no hemos visto, y de un paisaje que es más puro, que es más la Asia que esperas ver y que de repente ves, con pueblos en calma, sin tantos puestos de venta en la carretera, todo más idílico, aunque quizás más pobre a pesar de su belleza. 


Un detalle en casi todas las casas es la especie de espantapájaros que hay en las puertas de las mismas, que no es para espantar los pájaros voladores sino los de mal agüero, para ahuyentar la mala suerte, los malos espíritus.


Las casas son generalmente altas en pilotes de bambú o madera, los típicos palafitos sobre tierra y no sobre agua, pocas construcciones se ven en cemento, aunque se van construyendo, pero no es lo normal todavía.

El medio de locomoción ideal para este trayecto, aunque puede ser largo, es el tuk tuk, un remolque con capacidad para dos personas más o menos cómodas, tirado por una motocicleta, porque así se puede disfrutar del paisaje, de las casas, de sus gentes, de sus trabajos, porque en coche aunque no se va a gran velocidad no da tiempo a saborearlo como se merece y sin dudas se lo merece.

Llegamos a la zona de entrada de este templo, Banteay Srei, donde se encuentran las cabañas de las tiendas de souvenirs bien colocadas y adecuadas al entorno.


Hasta 1998 había que pedir un permiso especial para visitarle y se requería escolta armada para protección, ya que formaba parte de la zona de campamento de los guerrilleros del Jemer Rojo y el área estaba minada.
Durante buena parte del camino de entrada al templo los vendedores, de todas las edades pero nunca creo que sobrepasaran los veinte años y mayormente entre los seis-diez años, ofrecen sus productos: libros de Angkor a 5$ (suelen ser los de más edad), souvenirs varios 1$ (one dollar one dollar será lo que más oigamos a partir de ahora), como pulseras, flautas de bambú, juegos de postales…casi siempre niños pequeños y principalmente niñas, pero hay una ley que les prohíbe entrar a los templos (no a todos, que en algunos se la saltan, al fin y al cabo el terreno es público con lo que es de ellos, aunque los templos estén gestionados por una sociedad).

Del templo de Banteay Srei, comenzado a construir en el año 967 en piedra rosácea, se dice que es la joya de la corona del arte angkoriano.



Banteay Srei significa Ciudadela las Mujeres y se piensa que pudo haber sido decorado por manos de mujeres porque sus tallas son demasiado elaboradas y bellas para las de un hombre, y por eso lo reducido de su tamaño en comparación con el resto de templos.

 
Detrás de la primera puerta, donde se encuentra la decoración de la foto superior, una calzada lleva hasta el templo. A los lados de esta calzada lo poco que queda de lo que eran dos vestíbulos.

 
Aparte de las decoraciones con figuras y formas vegetales también hay escritos en sánscrito, una de las lenguas cuya escritura es de las más hermosas y artísticas.


Rodeando el templo por los dos lados hay dos estanques o fosos en forma de C, que están delimitados por el muro exterior que encierra al templo.

 
El templo está dedicado a Shiva, y no fue encargado por un rey sino por un brahmán, una especie de sacerdote y tutor en muchos casos de reyes, durante este periodo Jayavarman V, y seguramente por esta razón el tamaño del templo es menor, para que no rivalizara en tamaño con los templos reales, pero el rey-dios no tuvo en cuenta que el tamaño no importa si su belleza se encuentra en su delicada decoración.

Al fondo de la calzada y formando parte de ese muro la puerta de entrada. 





En el interior se encuentran los edificios que componen el templo. A los lados del santuario hay dos bibliotecas con bonitos labrados decorativos en sus piedras, con escenas del Ramayana (siempre omnipresente en Angkor).


Un detalle diferente son las figuras que custodian el santuario: monos, animales míticos, o personas.

 
No son las piezas originales ya que éstas se encuentran en el Museo Nacional de Phnom Penh, la capital de Camboya, pero aun así son bonitas y curiosas a partes iguales.


Detrás del santuario se hallan tres torres. Y aunque el conjunto está algo elevado, no lo está tanto como hemos visto en Angkor Wat y como veremos en otros templos, y no tiene la típica estructura de pirámide escalonada. 

 
Nos encontramos con un viejo conocido, el monstruo marino kala-makura, ahora lo hemos visto a la primera sin necesidad de mirar y remirar por entre todas las piedras y decoraciones como tuvimos que hacer en My Son


Aparte de las apsaras (a la derecha en la foto) también hay devadas (a la izquierda), bailarines masculinos, que son más sobrios que ellas, no llevan peinados excesivos ni joyas, aunque se les ve bien fuertes de pecho.


Parte del muro que rodea al templo está apuntalado y no sé si aguantará mucho en pie porque a pesar del apuntalamiento forzoso la cosa pinta mal.

Un detalle sobre la historia de este templo es que en 1923 el francés André Malraux fue arrestado en la capital camboyana por haber intentado llevarse varias de las estatuas del templo, y por estas cosas de olvidos del pasado posteriormente fue nombrado Ministro de Cultura con Charles de Gaulle.

Creo que la visita a este templo es imprescindible, tanto como la de Angkor Wat, y si es posible dedicarle su tiempo para disfrutar de su espectacular trabajo de decoración en la piedra, aunque se desconozcan las historias que en ellas se cuentan. Si en Angkor Wat es su grandeza la que impresiona a primera vista, en Banteay Srei es su delicadeza, y ambos por igual increíblemente hermosos.

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