11 de octubre de 2017

Costa Rica - De Península de Osa a San José


Por mar, río, tierra y aire

Hoy es el día que nos toca dejar este paradisíaco lugar, Casa Corcovado Jungle Lodge, que tanta paz nos ha reportado, y eso que durante la noche hemos tenido una tormenta tropical de miedo, con rayos, truenos y caídas de árbol incluidos. El desayuno se realiza temprano, tenemos la salida programada a las 7 h, y las maletas hay que dejarlas al menos media hora antes en la puerta de la habitación para que puedan ser empaquetadas en bolsas de plástico como en el viaje de ida. Los problemas se plantean para pagar, la tormenta ha agudizado los problemas de comunicación, por lo que las tarjetas no funcionan, el sistema a utilizar es el de la antigua bacaladera. 

De nuevo en chanclas, afrontamos la subida a la barca. 


La salida que realiza nuestro capitán es espectacular, despacio al principio pasando entre las rocas, y cuando ya ha salido parcialmente, un acelerón y a enfrentar de nuevo el océano y sus olas oscilantes, a las que dado mi vértigo les tengo hoy un auténtico pavor.


Destreza vuelve a demostrar el capitán cuando se tiene que enfrentar a una importante ola que no nos dejaba pasar, así que tras evitarla lateralmente, finalmente la surfeó con clase y estilo. Todos le aplaudimos porque fue increíble, y divertido.

Finalmente volvemos a salir al río Sierpe y a su poderoso y bello manglar. 




Entramos por el canal, en el que te puedes quedar atrapada, no por las raíces de los mangles, sino por la imaginación que te es capaz de provocar, y te gustaría pasar más tiempo, que corriera más lento, y descubrir sus secretos. 


Salimos del canal al río Sierpe nuevamente hasta que llegamos al embarcadero del lodge, La Hacienda. 


En el embarcadero un coche está esperándonos, que el viaje tiene que continuar. Yo voy completamente "hecha un cuatro", mis cervicales doloridas y mi vértigo están en aumento, pero afortunadamente mi estómago parece que aguanta bien, aunque mi centro de gravedad está totalmente perdido. 


Llegamos a Palmar Sur, donde hay un pequeño aeródromo. 


Primero pesan las maletas, solo pueden ser de 18 kg, por lo que la tarde anterior fueron recolocadas y pesadas bien, para no tener que estar haciendo aquí cambalaches o que incluso fueran vetadas de ir con nosotros (cosa que no creo que pasara, como mucho una penalización económica, ya que solo volamos tres pasajeros). Luego nos pesaron a nosotros con el equipaje de mano en la propia. Nuestros compañeros de viaje volaron antes, casi que les estaban esperando en pista, y a nosotros nos tocó esperar un gran rato (está claro que Corcovado para nosotros es Pura Vida Lenta, pero seguimos en modo zen). 

Nuestros boarding pass son de ida y vuelta, o sea, que nos los dan y nos los quitan. Volaremos con la compañía local Sansa.


Llega nuestra avioneta, bajan los pasajeros y sin muchos preámbulos subimos nosotros. 



El vuelo es una pasada, y es que ver el paisaje desde arriba es muy especial, y está demostrado que a ser posible hay que intentar hacerlo de forma terrestre y de forma aérea (la salida de Tortuguero la tenía que haber planeado de esta forma, pero por aquello de ir apurando el presupuesto que nos gastábamos por otros lados, finalmente no lo hicimos, y hubiera merecido la pena, aparte de la rapidez que conlleva). 


Por un lado, el amplio humedal del río Sierpe. 


Por otro, grandes extensiones de cultivos o bosques. 


Los palmerales son realmente espectaculares, a pesar de lo denostado que está actualmente el aceite de palma. 


Vemos la costa del océano Pacífico. 



La península de Manuel Antonio y su parque nacional, que me confundió porque al presentar esa forma de cola de ballena pensé que era precisamente Punta Ballena, pero he confirmado con google maps que se trata de la primera, ya que la segunda es más nítida en su forma, que además queda más al sur.


La población de Quepos, con el cercano manglar isla Damas


Giramos hacia el interior del país dejando de ver la bonita costa para ver las montañas. 



Sobrevolamos la ciudad de San José, nuestro destino. 


Aterrizamos en el aeropuerto Juan Santamaría. 


Recogemos nuestras maletas en una pequeña cinta transportadora, y ya nos está esperando nuestro transporte para llevarnos a la capital, ya que hoy no volaremos a España. 

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