La
ruta del Fin del Mundo (Volare o no volare, Lan Lan Lan)
Puerto Natales nos recibe gélidamente tras nuestra excursión por el Seno de Última Esperanza, es decir, que hacía un
frío de… narices, y en el muelle de Puerto Bories tardamos en encontrarnos con
el transporte que nos llevaría hacia el hotel, lo que hace que nos vayamos congelando
poco a poco. Finalmente aparece y en el hotel lo primero que intentamos hacer
es el check-in del vuelo que tendremos dentro de dos días, pero internet nos
vuelve a dar un susto, no se puede realizar por falta de datos de los pasajeros
(la sombra del overbooking planea sobre nuestras
cabezas). Solución, llamar a LAN para intentar resolver el tema, pero la
conexión telefónica es un desastre, me entero a medias de la conversación, parece que se arregla, y aunque así nos lo confirman seguimos sin poder hacer
el check-in como nos habían dicho. Tiro la toalla aérea y confío en que sea
cierto y si no LAN y el destino proveerán.
Todo este trajín
telefónico nos ha retrasado en nuestros planes, habíamos quedado a comer con
nuestros nuevos amigos chilenos en la ciudad, en un restaurante que allí llaman
picada, un restaurante informal (lo asimilo a lo que llamamos taberna en
España) y vamos con retraso para prepararnos. Para colmo, el tiempo vuelve a
ser infernal, continúa el frío gélido y ahora lo hace acompañado con un fuerte viento,
como el día de nuestra llegada. Finalmente decidimos llamar a nuestros
amigos para cancelar, so pena que ellos insistieran y yo no hubiera necesitado
mucho para animarme a salir contra viento y nieve, pero ellos se quedaron
dormidos (dato que conoceremos al día siguiente) con lo que no atendieron
nuestra llamada.
Con este cambio de
planes, decido aprovechar esa bonita bañera de la habitación del
hotel para relajarme, ya que una de estas bañeras son de esas que
soñamos para nuestros minúsculos baños. Tras el plácido relax bajamos a cenar
al restaurante del hotel, no con mucho entusiasmo por mi parte, pero
era la mejor opción (no hay fotografías, bajamos en completo relax) pero había que ser prácticos.
Como tenemos tiempo,
hacemos las maletas, cada vez queda menos ropa limpia a guardar, y casi en las
maletas de mano nos cabe la ropa que utilizaremos en los próximos y últimos
días en Santiago.
Hago un inciso para
contar que una excursión opcional desde Puerto Natales es cruzar a Argentina y
a su Parque Nacional de Los Glaciares, para conocer al mítico Perito Moreno,
pero al igual que no hicimos el cruce de lagos desde Puerto Varas,
tampoco hacemos un cruce de glaciares, Argentina tendrá su momento completo.
Amanecemos con
tranquilidad, el transfer a la estación de autobuses no lo tenemos hasta las
9.30 h. Desde la habitación tenemos imágenes de los efectos del temporal de la
noche, y nos preocupa un poco que no podamos salir de Puerto Natales;
la nieve, sin llegar a ser de gran cantidad sí que ha cubierto la ciudad y
tengo que recordar que para salir de la ciudad hay que viajar por carretera.
La primera sorpresa
de la mañana es que no hay luz en el hotel, se ha producido un apagón, un
generador mantiene la iluminación de emergencia y poco más. El ascensor no
funciona y nuestra habitación está en la última
planta… nos tocará cargar con las maletas por las escaleras. Lo que sí está
claro es que hemos tenido suerte con la meteorología, ya que hemos podido hacer
las dos excursiones contratadas, al Parque Nacional Torres del Paine y
a los glaciares Serrano y Balmaceda, con toda seguridad con un día como el
de hoy no hubiéramos podido realizar ninguna y no hubiéramos podido disfrutar el bonito paisaje que ambos
ofrecen.
El plan original tras
terminar de desayunar era haber paseado por la costanera del Canal Señoret y
del Seno Última Esperanza, pero el viento me hace desistir, fue un salgo y
entro rápido (me estoy haciendo mayor aunque no quiera, antes esto no me
hubiera frenado sino que incluso me hubiera incentivado). Mi pareja (valiente y sin piedras en los bolsillos) si sale un momento al
exterior, por lo menos para tener una mejor foto del bonito, estético y adecuado Monumento al Viento que se encuentra en la Costanera, y de la que
tenemos una réplica en tamaño mini en la habitación.
Y aunque los veréis
pequeñitos, allí estaban ellos para despedirnos, unos cisnes de cuello negro.
Durante el desayuno
nos comentan que la nieve y el apagón de hoy no es nada, que en 1995 sufrieron
lo que llaman el terremoto blanco, incomunicados y casi sepultados por la nieve
durante varios días…esto sí que sería el Fin del Mundo.
Al no pasear por la
costanera nos perdemos ver algunas de sus esculturas, a las que hemos visto al
pasar con los vehículos pero que no han sido capturados decentemente;
principalmente se trata de dos: una, por supuesto, del milodón,
símbolo de la ciudad de alguna manera; y otra, de los dedos de una mano
saliendo de la acera, que es una reproducción de otra que se encuentra en el
desierto de Atacama, y a la que no nos acercamos. Seguimos con la relación de
lugares pendientes.
A as 9.30 h pasan a
recogernos para llevarnos a la estación de autobuses, a las 10 h saldremos en
dirección a Punta Arenas, en esta ocasión con Buses Pacheco, que hoy se trata
de un autobús de dos pisos y estamos sentados en los asientos delanteros del
superior, con lo que tendremos todas las vistas posibles, y no solo al paisaje
sino a esa carretera helada, ¿llegaremos a destino?
Un detalle que tienen
es que uno de los encargados de la compañía, que controla pasajeros en las
diferentes paradas, nos limpia el cristal del vaho producido para que podamos
tener una mejor visión, ¡gracias!. Durante el viaje, el conductor se permite el lujo de adelantar
a otro autobús…
Si el viaje de ida lo
hicimos de un tirón, en este de vuelta vamos parando en las estancias para que
se vayan subiendo o bajando personas, supongo que serán trabajadores de ellas cambiando turnos.
El viaje nos resulta
muy entretenido a pesar del aspecto helado de la carretera, y es que son paisajes preciosos que además nos acercan a la dureza de la vida en estas condiciones.
Las estampas
puramente invernales parecen postales a nuestros ojos.
Continuamos haciendo
paradas, lo que nos retrasa respecto a otros autobuses de otras compañías que han
salido a la misma hora que nosotros, pero al fin y al cabo Punta Arenas no va a
estar más lejos por llegar diez minutos más tarde (menciono este detalle para aquellos que viajen si quieren preguntar en las compañías si el viaje es directo o con paradas). Esperar con este tiempo al
autobús junto a la carretera no parece nada agradable.
Tras dos horas de
camino aproximadamente, la nieve comienza a despejarse en el paisaje y la
carretera, como si no hubiera existido nunca y todo hubiera sido un producto de nuestra imaginación.
Y aunque no capturado
de forma totalmente visible, por fin un cartel de carreteras con el nombre
mítico, Ruta del Fin del Mundo.
La ausencia de nieve
ha dado visión a la pampa patagónica que había debajo de ella.
La última parada del
autobús antes de llegar a Punta Arenas es en el aeropuerto Presidende Carlos Ibáñez de esta ciudad, lo que da posibilidad de enlace de vuelos desde Puerto Natales.
Pasados cuatro
minutos de la hora prevista entramos en Punta Arenas, donde en la estación de
autobuses de Buses Pacheco, que como ya mencioné no hay una estación central sino que cada
compañía tiene su propio edificio, nos espera de nuevo el simpático y
dicharachero Obdulio, que ya nos había recogido el día de la llegada y volvemos a circular por la larga avenida Manuel Bulnes.
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