Medievo amurallado
Otro año más y otra
calçotada más en compañía de amigos, y además hemos disfrutado de la divertida fiesta del Cos Blanc de Salou, pero este año estábamos más
cansados para hacer una desviación de la carretera directa para volver a
Madrid, como hicimos el año pasado en el Real Monasterio de Nuestra Señora de Rueda, así que lo
único que hicimos es una parada sin grandes pretensiones en Montblanc,
que siempre me llama la atención cuando viajo en AVE a Barcelona.
Montblanc fue fundada
en 1155 por Ramón Berenguer IV con el nombre de Duesaigües, por encontrarse en
la confluencia de los ríos Francolí y Anguera. Una década después, Alfons I la
trasladó sobre el cerro que hoy ocupa con su nombre actual, manteniendo el
aspecto de una magnífica villa medieval, que fue residencia real y donde se
reunieron con frecuencia las costes de la corona catalano-aragonesa.
Como ya he dicho, no
teníamos grandes pretensiones en cuanto a sabiduría histórica y monumental, era
más bien una pretensión de disfrutar de la villa, si encontrábamos información
bien, si encontrábamos monumentos bien, y si no ocurría ninguna de las dos
cosas (bastante improbable) pues también bien.
Las murallas de
Montblanc permanecen tal como fueron levantadas en el siglo XIV, y nosotros
entramos a la población por el Portal
del Castlà, al que también se le conoce como el portal de Barcelona, que
fue abierto en la muralla para uso exclusivo del representante militar del rey (y lo hicimos por esta puerta por ser la más cercana al aparcamiento que encontramos).
El portal da acceso a
la Carrer Fusteria.
La calle termina en
una plaza abierta, donde al frente está una de las fachadas laterales de la Iglesia de Sant Miquel, del siglo XIII,
con fachada románica, y a la izquierda, el palacio
de Castlá, del siglo XV.
Entre la plaza y el
lateral de la iglesia un pequeño callejón con arcos bajos, uno de esos rincones
con encanto, tanto para los ojos como para la cámara fotográfica.
Desde la plaza de la
calle Fusteria se accede a la plaza de Sant Miquel, donde se encuentra la
entrada a la iglesia homónima, que da a la Carrer
Major.
Nosotros giramos a la
derecha, ya que unas torres, arcos y pináculos sobresalen al fondo y llaman nuestra atención.
Por la calle Pere
Berenguer de Vilafranca llegamos a la Plaça
Major, donde en uno de sus lados se encuentra la Casa Desclergue, del siglo XVI, que presenta un soportal con arcos
en su planta baja.
En la plaza por
supuesto se encuentra el edificio del Ayuntamiento,
cuya construcción original era de los siglos XIII y XIV, pero la que se
puede ver en la actualidad es una reconstrucción del 2001.
Tomamos la Carrer Hortolans, que presenta
escaleras en su tramo final.
Por las escaleras se
accede a la Plaça Santa María, donde
se encuentra la Iglesia de Santa María.
La iglesia es típica
del estilo gótico catalán, siendo construida entre los siglos XIV y XV pero la fachada
fue destruida durante la Guerra de los Segadors y se reconstruyó en estilo
barroco.
Posee una única nave
muy amplia, con capillas laterales entre los contrafuertes.
En el interior, sobre
la puerta de entrada hay un órgano barroco, que dicen que es de gran sonoridad.
Detrás del altar, al
que se sube por unas escalones de forma sinuosa y diferente, se encuentra la
imagen de Santa María, del siglo XVI, tallada en madera policromada.
Se puede subir a la
terraza de la iglesia para tener unas buenas vistas de la ciudad, pero este día
no era el día para hacerlo, y eso que el tiempo acompañaba, fresco pero soleado
y sin nubes, pero era hora de volver hacia el coche.
Las calles que salen
desde la plaza de la iglesia son en cuesta al situarse ésta en el terreno más
alto de la localidad (buen detalle la instalación de pasamanos).
Lo que buscamos es
salir a las murallas, y a partir de allí intentar volver al punto donde
comenzamos este paseo. Salimos a la plaça de Sant Marçal, donde hay una fuente.
Frente a la fuente, la iglesia de Sant Marçal, del siglo XIV.
En lugar de salir al
exterior de las murallas, decidimos caminar lo que podemos junto a ellas por el interior.
Así podemos
encontrarnos algunos detalles, como los llamadores en las puertas.
Pasamos junto al
edificio del Palau Reial, construido
en estilo gótico para albergar a las visitas reales en los siglos XIII y XIV.
Salimos de nuevo a la
Carrer Major y ahora giramos a la izquierda para llegar a la Plaça de Sant
Françesc, donde se alza la iglesia de
Sant Francesc, cuya construcción se inició en el siglo XIII pero fue
reformándose en los años sucesivos.
La iglesia tiene una
sola nave con cabeza pentagonal, bóvedas de crucería y capillas entre los
contrafuertes, pero está completamente vacía en decoración u ornamentos (creo que entramos porque estaba abierta al haber dos grupos de visita en ella).
Terminamos de
recorrer parte del lienzo de las murallas para llegar al principio de nuestro
paseo. La muralla se comenzó a construir en 1367 por Pere el Cerimoniós, y
cubren un perímetros de 1.500 m, alcanzando una media de 4,20 m de altura y 1,5
m de anchura, contando en sus tiempos con unas 30 torres.
Montblanc tiene dos
paseos, uno por el exterior, junto a la muralla, el camino de ronda, y otro por
el interior, descubriendo sus edificios históricos; nosotros desafortunadamente
hemos hecho los dos bastante incompletos, pero nos ha merecido la pena la
parada y el pequeño paseo.
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