Desde Torija hay 15 kilómetros hasta Brihuega, localidad en la que en previsión de la afluencia de público al ser Semana Santa hicimos una reserva en el restaurante Asador el Tolmo, en el que estuve hace muchos años con un amigo y que me dejó un estupendo recuerdo tanto en la memoria como en el paladar, y era una de las asignaturas pendientes a recordar y compartir con mi pareja.
El restaurante tiene dos turnos de comedor, nosotros tomamos el segundo, por aquello de la hora tardía que tenemos para comer y porque si hacíamos ruta por la Alcarria lo normal es que llegáramos algo tarde. Afortunadamente teníamos reserva y una mesa esperaba por nosotros, porque no hubiéramos podido comer sin una larga espera, aunque en la barra de la entrada siempre podríamos habernos decidido por unos pinchos y unas raciones.
Lo normal en un asador sería pedir cordero, cabrito o cochinillo, pero como el día anterior en nuestra visita a Las Tablas de Daimiel ya habíamos comido el primero y el tercero, no era cuestión de repetir, y eso que salían los platos de barro humeando y desprendiendo ricos olores.
Pedimos todos los platos para compartir, así podemos probar más de la carta. Comenzamos con un rico queso manchego templado al aroma de tomillo, del que mi memoria tenía buen recuerdo, y no nos volvió a fallar, y es que un buen manchego es una auténtica delicia, ya sea al natural, con romero, frío, caliente, derretido... ¡Bien por La Mancha!.
Continuamos con unas clásicas croquetas caseras de jamón: tacos de jamón por dentro y buen jamón ibérico por fuera. Muy ricas, y es que no en todos los sitios las croquetas son buenas, tienen buen sabor y se nota su supuesto relleno y sabor.
El tercer plato, elegido principalmente por su sugerente nombre, fue un construido de huevos, patatas confitadas y lomo de orza. En estos tiempos de deconstrucciones culinarias, se nos presenta su antítesis, la construcción, así que no nos queda de otra que pedirlo, verlo y comerlo. La sencillez de unos espléndidos huevos rotos para chuparse los dedos.
Terminamos, y no pedimos más por no saber con seguridad la cantidad de los platos y por asesoramiento del camarero que nos atendió, que creía que sería suficiente, como así fue, con un arroz meloso con boletus, trigueros y rabo de toro estofado. La elección de este plato fue difícil porque había muchos que parecían decir como el burro de Shrek: ¡elígeme a mí!, lo que es lo mismo, ¡cómeme!. Impresionante el arroz y su sabor: buen punto de cocción meloso, y una combinación de ingredientes adecuada, con el sabor a boletus y sobre todo al estofado del rabo de toro.
Efectivamente no nos quedamos con hambre y no tuvimos que pedir ningún plato más, solo el postre, que volvemos a compartir, por aquello de no pasarse. Como es Semana Santa compartimos una torrija, que estaba buena, no de las mejores que hemos probado y comido, pero no tengo nada que objetarla, y es que el mundo de la torrija es extenso y no tan fácil de conseguir una buena en textura y sabor.
Acompañamos la comida con un Ribera, un Quinta de Tarsus, de la zona de Burgos, que fue el acompañamiento líquido perfecto desde el principio hasta el final.
Un restaurante para tener en cuenta y que os recomiendo. Curiosamente, la Junta de Castilla la Mancha elabora una especie de ranking de restaurantes de la comunidad, y en el que estuvimos el día anterior en Almagro, se encuentra en primer lugar, y en segundo este Asador el Tolmo; nosotros cambiaríamos el orden sin lugar a dudas, aunque el primero tenga una mejor presencia escénica, lo que cuenta es la mesa, lo que se come, y en esto no hay color.
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