Alimentándonos bien para volver a Seúl
Son las dos de la tarde tras nuestra gratificante y calurosa visita al
Garden of Morning Calm, y a esta hora sólo se puede hacer una acción,
¡comer!. Sonia y el conductor eligen un sitio que en principio descartan, y al
preguntar si era por estar llenos, Sonia responde que no, que es porque sólo
hay mesas bajas al estilo coreano para comer, y como ve mi sufrimiento cuando
me revuelco por los suelos van a buscar otro restaurante. La respuesta es una clara
pregunta, ¿se come bien?, como dicen que sí, pues a mis rodillas que les den
masajes a la vuelta en Madrid; aunque también creo que para ellos verme
retorcerme en un local público lo pueden sentir como un signo de mala educación, pero es
que es imposible quedarme en una posición porque luego no habría manera de
desmontarme (nota: he sido algo exagerada con mis movimientos, que no parezco la niña del Exorcista, sólo que me cambio de lado sobre el que me apoyo en el suelo).
En esta ocasión el conductor come con nosotros, supongo que al ser
la última comida se ha animado a hacerlo, aunque él se pidió un plato menos
contundente, y nosotros le invitamos a que compartiera la comida, donde comen
tres comen cuatro, y esto en Corea es un dicho bien aplicado, porque suelen ser raciones generosas.
Hoy de nuevo toca pollo picante con verduras, como el que comimos en Hahoe, aunque ya veremos que tienen sus diferencias. Lo
preparan delante de nosotros en el hornillo colocado en la mesa.
Los jugos gástricos mientras se cocina el pollo son tremendos, nos va llenando la pituitaria de un olor sabroso, así que nos vamos comiendo la verdura sin el pollo, con los ajos, la cebolla y la salsa gochujang para ir
haciendo tiempo, ya que en esta ocasión echamos en falta nuestros platillos de banchan.
Lo que no falta es una sopa, hoy se trata de una ríquisima y refrescante
sopa helada de pepino con limón, que a mí me pareció increíble, aparte de
necesaria para recuperar líquidos, y como a mi marido no le convenció demasiado
me tomé la suya y la mía... y porque no me dejaron la sopera al lado...
Aparte de los divertidos y sabrosos banchan, también echamos en falta en la mesa nuestro cuenco de arroz, y no es que
nuestros paladares y nuestros estómagos le añoraran realmente pero es como un ritual acompañar los bocados de comida con una cucharada de arroz, como si fuera pan.
Hoy toca sorpresa y aprendemos más de la cocina coreana, el
arroz se incluye al final a la cazuela para hacer una especie de bibimbap en directo (el bibimpab caliente recibe el nombre de dolsot bibimbap y se suele hacer en cazuelas de piedra), ante el que no nos
queda más que decir, ¡un escándalo!, ¡nos vamos a tener que chupar los dedos!
Como ya es costumbre, una buena costumbre, de nuevo terminamos más que bien alimentados, y así nos sentamos en el
coche para dirigirnos a Seúl, y alguna pequeña cabezada se dio por el camino,
pero claro, entre la comida, la bebida, el sol, el cansancio…sólo queda hacer una pequeña (o larga)
siesta. Nos vamos despidiendo de las carreteras y la eterna, preciosa y magnífica
compañía del paisaje montañoso del país.
Entramos en Seúl, y lo hacemos por la comercial y ajetreada zona de
Itaewon, donde por la noche aparecen los soldados de la base norteamericana que
se encuentra en el distrito de Yongsan-gu (mirar mapa de distritos) en la multitud de bares y
discotecas que se concentran en la zona, que son del gusto occidental, por lo
que también es un lugar de concentración de turistas. También se pueden
encontrar infinidad de tiendas y de puestos ambulantes de ropa y accesorios,
tiendas de antigüedades, restaurantes de todos los estilos y cocinas posibles.
Pasamos al lado del centro comercial Shinsegae en el barrio de
Myeong-dong en el distrito de Jung-gu (mirar mapa), que se encuentra cerca del mercado y la puerta de Namdaemun, y que nos trae recuerdos del centro comercial de Busan, récord
Guinness en tamaño.
Entre Myeong-dong y Namdaemun se encuentra el original edificio de correos,
la Post Tower, también conocido como el Zipper Building o Edificio cremallera, que no hace falta explicar el motivo del nombre.
Y finalmente entrar en el distrito de Jung-gu (mirar mapa), con claras referencias a
las ya conocidas chimeneas de aviso llamadas Bongsudae, como las que hemos visto en la torre Namsan
y en la fortaleza de Suwon.
Llegamos al hotel, que no es el mismo donde nos alojamos a nuestra llegada, en aquella ocasión
fue en el distrito Gangnam-gu, y ahora lo hacemos en uno situado al lado
del City Hall, el Hotel Westin Chosun, en el distrito de Jongno-gu (mirar mapa) porque para los tres días que
nos quedan por pasar en Seúl necesitamos
estar más comunicados y no perder demasiado tiempo en trasladarnos de unas
zonas a otras, aunque nos moveremos por ellas y Seúl es una ciudad muy grande.
Estas son las vistas de nuestra habitación, por las mañanas con un
continuo y casi caótico tráfico, pero del que afortunadamente estamos perfectamente insonorizados.
Tras realizar el check-in y dejar las maletas, nos dirigimos rápidos a
la calle, primero visitamos el pabellón Hwangudan, que se encuentra junto al hotel, y desde el que desde los pisos superiores se obtiene una buena visión.
Vamos a continuar la visita por Seúl.
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