Con forma de “S” y de bandera coreana
La última visita del día tras nuestro paseo por Hahoe Folk Village y el Museo de Máscaras es subir al acantilado Buyongdae (mirar mapa), al que ya habíamos visto desde abajo y que pensábamos que dada la hora no haríamos, pero
Sonia nos preguntó si subíamos y al preguntar si era un camino corto y tener
una respuesta afirmativa, lo hicimos.
Tras el pequeño paseo ya nos encontramos donde se encontraba el grupo de
personas que veíamos desde el pueblo Hahoe Folk Village, del que se dice que desde aquí se asemeja a
una flor de loto flotando en el agua, al estar rodeado por el río Nakdong; y
también se dice que puede ser una barca deslizándose por el agua o que la aldea
tiene forma de dos espirales conectadas, como el símbolo taegeuk, porque el río realiza dos curvas y toma la forma de una "s". Yo no sé si se parece a alguna de estas dos alternativas, pero ese mundo de tejados acompañado del paisaje montañoso se ve precioso desde arriba.
El río Nakdong y el embarcadero de barcas de paseo.
En el camino de descenso vemos parte del complejo
de Hwacheon Seowon, que a la subida
nos pasamos de largo, porque mirábamos hacia delante y al pasar al lado del
muro no pusimos mucho interés, concentrados en el camino de pinos. Es una
escuela confuciana construida en 1776 para guardar y venerar la tableta
funeraria del erudito Ryu Seong-ryong, cuya casa vimos en Hahoe Folk Village.
Después de este corto paeo ahora sí se han terminado las visitas y sólo queda
carretera por delante, con la eterna compañía del paisaje montañoso, de los
ríos, puentes, campos de cultivo, a los que se unen la lluvia y la noche.
La pena de esta nocturnidad acompañada de lluvia es que no
nos permite disfrutar del bonito paisaje, porque una parte del camino dejamos las autopistas y entramos en las
típicas carreteras comarcales, en una zona que a priori nos parecía menos
desarrollado turísticamente pero increíblemente hermosa, seguramente llena de
senderos para recorrer.
Llegamo a nuestro destino, al Lago
Chungju (Chungjuho), en la provincia de Chungcheongbuk-do (mirar mapa), que como hemos ido viendo es muy
montañosa y agrícola, en la que se han creado algunos lagos artificiales, como
es este, formado por una importante presa, y que sólo se encuentra a 126 km de
Seúl.
Chungju es la ciudad donde se crió el Secretario
General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y aparte del lago la otra razón
para visitarla es acceder al Parque Nacional Woraksan, actividades que nosotros
no podremos realizar, en nuestro caso es solo una parada técnica de descanso lo que estamos
realizando.
El hotel que eligieron, porque fue totalmente
delegado, es el Cheongpung Resort, que en letras suena bien lo de resort pero no deja de ser
un hotel anticuado en líneas generales, aunque con un servicio muy amable, aunque la mayoría no habla inglés.
Al haber anochecido cuando llegamos no podemos salir a dar ni
una pequeña vuelta por el lago, que es lo máximo que hubiéramos podido hacer si
en lugar de parar a visitar Hahoe hubiéramos venido directamente desde
el templo Haeinsa, y no creo que hubiéramos tenido tiempo de realizar
alguna excursión por las ocho maravillas paisajísticas con la que publicitan la
ciudad y su entorno.
Nuestra habitación es una suite, supongo que les
parecería demasiada pequeña la normal y prefirieron no asustarnos, aunque el
hotel se veía con bastante ocupación, turismo local y chino principalmente, no diría que estuviera completo como para haber tenido que reservar una habitación tan grande para dos. La suite
resultó impersonal pero más o menos cómoda: dos baños, un amplio salón con una
gran pantalla de television y una nevera (síntoma de ser utilizada por familias con
avituallamiento propio) y el dormitorio.
Exploramos el hotel, descubriendo una tienda de
alimentación donde se puede comprar comida y bebida -un buen uso para la nevera-, y tras una larga lucha en la tienda para
encontrar algo que no sea muy desconocido al paladar desistimos de esta opción de autoservicio.
Pasamos a buscar un restaurante, el de estilo coreano está cerrado, y el restaurante general, donde también sirven el buffet de
desayuno, es donde finalmente decidimos cenar, o por lo menos quitar el hambre,
que la sed fue un poco más difícil quitar por no pronunciar adecuadamente “cerveza”
para ser entendidos y no llevar la chuleta donde estaba escrito. Somos dos almas solas y en compañía durante la cena.
Tras la cena, las vistas nocturnas del lagodesde la habitación.
Ahora las diurnas, que por una parte, la de las
construcciones, son menos evocadoras que con iluminación nocturna, y el inmenso
lago.
En el desayuno volvemos a estar solos, además no
han comenzado a montar el buffet, lo van haciendo sobre la marcha y a toda
prisa ante nuestra llegada. Finalmente llegó una familia, creo que china, para
hacernos compañía en el gran salón.
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