El baño de las siete ninfas
Después de nuestra visita a Jusangjeolli pensábamos que ahora
sí nos tocaría volver al hotel, con lo que siendo las seis de la tarde mi mente
maquinaba hacer alguna visita por nuestra cuenta, a pesar del cansancio
personal y sobre todo de mis doloridos y ardientes pies...pero Sonia nos vuelve
a sorprender, ¿queréis ir a algún sitio más?...piensa Maca, piensa y además
rápido. Descarto los museos estrambóticos y frikis (con algo de pena), por algunos de los que pasamos sin
tiempo de hacer una foto, alguna mala sí, entre los que se encuentran: el ya mencionado histórico de los ositos de peluche; una
colección privada de coches; el extraño Museo de África en la isla; un parque
de miniaturas con réplicas de edificios famosos del mundo; el Castillo de
Chocolate - un museo dedicado a este rico alimento-; Glass Castle, con más de 250
esculturas de cristal…. También descarto otro jardín botánico, el de Yeomiji; descarto
el volver a Yeongmeori porque seguro que la marea vuelve a estar alta…. Además me tengo que concentrar en algún lugar cercano al hotel, nada de
atravesar la isla porque la respuesta sería negativa…finalmente tengo dos alternativas,
dos cascadas diferentes y elijo la menos espectacular a priori por lo que leo,
pero que está asociada a una leyenda y posiblemente nos ofrezca un bonito
paisaje.
La elección fue las cascadas
Cheonjeyeon (2.500W -mirar mapa) –cuidado con los nombres que se parecen a las que
visitamos el día anterior, Cheonjiyeon-. Hay dos entradas/salidas,
nosotros entramos por la que se encuentra al sur y que da a una pequeña plaza
donde se encuentra un monumento dedicado a las siete ninfas
y un pabellón de descanso llamado Cheonje-roo.
También hay una fuente, la fuente de las cinco bendiciones, representada
cada una por un animal: longevidad (tortuga), riqueza (jabalí), honor (dragón),
amor (pato mandarín) e hijos (carpa). Hay que elegir la bendición, y de pie
delante del animal que la representa lanzar una moneda a la cesta de la suerte que
se encuentra en el centro de la fuente, si la moneda entra dentro se recibirá
esa bendición. Las monedas que se recolectan están destinadas para ayudar a los
más necesitados de Corea, razón suficiente para no pedir ni la bendición.
Los animales se movieron para la foto y la fuente no ha salido completa,
así que una parte de ella. Curiosamente salen la tortuga y el jabalí, las
últimas bendiciones que solicitaría de la fuente.
El pabellón presenta la típica arquitectura de tejado con aleros y los
típicos colores dancheong.
Sí, lo mejor del pabellón no es el pabellón, son sus vistas. Por un lado
hacia un pequeño jardín bien cuidad.
Hacia el otro lado, el mar, y a los pies del pabellón el amplio bosque
que rodea la zona, con variedades de plantas subtropicales.
Al lado de las escaleras que suben hasta el pabellón hay otras escaleras
de madera que conducen a un mirador, desde donde se pueden ver dos de las tres
cascadas de las que consta Cheonjeyeon. Realmente solo se puede ver la segunda de ellas, ya
que por la primera cae un pequeño chorro de agua interior que es imposible
divisar desde aquí, y la tercera queda hacia el otro lado y este no es el punto
de observación .
Si ya queríamos ver las cascadas y para eso hemos venido, una vez que las hemos visto desde el mirador
nos apetece aún más emprender el camino hacia ellas, para lo que nos dirigimos
hacia un puente.
El puente se llama Seoningyo y en él se encuentran esculpidas las
figuras de siete ninfas, sirvientas del Emperador del Cielo, que descendían por
la noche para bañarse en el estanque.
Según se cruza el puente, a la izquierda surgen unas escaleras que
descienden por el bosque y tras un pequeño y corto paseo conducen a la segunda
cascada, que es la que se veía desde el mirador.
Subimos por las escaleras, y a medio camino surgen otras escaleras que
primero conducen a la parte superior de esta segunda cascada.
El camino continúa para llegar finalmente a la primera cascada, a unos 300 m de la segunda, que sólo fluye con fuerza y alegría tras una fuerte lluvia, con lo que
hoy no es el día para verla, aún así nos gusta la pared de piedras cortadas a
modo de piscina que la envuelve por detrás.
Ahora toca subir por las escaleras para llegar hasta el puente, y ahí
descubrimos que a mano derecha del mismo comienza el camino de descenso hasta
la tercera cascada, que se encuentra a unos 500 m de la segunda, y que además el
camino continúa siguiendo el curso del agua adentrándose en la boscosidad y no
sé si llegará hasta el mar, que es donde finalmente desemboca, pero seguramente
hacer el recorrido completo sea gratificante. Nosotros decidimos por el bien de
nuestra guía y nuestro chófer que no lo haremos, la cara de Sonia fue realmente
de preocupación ante nuestros rostros al ver el camino a la primera cascada,
finalmente la decisión fue que volvíamos al hotel, tanto ella como el chófer ya
nos habían regalado dos visitas más y no hay que ser explotador, y a nosotros
nos vendrá bien un descanso, que si bien podríamos habernos quedado con la intencion y esperanza de encontrar un transporte alternativo, no creo que Sonia no nos lo hubiera permitido.
Unas fotos muy chulas... apetece irse de cabeza a las cascadas...
ResponderEliminarUn beso,
Trini.
Hola Trini! Lo que apetecía con el calor que hacía era meterse de patas en el agua...
ResponderEliminarUn beso viajera!