A 236 m de altura
Finalizado el paseo por Insadong, del que salimos en la primera visita sin
compras pero a la que volvimos el último día para rematarlas, puede resultar un lugar con mucha variedad para
encontrar regalos de todo tipo, variedad y clase.
En coche nos llevan hasta
la montaña Namsan, que divide la
parte norte de Seúl, quedando al norte el distrito de Myeongdong y al sur,
Itaewon.
La montaña es un parque natural y se intenta preservar de la
contaminación, con lo que los coches no pueden llegar hasta la cima, sólo hasta
un parking casi en la cima (extraño pero cierto, si es contaminante lo será a
un metro y a doscientos –no recuerdo la distancia-, yo creo más bien que aparte
de la cuestión medioambiental debe ser una cuestión terrenal-) así que tras
aparcar toca caminar y subir para llegar (una de las máximas aplicadas a cada
casi lugar visitable en Corea del Sur, si quieres ver, tendrás que subir). No es un camino largo pero a las cuatro
de la tarde no apetecía nada esta caminata y menos con el calor que hacía, calor
que parecía no afectar a las personas haciendo ejercicio subiendo por los senderos habilitados
en la montaña para disfrutar del espacio verde, y para aquellos deportistas que
quieran llegar a la cima sin medios de transporte.
En la cima se encuentra la Torre
N o Torre Namsan (9.000W; estación Myeongdong), una
torre de comunicaciones de 236 m de altura, construida en 1969 y abierta al
público en 1980. Para llegar a ella también se puede utilizar otros transportes aparte del privado: un teleférico,
que llegamos a cogerlo por no repetir el lugar y seguro que merece la pena tener
la visión de la montaña desde abajo hasta llegar a la cima; y autobuses, que
por supuesto también dejan en un parking y no en la misma torre.
En la torre hay cuatro plataformas de observación, nosotros
accedimos a la segunda y a la tercera. La cuarta es un restaurante giratorio,
al que quería haber ido a cenar alguna noche, pero si el taxi no nos llevaba a
la cima, si el teleférico tampoco, ya que preguntamos a Sonia sobre ello, el
esfuerzo físico que para mí requería (este viaje no lo he realizado en una forma física mediana que es la mía sino tirando a mal) ya en horario de atardecer para aprovechar
y contemplar Seúl iluminándose, no me recompensaba ni por las vistas ni mucho
menos por la calidad del restaurante...a lo mejor si las críticas de la comida del restaurante hubieran sido buenas me habría picado el gusanillo del estomágo.
Teniendo en mente y recuerdo las visitas a los restaurantes giratorios de New
York, Auckland y Sydney, esta ha sido una pequeña espinita clavada del viaje,
porque además estaba programada en la agenda, pero una cosa es hacer los planes
antes de ir y otra es cumplirlos allí a la vista de lo que se ve y se puede
hacer.
Como esto va de vistas, vamos con ellas:
Hacia el norte, las montañas, destacando el Bugaksan.
Enfocamos el Bugaksan y abajo se distingue el tejado azul de Cheongwadae, la casa presidencial.
Giramos hacia el oeste un poco.
Centrándonos de nuevo en el norte, giramos hacia el este.
Seguimos girando hacia el este y se puede ver el “desparrame” de ciudad. Abajo a la izquierda los tejados negros del Pueblo Hanok de Namsangol, un
pueblo de casas tradicionales coreanas llamadas hanok, que fueron trasladadas de sus ubicaciones para reconstruirlo aquí. Como nosotros visitaremos un pueblo hanok en Jeonju y en Hahoe no pusimos mucho enfásis en intentar visitarle, aunque es un buen lugar para participar en actividades tradicionales coreanas: tiro con arco, calígrafos, fabricación de cometas, ver la representación de una típica boda coreana, actuaciones musicales...un sinfín de eventos.
Encontramos el ancho río Hangang.
Enfocando la orilla sur del río.
¿A cuántos kilómetros estamos de Madrid?
Compra una tablilla y deja tu recuerdo en la torre, no sé el tiempo que durará
allí viendo el tráfico de gente que hay.
En el exterior unos curiosos árboles formados por cientos de candados,
y es que Federico Moccia parece haber arrasado en Corea, como vimos en Insadong también, aunque allí no eran candados.
En el parque Namsan, y cerca de la torre N, se conservan cinco chimeneas llamadas Bongsudae, que se utilizaban como un
sistema de comunicación política y principalmente militar mediante el humo por
el día, y antorchas por la noche, según la gravedad de los hechos el número que se encendían
aumentaba: una cuando la situación era normal; dos, cuando aparecía un enemigo;
tres, cuando el enemigo se acercaba a la frontera; cuatro, cuando el enemigo
traspasaba la frontera; y cinco, cuando la batalla había comenzado. Durante la
dinastía Joseon llegaron a existir 673 de estas torres chimeneas en la
península coreana, y se estima que un mensaje desde Busan (sureste) a Seúl
(noroeste), a 500 km de distancia, tardaba 12 horas en llegar. Nos reencontraremos con estas chimeneas en la Fortaleza Hwaseong de Suwon.
Las chimeneas que se ven son una reconstrucción de 1993, y a partir del
2007 se lleva a cabo una recreación de su uso de 11.30 h a 12.30 h (excepto los
lunes).
Se acaba la visita de la Torre de Seúl, que se ha convertido en una
insignia de la ciudad.
Un mapa de la montaña para situarnos mejor y ver las posibilidades que tiene el Parque Namsan. En el otoño o la primavera puede resultar gratificante realizar sino la subida, que puede ser costosa, por lo menos la bajada de la montaña a pie.
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