Burocracia, pagos y letras de historia
Volamos desde Saigón a Siem Reap, como una pequeña extensión de nuestro periplo por el sudeste asiático, y ya desde el cielo se nota la diferencia de paisaje de un país a otro. Desde arriba me gusta, el verde es más intenso que en Vietnam, no sé la razón pero tiene una tonalidad diferente y son países vecinos.
En el avión nos dan unos papeles de inmigración para rellenar, uno para el visado y otro para la declaración de bienes.
Aterrizamos en el aeropuerto de Siem Reap, que en su arquitectura imita a las construcciones y pagodas jemeres o del sudeste asiático, siendo realmente bonito.
Y comienza la peregrinación del trámite, se necesita visado pero éste no se puede conseguir desde España porque no hay embajada, así que se hace en el aeropuerto. Nos ponemos en una cola pero es la equivocada, por ahí se sale cuando ya está el visado tramitado, así que nos vamos a la que tiene que ser, que por supuesto es más larga que en la que nos habíamos colocado (ilusos de nosotros).
La cosa tiene guasa por todas partes, en un mostrador grande a la izquierda dos señores recogen pasaportes y los papeles de inmigración rellenados en el avión. Se tienen que pagar 20$ por el visado, 5$ si no se lleva foto (nosotros llevamos), al ser solo dos los funcionarios la cola crece y crece, y eso que solo ha llegado un avión.
Continuando por el mostrador hay unos ocho funcionarios que parecen no hacer nada, porque de verdad que algunos no están haciendo nada de nada, y al fondo del mostrador otros dos señores cantando nombres. La función de los del medio es rellenar el bonito visado que adjuntan al pasaporte, para que los dos últimos pronuncien nuestros nombres y poder recogerlos.
Ahora si pasamos el control para poder salir y recoger las maletas. Nos espera Alann, seguimos con las chicas guía, una jovencita guapa y muy habladora, habla por los codos y más.
Lo que veo por la ventanilla del coche de Camboya, me gusta, se nota la diferencia con su país vecino, tiene otro aire, y no solo por el verde, también por la arquitectura, por sus gentes, más oscuras de piel, por la vida que parece más tranquila todavía, que no es que fuera agitada en Vietnam pero como eran tantos por todas partes al final te parecía un mogollón.
Alann nos felicita por la elección del hotel, nos cuenta que normalmente los españoles no suelen ir a este, que van a otros hoteles más lejos del centro de la ciudad, y le explico que esa es la razón por la que lo he elegido, aparte de que por internet me dio feeling, y eso que en Siem Reap hay muy buenos o coquetos para elegir, con un abanico de precios para todos los bolsillos, desde los lujosos de cinco estrellas a las guesthouses con mucho encanto. Nos alojaremos en el Hotel de la Paix.
Nos deja allí para la comida y quedamos con ella a las 15 h para comenzar a explorar los mágicos templos de Angkor. Pasamos por los baños de la planta baja y no puedo dejar de hacer fotos a sus puertas, con la suerte que cuando hacía la foto a la puerta de caballeros salía uno, con lo que se llevó un susto y me miró extrañado de lo que hacía allí, pero cuando se dio cuenta me levantó el pulgar en señal de aprobación.
Antes de entrar en materia algo de historia del país para conocerle mejor. Ha cambiado de nombre en un sinfín de ocasiones, pero para los camboyanos es Kampuchea, que significa los nacidos de Kambu, el mítico fundador del país. Desde 1993 su nombre oficial es Reino de Camboya, porque efectivamente tiene un rey que lo gobierna. La razón de este último cambio es porque Kampuchea se asocia a los terribles jemeres rojos y era una manera de comenzar de cero, hasta con el nombre.
La leyenda cuenta que Camboya se originó de la unión de una princesa y un extranjero. Este último era un indio brahman, de nombre Kaundinya, y ella era la hija de un monarca dragón que reinaba en una tierra cubierta en gran parte de agua. Un día, cuando Kaundinya se acercó a la costa, la princesa salió a su encuentro en una barca para saludarlo. Kaundinya disparó una flecha con su arco mágico a la embarcación de la princesa y ésta, asustada, accedió a casarse con él. Necesitada de una dote, su padre tomó las aguas de su tierra y se las entregó a Kaundinya para que las gobernara. El nuevo reino fue llamado Cambuja.
Del siglo IX al XV se establece el imperio de Angkor, con su auge y caída final, pero de esto ya os contaré más en la próxima entrega.
A partir de 1600 y hasta la llegada de los franceses en 1863, en Camboya reinaron una serie de monarcas débiles acosados por rivalidades dinásticas. Para hacer frente a las conspiraciones, buscaron la protección, concedida naturalmente a un alto precio, de Tailandia o Vietnam. En el siglo XVII, los señores Nguyen de Vietnam del Sur vinieron al rescate del rey camboyano a cambio de derechos de asentamiento en la región del delta del Mekong. Los jemeres todavía se refieren a esta zona como Kampuchea Krom (Baja Camboya), aunque en la actualidad está poblada de vietnamitas.
En 1772 Camboya queda atrapada entre los poderosos vietnamitas y siameses, estos últimos arrasan Phnom Penh. En el oeste, los thai controlaron las provincias de Battambang y Siem Reap desde 1794, y ejercieron mucha influencia sobre la familia real camboyana.
En 1907, los propios galos presionaron a Tailandia para que devolviera las provincias del noroeste de Battambang, Siem Reap y Sisophon a cambio de concesiones territoriales de Laos. Esto significó que Angkor cayera bajo el control camboyano por primera vez en más de un siglo.
En 1941 el gobernador general francés de la Indochina ocupada por Japón colocó al príncipe Norodom Sihanouk, de 19 años, en el trono camboyano.
En 1969 EEUU, con el presidente Nixon, había iniciado un programa secreto para bombardear supuestos campamentos comunistas en el país. Durante los cuatro años siguientes, hasta que en agosto de 1973 el Congreso estadounidense prohibió los bombardeos, amplias zonas de la mitad oriental del país fueron atacadas de manera sistemática por B-52 de EEUU, provocando miles de víctimas entre la población civil y convirtiendo a cientos de miles más en refugiados. Sin duda, esta campaña de bombardeos masivos ayudó a los jemeres rojos a reclutar más gente. El bombardeo final, el más duro, fue llevado a cabo en 1973 y su brutalidad ayudó a radicalizar la actitud de muchos líderes jemeres y pudo haber contribuido a la brutalidad posterior que caracterizó su gobierno.
A pesar de la enorme ayuda militar y económica de EEUU, el gobierno de Lon Non , sustituto de Sisanouk, nunca consiguió ganar la batalla contra los jemeres rojos. Grandes zonas rurales cayeron en manos de los rebeldes. Lon Nol huyó del país a principios de abril de 1975, dejando al frente a Sirik Matak, quién se negó a la evacuación hasta el final. “Desgraciadamente, no puedo huir de manera tan cobarde…Sólo he cometido un error: creer en vosotros, los americanos”, fueron las dolorosas palabras que Sirik Matak escribió al embajador estadounidense, John Gunther Dean. El 17 de abril de 1975, dos semanas antes de la caída de Saigón, los jemeres rojos tomaron Phnom Penh.
Tras la victoria de los jemeres rojos Sihanouk regresó a Camboya como jefe del nuevo Estado llamado Kampuchea Democrática. Dimitió en menos de un año y quedó recluido en el Palacio Real como prisionero de los jemeres rojos; allí se quedó hasta principios de 1979 cuando, en la víspera de la invasión vietnamita, fue enviado de nuevo a Pekín. Transcurriría más de una década hasta que finalmente pudiera regresar a Camboya. El 24 de septiembre de 1993 se estableció una vez más como rey.
Tras la toma de Phnom Penh, los jemeres rojos pusieron en práctica una de las reestructuraciones sociales más radicales y brutales jamás llevadas a cabo; su objetivo era una revolución en toda regla, no contaminada por aquellos que habían intervenido antes en la política del país, para convertir Camboya en una cooperativa agraria dominada por los campesinos. A los pocos días de su llegada al poder, toda la población de Phnom Penh y los pueblos de las provincias, incluidos los enfermos, ancianos y los débiles, fue obligada a marcharse al campo y a trabajar de 12 a 15 horas al día. En caso de desobediencia, a menudo se producía una ejecución inmediata. Asimismo, fue proclamado el Año Cero, se abolió la moneda, se interrumpió el servicio postal y el país quedó aislado del resto del mundo.
En 1978 nadie quería a los jemeres rojos, pero no quedaba ni una pizca de fuerza para rebelarse…hasta que llegaron los vietnamitas. De 1976 a 1978, los jemeres rojos instigaron una serie de enfrentamientos con Vietnam, y reclamaron el delta del Mekong. El 25 de diciembre de 1978 Vietnam lanzó una gran ofensiva sobre Camboya, derrocando el régimen de Pol Pot dos semanas más tarde. Mientras los tanques vietnamitas se aproximaban a Phnom Penh, los jemeres rojos huyeron hacia el oeste con tantos civiles como pudieron secuestrar, y se refugiaron en las selvas y las montañas de la frontera tailandesa, donde pasaron la década siguiente lanzando ataques contra posiciones del gobierno de Camboya. Los vietnamitas instalaron un nuevo gobierno liderado por varios antiguos oficiales de los jemeres rojos.
El hambre en Camboya se convirtió en un nuevo frente durante la Guerra Fría, porque tanto Washington como Moscú luchaban por tener su influencia en la región.
A mediados de la década de 1980 el gobierno británico envió al Servicio Aéreo Especial (SAS) a un campo en la jungla malasia a entrenar a guerrilleros en las técnicas de colocación de minas terrestres. Aunque oficialmente ayudaban a las facciones más pequeñas, lo cierto es que los jemeres rojos se beneficiaron de esta experiencia y utilizaron las nuevas técnicas para intimidar y aterrorizar a los camboyanos. EEUU concedió más de 15 millones de dólares al año en ayuda a las facciones no comunistas de la coalición dominada por los jemeres rojos.
Gran parte de la década de 1980 Camboya estuvo cerrada a Occidente, y solo se permitía la presencia de algunos grupos de ayuda humanitaria. La política del Gobierno estaba bajo el control de los vietnamitas, y Camboya pasó a formar parte del bloque del Este. En esa época, la economía estaba destrozada porque, igual que Vietnam, Camboya sufría las consecuencias del embargo norteamericano.
En 1984 los vietnamitas invadieron todos los campos rebeldes que había en Camboya y obligaron a los jemeres rojos y sus aliados a refugiarse en Tailandia; éstos se convirtieron en una guerrilla que realizaba incursiones con el objetivo de minar la moral de sus adversarios. Las tácticas utilizadas por los jemeres rojos fueron bombardeos de comandancias controladas por el Gobierno, colocación de miles de minas terrestres en zonas rurales, ataques al transporte por carretera, voladura de puentes, secuestro de líderes rurales, etc. También obligaron a miles de hombres, mujeres y niños que vivían en los campos de refugiados controlados por ellos a trabajar como porteadores, transportando munición y otras provisiones a Camboya a través de zonas minadas de la frontera. Los vietnamitas, por su parte, crearon el mayor campo de minas del mundo, conocido como K-5, que se extendía desde el golfo de Tailandia hasta la frontera con Laos, con el objetivo de cerrar el paso a la guerrilla. También enviaron a camboyanos a los bosques a cortar árboles en regiones remotas para prevenir emboscadas. Miles de ellos murieron por las enfermedades y las heridas provocadas por las minas terrestres. Los jemeres rojos ya no ocupaban el poder, pero para muchos, la década de 1980 fue casi tan difícil como la de 1970: una larga lucha por la supervivencia.
Los esfuerzos diplomáticos por acabar con la guerra civil empezaron a dar sus frutos en septiembre de 1990, cuando el gobierno de Phnom Penh y las tres facciones de la coalición de resistencia aceptaron un plan de paz. Según éste, se formaría un Consejo Supremo Nacional, una coalición integrada por todas las facciones, bajo la presidencia de Sihanouk. Al mismo tiempo, la Autoridad Transitoria de las Naciones Unidas en Camboya (Untac) supervisaría la administración del país durante dos años, hasta la celebración de unas elecciones libres y justas. Para un gran número de camboyanos, debió de parecer una broma cruel que los jemeres rojos pudieran participar en el proceso.
En 1994 los jemeres rojos recurrieron a una nueva táctica: el objeto iban a ser los turistas. Los resultados fueron terribles para varios extranjeros de Camboya. En 1994 apresaron a tres viajeros en un taxi en la carretera a Sihanoukville y los asesinaron. Pocos meses después, otros tres extranjeros fueron detenidos en un tren con destino a Sihanoukville y los ejecutaron antes de que el ejército pudiera llegar al lugar.
Quizás lo que más conocemos, tristemente, es a Pol Pot y sus masacres, y lo que está de actualidad, aunque ya hemos visto que viene desde lejos, es la reivindicación tailandensa de un templo en la frontera de ambos países.
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