26 de enero de 2014

Londres - Vista aérea



A vista de avión

Si hay una ciudad que es impresionante desde un avión, para mí no hay duda que es Londres, ya desde sus cercanías, con su verde pradera infinito y las urbanizaciones que desde arriba parece que han sido plantadas con un sello y no construidas, y con el Támesis sinuoso. Importante: vamos sentados en el lado derecho del avión (asientos D, E y F). 




Se sobrevuela la zona de Greenwich, con la antes llamada Dome Millennium y ahora O2 Arena, y con el parque de Greenwich con su famoso meridiano del mismo nombre. 




Frente a Greenwich y a su izquierda se alza la ahora moderna zona de los Docklands.




Destacando Canary Wharf, donde surgen los altos rascacielos como en una competición de alturas-y hay más planes de construcción-. 




El Támesis sigue su curso y la ciudad junto a él.




Y poco a poco se van viendo los diferentes corazones de la ciudad. 




Destacando otra vez el nuevo horizonte de rascacielos, ahora en The City. Si los británicos pusieron su impronta arquitectónica en Manhattan, ahora son los americanos los que la están dejando en Londres: Historia de dos ciudades. Y no están todos los que son, que The City está plagada de grúas en plena actividad constructora. En la orilla sur destaca la aguja de The Shard; en la orilla norte el mítico The Gherkin, el polémico Tower Fernchurch 20, ….que quema coches y fríe huevos fritos entre otras "cualidades". 




La ciudad es mucho más de lo que abarcamos los simples turistas en nuestras cortas escapadas y en nuestros paseos. La ciudad que creció al lado del río ha ido creciendo y extendiéndose hacia todos los puntos cardinales (como cualquier otra ciudad, no hay nada nuevo). 




En la siguiente curva del Támesis surge la noria, el London Eye, y una de las imágenes más famosas de la ciudad, el Parlamento. Además se pueden ver dos de sus pulmones verdes, y afortunados los londinenses que tienen varios y a cada cual más bonito: St Jame’s Park, pegado al Parlamento, y Regent’s Park, al norte. 





En la orilla sur destaca un espacio redondo u oval, parecido a una plaza de toros, que no es otra cosa que un campo de cricket, The Kia Oval


Se ve la sucesión de puentes que cruzan el Támesis; en la orilla norte, el Parlamento y la catedral de Westminster; y en la orilla sur, el edificio que aloja la sede del MI16, el servicio secreto inglés (no tan secreto), y otro rascacielos, el St George Wharf Tower, de uso residencial, que es la torre más alta con este uso en Reino Unido, con 181 m de altura. 




Entre St Jame’s Park y Green’s Park surge el palacio de Buckingham, tras el cual se halla Green’s Park, y a continuación el famoso Hyde Park seguido de Kensington Gardens; al fondo Regent’s park… ¿será por parques?. 





En Hyde Park aparte de su lago se distingue lo que parece una pequeña zona con una noria, una zona que descubriremos tremendamente animada, es como un parque de atracciones, con casetas de comidas y tiendas que venden diferentes artículos, que se instala durante la Navidad, Winter Wonderland, y que provoca con su afluencia de visitantes colapsos en la parada de metro de Hyde Park Corner.




En la orilla sur surge el Battersea Park y a su lado derecho, Animals, quiero decir, la estación de Battersea Power, con sus cuatro chimeneas blancas, que se utilizó para la portada del disco de Pink Floyd con este nombre, Animals




Sobrevolamos distritos de Londres y seguimos el curso del Támesis. 





Ante nuestros ojos aparece la gran extensión del Real Jardín Botánico o Kew Garden, destacando el edificio del invernadero. 




Sobrevolamos más Londres, sus barrios o distritos, hasta llegar al aeropuerto de Heathrow, pero creo que lo más importante, por lo menos más importante ante mis ojos, está detallado. ¡Feliz vuelo y felices vistas!. 



24 de enero de 2014

Madrid - Fitur 2014

Viajando rápido

Este año ha sido mi primera experiencia como blogger visitando Fitur, la Feria de Turismo que se celebra en Madrid, aunque solo he asistido a uno de los días de reunión bloquera, con la oportunidad de conocer a otros bloggers y sus mundos viajeros. La organización desarrolla varias actividades y visitas por algunos de los pabellones, y por una cuestión de agenda sólo pude asistir a parte de las celebradas ayer, y no desde el principio. 

Vayamos a pasear por la feria, que otros años lo he hecho más a título personal, buscando información, e incluso de curiosa o nariz fisgona. 

El primer pabellón que visito es el de América, donde siendo el segundo día de la fería no hay grandes aglomeraciones y donde hay más espacio libre para circular que en otras ferias a las que he asistido. 


Antes de unirme al resto de bloggers me doy un pequeño paseo por el pabellón, descubriendo los países que han asistido. 

En Cuba no falta el caballero que elabora puros ante nuestros ojos. 


Colombia siempre es uno de los stands más activos y con mayor publicidad; no recuerdo otros años pero en este unas grandes pantallas nos descubrían sus paraísos naturales. 


Costa Rica es un stand lleno de verde, su naturaleza es su gran patrimonio y patrocinador turístico; y frente a su stand el de Panamá, donde encontramos dos señoritas vestidas con trajes típicos. 


Y sinceramente no tengo ni idea de qué va vestido (lo más lógico es preguntar para informarse), pero la máscara es terrorífica. 


Una de las visitas concertadas es al pabellón de Perú, un destino que algún año llegará para nosotros, y hacia allá voy, donde ya ha empezado la presentación y me uno tarde al grupo. 


Tras la presentación nos ofrecen un aperitivo: un pisco sour, menos alcohólico que los que probé durante nuestro viaje por Chile, y un pequeño pincho a elegir entre ceviche o pulpo al olivo, decantándome por el segundo. 


De Perú a Canadá, es el siguiente stand programado, que resulta que no es excesivamente grande, más bien ofrecían viajes de idiomas (esa muy percepción), donde tras la presentación nos ofrecen una copa de sidra helada o sidra de hielo, de la que desconocía su existencia, con lo que había que probarla, y resulta que está buena, aunque quizás algo temprano para tanta copita. La sidra de hielo es una bebida obtenida por fermentación alcohólica del zumo de manzana, que debe tener una concentración de azúcar antes de la fermentación, producida únicamente por frío natural, por lo que en la zona este del país se da el clima adecuado.



En el pabellón un policía montado para tener la foto.


Tras esta visita algo de tiempo libre para curiosear la feria, tiempo en el que paseo por España, que no todo es viajar fuera de nuestras fronteras, donde hay menos afluencia de visitantes. España tiene stands en varios pabellones, y de nuevo tengo la sensación de menor espacio ocupado.




En otros años no me he fijado por lo que no sé si es repetición o novedad, pero el stand de Mallorca simula la puerta de embarque de un avión. 


Salgo de España pasando por Galicia, donde no faltan las conchas de vieiras como decoración. 


Y por el casi desierto stand de Madrid. 


Para cambiar de país y de continente, paso por el stand de la renovada Iberia. 


Llego a Asia, pasando primero por China con sus farolillos y su oso panda.


Y finalmente a nuestro añorado y querido Japón, que tan buenas enseñanzas y cultura nos aportó. 


Hay una breve presentación del país y luego tiempo para  fotografiarse con señoritas ataviadas con el típico kimono, y donde otros participantes de otros países también acuden a tener su fotografía de recuerdo, en este caso de la riviera Nayarit de México. La foto de la foto, intercambio cultural. 


En este stand consigo mi nombre en japonés, elaborado con destreza por una señora muy agradable, donde de nuevo me topo con el lenguaje y sus leyendas reales: el japonés no tiene "l" pero la "r" la pronuncian como "r", así que cuando la rectifico al escribir mi nombre, las dos sonreímos. 



Aquí termina mi paso por Fitur, el resto de bloqueros seguían con las actividades, un tour de shopping y comida, al que no me apunté. La experiencia ha sido diferente, primero por acudir sola (aunque luego lo hacías en compañía), segundo por ser responsable de las fotografías (siento su calidad, pero yo no soy normalmente la autora de las fotografías publicadas en el blog, solo ocasionalmente por no tener otra disponible para contar visualmente lo que escribo), y tercero, porque no he salido cargada de folletos, a los que luego hay que hacer una criba por cuestión de utilidad y espacio.

¿Una valoración?, la que he ido diciendo a cada momento, menos espacio utilizado en los pabellones, aunque no puedo decir que países han faltado y que países nuevos han acudido, y menos afluencia de personas (no solo por no estar abierta al público en general, creo que algo se mueve en sentido negativo en el turismo).

Siempre me ha gustado la feria por su colorido, hay stands más vistosos o afortunados que otros (cuestión de gustos personales también por supuesto), por la posibilidad de viajar un poquito y curiosear posibles opciones, que incluso a lo mejor no nos las habíamos planteado (aunque para mí todo el mundo es un futurible). Así que posiblemente, ¡hasta el año que viene!.



22 de enero de 2014

Londres - Té en Palm Court del Hotel Langham



El té de las 19.30 

Para la última tarde-noche que pasamos en Londres el plan estaba elegido de antemano, aunque tuvimos que hacer la reserva por internet para ahorrarnos sustos de no encontrar mesa si nos presentábamos de improviso; y como ocurrió eso, que ya había "overbooking" en algunos de los salones de té reconocidos y conocidos, hicimos un pequeño peregrinaje por los hoteles clásicos de Londres en busca de acomodo, pasando por el que se ha hecho famoso por haber alojado a la familia de la actual princesa de Cambridge, por los clásicos The Ritz y The Dorchester, para acabar en otro clásico, The Langham, y es que para el acto del té no nos valía cualquier hotel o cafetería-pastelería, tenía que tener su historia, su “pequeña clase”, que ya habrá ocasión (Londres será un destino recurrente con toda seguridad para nosotros) de hacer otras catas más modernas. 



Lo normal es que el típico té de las cinco se tome entre las tres y las cinco, pero este horario nos quedaba bastante justo para aprovechar el tiempo de pasear por la ciudad, ir al hotel a cambiarnos y llegar al lugar elegido, el destino quiso que tuviéramos la opción del que llaman High Tea, que sirven a las 19.30 en el hotel. Se trataría de un té merienda-cena.




Cuando se inauguró el hotel en 1865 se convirtió en el hotel más elegante de la capital británica. Entre sus huéspedes de entonces se cuentan Oscar Wilde, Mark Twain o Anton Dvorak. Cuando posteriormente se ha renovado el hotel se ha conservado su fachada. El vestíbulo está decorado profusamente en mármol y en sus techos cuelgan impresionantes lámparas de cristal. Por supuesto no faltan adornos navideños, pero sin excesos.




Desde el vestíbulo se accede al Palm Court, donde disfrutaremos de nuestra hora del té, del que sale la música del piano que nos acompañará durante parte de la velada. Según la página web parece que la elección que el destino nos tenía deparado para esta experiencia no podía ser mejor, ya que cuenta la tradición del té nació en este hotel y en esta sala hace 140 años. 



Destaca como decoración navideña un simpático tren decorado con algunas figuras de azúcar como bastones, caramelos y bombones, aparte de animales de peluche que hacen el local más “infantil” y menos imponente. 




Comenzamos la velada con dos pequeñas copas de champán Laurent Perrier (esto es optativo, se puede tomar el té sin el champán, pero ya que estábamos allí mejor con todo incluido).




Pedimos el té, que es lo único que se puede elegir esta tarde-noche para la hora del ídem, entre una amplia carta, pero para no complicarnos demasiado ni perder mucho tiempo (hay que leer, traducir y luego jugar al azar en la elección) lo dejamos en manos del camarero: un té negro clásico y un té negro afrutado. 




Cada uno tiene su tetera para ir sirviéndose a placer, tetera que colocan en una bandeja de varios pisos con patas en el suelo. Normalmente hemos visto estas bandejas para colocar los platos de los alimentos que sirven con el té (como nos ocurrió en nuestra primera experiencia de hora del té en Dublín) sobre la mesa, pero en esta ocasión solo será utilizada para depositar las teteras. 




Comenzamos con una selección de canapés fríos: tartaleta de lenguado, de pepino con pescado frito, y una tartaleta con cuscús. Resultan sabores sorprendentes y diferentes pero la cosa es que nos pareces muy ricos, y en la votación ganó el de cuscús. 





Al tiempo que los canapés llega un plato de sándwiches, finger sándwiches: de pechuga de pavo asado con mayonesa; de mayonesa de huevos de pato (¡¡¡) con caviar; cangrejos con hinojo y mostaza con eneldo; de salmón ahumado escocés con pepino y rábano; y de roast beef con rúcula y pimienta negra. Todos muy ricos aunque por supuesto no son nuestros sándwiches cotidianos, menos es el de roast beef que poco a poco se abre paso en nuestras cocinas. 




Como no estamos en el afternoon tea sino en el high tea los clásicos scones (panecillos solos o rellenos de fruta o queso, que además se pueden untar con mermelada; una aportación generosa de calorías y grasa) son sustituidos por una pequeña taza de sopa del día, que hoy es de tomate (podría haber sido de alcachofa, que aunque es un vegetal que me gusta en crema o sopa no lo tenía yo tan claro). 




Pero unos scones no se pueden sustituir solo por una tacita de sopa, además se elige entre una tortilla –con los ingredientes que queramos o una Arnold Bennet, que creo que es con pescado, o unos huevos a la florentina (huevos escalfados cubiertos de queso sobre una capa de espinacas y una rebanada de pan). Muy ricos y sabrosos estos huevos, esto ya parece una cena en toda regla. Nuestras teteras son rellenadas nuevamente(¡larga vida al té!)




Para finalizar un postre cargado de azúcar. 



Vayámos uno a uno: 


Cranberry snowflake macaroon, un "copo" de macaron de arándanos. Dulce, muy dulce. 




Mandarin orange dome with golden star. Una "cúpula" de mandarina, por supuesto de color naranja, con una estrella dorada, de chocolate. Dulce, muy dulce. 




Christmas bauble cookie. Una galleta navideña, en lugar del típico hombre galleta. Dulce, muy dulce. 




Christmas log cake with mini mushrooms, lo más parecido a un pequeño pastel de chocolate con dos setas de decoración. Dulce, muy dulce. 




Se acabó el High Tea… sniffff… la experiencia ¡genial!, es muy divertido, sobre todo por la casi novedad  de todo, y sobre todo porque el ambiente no era regio ni serio (eventualidad que nos condicionaba un poco), aunque por supuesto no era de alegría desbordante, este hotel no es para este tipo de eventos, aunque de camino al baño pasé por el rincón del bar-coctelería donde la música sonaba a todo altavoz. Creo que seguiremos haciendo otras pruebas de afternoon o high tea en próximas visitas a Londres e incluso podríamos hacer nuestra próxima clasificación.