Un
palacio de mentira
Desde Eindawya Paya
vamos hasta el último lugar de visita del día de hoy, el palacio de Mandalay, situado al sur de la colina de Mandalay (desde
donde tuvimos vistas de él). El vasto reciento que ocupa está rodeado por una muralla de 2 km de longitud por
cada lado (terrible pensar en afrontar su perímetro andando), 8 m de alto y 3 m de espesor en su
base, que contaba además con 48 torres de vigilancia. Tras la muralla hay, un foso de 70 m
de ancho y 3 m de profundidad, que originalmente estaba cruzado por varios puntos (había que
buscar su accesibilidad para no dar rodeos imposibles).
El muro tenía doce
puertas de entrada, y la que está abierta para los visitantes es la situada en
la muralla este, en el centro, y en este camino hasta llegar a los edificios palaciegos se pasa junto a cuarteles militares que se han instalado en el recinto.
En 1856 el rey Mindon
Min ordenó el traslado del palacio de teca de Amarapura a Mandalay, ya que
había tenido un sueño y los espíritus nat le habían dicho que este lugar ofrecería
riqueza y prosperidad a su pueblo, gloria para él mismo y esplendor a la
religión budista (a sueño pasado, podemos pensar: que poca visión de los nat y que pesadilla la de Mindon). El
traslado se termina en 1856, realizándose con elefantes que soportaran las
pesadas cargas, y el nuevo palacio recibe el nombre de Mya Nan San Kyaw, “el
palacio real de esmeralda”, que tenía 89 salones principales y 114
apartamentos reales.
En el palacio
vivieron el rey Mindon y el rey Thibaw, este último hasta que el ejército
británico sitió la ciudad en 1885 y le envió al exilio en la India,
pasando a utilizar el palacio como residencia del gobernador y como club, además de usar
algunas dependencias como barracones de la tropa (la extensión del lugar daba para
mucho).
Durante gran parte de
la Segunda Guerra Mundial, Mandalay estuvo en poder de los japoneses. El 17 de
marzo de 1945 el palacio es bombardeado y se incendia, quedando en pie el foso,
la muralla y algunas bases de edificios. Solo se salvo de la destrucción el
palacio dorado, ya que el rey Thibaw Min lo trasladó de lugar por creer que
el fantasma de su padre Mindon se había quedado a vivir en él.
A ambos lados de la
entrada hay unos cañones británicos, traídos desde Gran Bretaña para la guerra, que
originalmente solo podían moverse hacia delante y hacia detrás, pero ingenieros
birmanos consiguieron que se pudiera girar al subirlo a un carro con ruedas.
Dada la destrucción total
del palacio, lo que vemos es una reconstrucción realizada a finales de la década
de 1990, por orden de la Junta Militar, que por supuesto generó mucha
controversia.
Un mapa del conjunto para imaginarlo mejor:
Pasamos por el hall
de Audiencias Mye Nan, que se distribuye en dos alas simétricas a izquierda y
derecha.
Desde aquí se entra
al gran hall de Audiencias, con el tejado de siete alturas pyathat, que tiene una altura
de 77 m. Extraña nos parece la actitud de veneración de un grupo de visitantes
hacia el trono del León, uno de los ocho tronos que había en el palacio, donde
están las imágenes del rey Mindon y su esposa. Los reyes accedían al trono por
una escalera y puerta situada detrás, en un pabellón pequeño.
A partir de aquí
hacemos una visita un poco “locuela”, ya que además Myo nos ha dejado a nuestro aire, por lo que vamos paseando por el complejo y entrando a los
edificios en los que se puede, pero realmente sin gran convencimiento.
A la derecha hay un
edificio blanco, el hall del consejo privado, cuyo interior está vacío, aunque
hay un pedestal para colocar una imagen. A continuación de este edificio, otro
de similar factura arquitectónica, más pequeño y de menor altura.
A la izquierda, unido
por un pasillo cubierto al edificio del hall del consejo privado, el hall de la Victoria, donde de nuevo nos
recibe el rey Mindon.
A continuación, el
pabellón de palacio central, también llamado palacio de cristal, que era el
alojamiento real. El sobrenombre claramente es dado por los mosaicos de cristal
que recubren su fachada, escaleras de acceso,, columnas y en general su decoración del
interior.
En el interior de este edificio, la
omnipresente imagen del rey Mindon y su esposa (esto es estar hasta en la sopa).
Entramos y salimos
por las diferentes puertas que hay en los pabellones, tanto en los laterales
como por las que los comunican, así que la visita fue bastante descontrolada, casi como si jugáramos a perdernos.
Al final de este
pasillo con edificios a ambos lados, se encuentra la sala del té, donde además
se guardaban algunas armas clásicas, que eran utilizadas por los guardianes del
rey cuando salía de ella (un poco surrealista mezclar armas con el té).
A partir de aquí, una
sucesión de edificios rojos y columnas blancas se despliega en el recinto.
Al final del complejo
visitable hay un edificio que alberga un museo, que dadas las piezas que se
exhiben ya hace que merezca la pena la visita al palacio: muchas piezas con gran trabajo en madera,
decoraciones, artículos de bronce, cerámica, sillas de monjes, carruajes, camas
reales…
Conocemos las llamadas pinturas
parabaik, realizadas en tablillas hechas con papel, tejido o metal, a modo de
cuaderno en acordeón.
Hay una pequeña
sección dedicada a los trajes que se vestían en la corte real.
Os presento "formalmente" al famoso
rey Mindon, que no es lo mismo una estatua que una fotografía.
Damos media vuelta para volver al inicio, pero ahora vamos
buscando el último edificio a visitar, la torre Nan Myint Saung, de 24 m de altura.
Se suben 121
escalones, que a mí me cuestan varias paradas, ya no estoy para estos trotes, y
mucho menos a estas horas de la tarde y con calor. Desde arriba se tienen
buenas vistas del complejo palaciego y de la ciudad.
También se ve la colina de Mandalay.
Durante el paseo hemos buscado un lugar pero no hemos sido capaces de
encontrarlo, no tenemos muy bien situada su localización, así que al reunirnos
con Myo junto al salón del trono le pregunto por él, y de nuevo tiene que
preguntar él porque no sabe donde se encuentra, así que salimos de esta zona,
que no del amplio recinto palaciego, y hacia la izquierda de la entrada se encuentra la tumba
del rey Mindon.
La tumba todavía conserva
parte de su decoración con mosaicos de cristal, y el mausoleo se ve bonito,
aunque parece ser que una restauración de 1898 borró la decoración que hasta
entonces existía.
Alrededor de esta
tumba y en los terrenos que lo rodean también hay otros mausoleos y tumbas, como el de
la madre del rey Mindon, aunque no son tan grandes ni están en tan buen estado, pero creo que en general es un buen lugar a visitar.
No muy lejos hay una
fuente, en la que no funciona el agua, rodeada por las estatuas de reyes o
principales figuras históricas: príncipe Kanaung, Maha Bandula (tercera fotografía), Bodawpaya (segunda fotografía), Alaungpaya (cuarta fotografía), Thalon, Bayinnaung,
Alaungsithu, Kyanzittha (quinta fotografía) y Anawrahta (sexta fotografía).
Desde el coche vemos
el último de los lugares que tenía reseñado, pero no pedimos parar, se trata de
una colección de más de seiscientas losas de piedra grabadas que fueron
agrupadas por el rey Bodawpaya, trasladándose desde Amarapura.
Podía haber cambiado
la visita al palacio por otras pagodas, o a otro monasterio de teca, o incluso al mercado, pero preferí mantenerla por curiosidad, no porque pensara que el lugar
fuera a ser espectacular, pero al menos el solar que ocupa si es histórico y el paso por el museo ha
resultado interesante, así como por la tumba del rey Mindon.
Acabamos el día,
decidimos que nos lleven al hotel para poner otra vez un poco de orden en las
maletas y sus ropas, ya que mañana salimos de nuevo de viaje, y también algo de
descanso nos vendrá bien.
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