Kalaw es la población de la que parte el trekking que en dos o tres días
lleva hasta el lago Inle, pero como nosotros este recorrido lo haremos
en coche, la razón de haber hecho una parada en esta población es para
hacer un pequeño trekking por los alrededores. En principio, este
trekking se realizaba el día anterior, nada más llegar del viaje de
avión desde Bagan, y para hoy estaba prevista la visita a las cuevas de Pindaya, pero preferí hacer un cambio, si el día anterior madrugábamos y
empezábamos más tarde el trekking, podría hacer más calor y no sería
bueno para nuestros cuerpos; creo no me equivoqué al hacer el cambio.
Lo primero es desayunar en el hotel, aunque tampoco hacemos un gran desayuno, lo justo como para llevar calorías en el cuerpo pero que no fueran muy pesadas como para caminar.
Esperamos a Myo y al chófer, ellos se alojan en el pueblo, y esto supone casi media hora de viaje por un camino de tierra, que no es barro porque no ha llovido mucho, solo ha sido un pequeño chaparrón nocturno.
Junto al hotel hay una pequeña escuela, desde la que salen cánticos de los niños aprendiendo lecciones, la verdad es que suena bonito, así que con música las letras entran.
Lo primero es desayunar en el hotel, aunque tampoco hacemos un gran desayuno, lo justo como para llevar calorías en el cuerpo pero que no fueran muy pesadas como para caminar.
Esperamos a Myo y al chófer, ellos se alojan en el pueblo, y esto supone casi media hora de viaje por un camino de tierra, que no es barro porque no ha llovido mucho, solo ha sido un pequeño chaparrón nocturno.
Junto al hotel hay una pequeña escuela, desde la que salen cánticos de los niños aprendiendo lecciones, la verdad es que suena bonito, así que con música las letras entran.
Todos juntos volvemos a
Kalaw, allí han quedado con el guía que nos acompañará durante el
trekking, Mr.Te (abreviatura para que nos sea más fácil llamarle), un
simpático birmano, con el que nos tendremos que comunicar en inglés (en
el suyo y en el nuestro). Mr.Te organiza el lugar del que partiremos la
caminata, así que en coche pasamos por caminos por los que por momentos
parecía que el coche (normal, nada de todoterreno) no sería capaz de
pasar y nos encallaríamos, pero la pericia del joven
conductor evitó el desastre. Comenzamos a caminar sobre las 9.30 h y la
teoría es que el trekking será de unas dos horas y media…esperándonos el
chófer en el punto de salida concertado con el guía.
Al comienzo, dado que estamos junto a un pequeño grupo de casas, hay un conjunto de estupas, nunca pueden faltar en cualquier rincón del país.
El
sendero es fácil, llano y seco, comenzando a ver extensiones de
cultivo, ya que esta zona es como la gran huerta del país: berenjenas,
coliflores, aguacates, naranjas… Las mujeres están en la labor agrícola,
principalmente vimos a mujeres, y antes de hacer las fotografías las
miramos y llamamos su atención para pedirles permiso de hacerlas.
Mr.Te despliega su sentido del humor y nos señala lo que llama un búfalo chino, aunque realmente sea japonés.
El
tiempo nos acompaña, ya que el sol está escondido, aunque nos preocupa
que de repente se ponga a llover en forma de diluvio universal –ninguno
de los dos apostamos por llevarnos las botas de montaña, una cuestión de
espacio y peso en la maleta, así que podemos acabar de barro hasta
donde desconocemos-. El paisaje es maravilloso, los cultivos llegan
hasta las laderas de la montaña, el sol comienza a asomar
intermitentemente, ¡y cómo pica!, como que prefiero las nubes.
Vemos grandes plantaciones de arroz.
La
caminata está resultado agradable, la conversación con Mr.Te pasa por
todos los aspectos de la vida, principalmente de la suya, que nos la
cuenta entera, que nos resulta simpática porque su mujer es budista, él
cristiano; su mujer es más joven que él y la madre de ella no lo
aprobaba, pero él insistió hasta que lo consiguió...
Somos
adelantados por un grupo de excursionistas de diferentes
nacionalidades, que llevan un paso infernal para mí, que no sería capaz
de seguir ni haciendo el mayor de mis esfuerzos, con lo que me alegro
inmensamente de ir solos (seremos asociales pero al menos yo no echaré el bofe
con ese ritmo).
Tres mujeres en plena faena
agrícola nos sonríen, sobre todo una, y nos dan su permiso para
fotografiarlas, ¡gracias!, por todo, sobre todo por las sonrisas.
Llegamos
hasta un pequeño grupo de casas, palafitos con paredes de bambú (qué
frágiles nos parecen con la lluvia, aunque dicen que por aquí no llueve
con tanta fuerza).
Estas casas creo que forman parte de la alejada aldea habitada por la etnia palaung, que vemos en la lejanía.
En menos de quince minutos alcanzamos la aldea.
Pasamos
junto a la escuela, donde levantamos una algarabía entre los niños, que
dejan de atender a los profesores para mirarnos detalladamente, otros
extranjeros están de paso por aquí.
Pedimos
permiso a los maestros para tomar fotografías, seguimos aplicando la
norma del respeto, sobre todo ahora tratándose de niños. La manera de
agradecer es dejar un donativo para la escuela, que seguro que les viene
muy bien (nosotros no llevábamos libretas ni lápices, que seguro que también son bien recibidos, aunque el dinero por muy materialista que suene es más directo al aplicarse a las necesidades directamente).
Pasamos junto a una cabaña donde lo que parece ser una familia (a lo mejor son solo trabajadores, pero me gusta creer en la familia) está trabajando con hojas de té verde.
Muy
cerca hay unos nichos como si contuvieran los puestos
planetarios, pero no parecían estar todos, así que serían pequeños
santuarios.
Sobre las 11.15 hacemos una parada en la casa de un ciudadano que conoce Mr.Te, que nos ofrece un té de bienvenida, que nos sienta de maravilla, tanto por estar sentados un rato como por la hidratación (sí, llevamos agua también).
El amable señor nos
deja pasar a su casa para ver cómo viven, donde el menos es más, no
tienen de nada pero parece que lo tienen todo, y nosotros empeñados en
nuestro consumismo, materialismo, coleccionismo… en el que todavía
seguimos inmersos. Nos encanta ver la foto de la boda de uno de sus
hijos, vestidos los novios con los trajes de gala. Nos ofrece artículos a la venta, ya contábamos con ello ya que es un modo de vida: ropa confeccionada
por su mujer, y paquetes de té verde, artículo por el que finalmente
nos decantamos para agradecerle su hospitalidad.
Caminamos por la calle principal del pueblo.
Entramos en el monasterio, donde los hábitos de color rosa tendidos nos indican que es femenino.
Seguimos
a Mr.Te, no sabemos por dónde podemos andar y no queremos ofender, y
entramos a las cocinas, donde una monja nos ofrece fruta del Jack, muy
sabrosa y dulce.
Salimos del pueblo.
Justo a la salida del pueblo vemos árboles con la fruta del Jack, que parece que
tienen dueño por los carteles que cuelgan junto a ellos.
Continuamos
el camino, que comienza a ser algo a trompicones, ya que es una bajada con
piedras, así que como mis rodillas no soportan el trajín, voy despacio,
haciendo que los demás vayan a mi ritmo, ya que si intento acelerar lo más
posible es que tengan que acabar llevándome a la sillita la reina, así
que mejor lentos pero seguros.
Mr.Te nos va
contando cómo se desarrollará el camino, las bajadas y subidas del
camino, las dificultades o bondades del mismo. Lo que más nos ha
asombrado del trekking, aparte del paisaje, es que hay cobertura de
móvil todo el tiempo, ya que se va comunicando con Myo o con el chófer
para ir contándoles por dónde estamos y cuando piensa él que podremos
terminar, sobre todo viendo mi ritmo.
Mr.Te
se para y nos enseña una oruga que se ha posado en su gorra, ¡menos mal
que no ha sido en la mía!, que en ese momento Mr.Te hubiera visto cómo
si puedo correr y mucho, además de comprobar la capacidad de mis pulmones para gritar.
Volvemos a salir a los huertos y plantaciones.
Pasamos
junto a una cabaña donde comer, beber, evacuar o alojarse; un alto en
el camino siempre viene bien, aunque no será nuestro caso.
Nos
queda poco camino que recorrer, aunque reconozco que esta última etapa
me costó bastante, tuve que recurrir a la fuerza mental para tener
fuerza física, y es que lo que se suponían dos horas y media, en mi caso
han significado cuatro horas y media, retraso motivado por mi ritmo
claramente, que Mr.Te y mi pareja hubieran podido batir un récord de
trekking.
Insistí en hacer un pequeño trekking durante la planificación del viaje y desde luego ha merecido la pena hacer un alto en
la visión de pagodas, estupas, monasterios, santuarios y tener este
contacto con la naturaleza, y con algunos humanos a través de las
sonrisas y las miradas, de su amabilidad y hospitalidad.