31 de mayo de 2013

España - Trijueque (Guadalajara)

El balcón de miel

Una de esas escapadas de ida y vuelta desde Madrid que de vez en cuando intentamos realizar, fue a la provincia de Guadalajara, en la que recorrimos varias localidades. La primera parada  fue en Trijueque, a 81 km por la N-II. 


La mayoría de los historiadores consideran que Trijueque es una fundación árabe, que tras la reconquista cristiana pasó a pertenecer a la Villa y Tierra de Hita, y posteriormente al Señorío de los Mendoza. Fue declarada villa por Fernando el Católico en 1503, permitiéndole cierta autonomía ante el poder señorial, especialmente en el aspecto juridisccional. 

En estas tierras alcarreñas se libraron diferentes guerras: contra los navarros en el siglo XV, contra los ingleses en el siglo XVIII, contra los franceses en el siglo XIX, contra los italianos en el siglo XX; todas ellas empobrecedoras para el territorio. En la Batalla de Guadalajara, durante la Guerra Civil Española, librada del 8 al 18 de marzo de 1937, Trijueque quedó en medio del frente, siendo ocupada primero por las tropas italianas el 11 de marzo, que se retiraron ante el avance de las tropas republicanas el 13 de marzo; junto a los numerosos muertos y heridos también quedo una población destruida.  

Entramos en la Plaza Mayor, donde aparcamos para poder caminar algo por la villa. 



En la plaza, como en casi (aplico este término porque siempre hay excepciones y mejor no pillarse los dedos ni la lengua) todas las plazas, se encuentra el reconstruido Ayuntamiento tras la Guerra Civil; el original databa de 1560. En su fachada los escudos de los Mendoza y del municipio.


El reloj de la torre se instaló en 1955. 

También en la plaza se encuentra el edificio del Real Parador de Carruajes, construido en 1788, una posada que era parada obligatoria en el antiguo camino (y no tan antiguo, porque siendo población de paso por la N-II, aunque ya no es parada obligatoria sino aleatoria) de Madrid a Zaragoza. La posada funcionó hasta la mitad del siglo XIX, siendo destinada posteriormente a Escuela Pública y luego a Centro Social Polivalente. 


Uno de los lados de la plaza presenta soportales, aunque el edificio sobre ellos es de nueva construcción, lo que desentona bastante. 


Pasamos bajo los soportales y salimos a la calle de la Iglesia, donde se encuentra el magnífico Mirador de la Alcarria, destacando aparte del valle, los cerros de La Muela (izquierda) y de Hita (derecha); a la derecha de la foto el Pico de las Palomas.


A los pies del cerro de Hita se encuentra la población del mismo nombre, Hita. 


La abundancia de plantas aromáticas como el romero, el tomillo, el espliego y la lavanda hacen posible la producción de una exquisita miel, la miel de la Alcarria; aunque para mucho decir Alcarria es decir Camilo José Cela, que describió la comarca en el interesante Viaje a la Alcarria (que fue una de las lecturas obligatorias en mis tiempos de estudiante). 


Bajando por la calle de la Iglesia se llega, como no podía ser de otra manera con este nombre, a la Antigua Iglesia de la Asunción


Antiguamente el edificio fue el palacio de los Mendoza (esa gran fachada ya daba pistas sobre su anterior función), y en él estuvo custodiada en 1470 Juana la Beltraneja (y la memoria recuerda a fogonazos la historia aprendida). En el siglo XVI se convierte en iglesia con una arquitectura plateresca.


El templo está coronado por una espadaña. 


A la iglesia no se puede entrar, una verja corta el paso, y es que se ve que el edificio está en completo estado ruinoso, aunque siempre se puede intentar mirar por a través de los barrotes de la verja.



Pero desde el terreno que la rodea se sigue contemplando el bonito paisaje de La Alcarria. 



Como la localidad no es muy grande subimos por otra de sus calles de vuelta a la Plaza Mayor, y si bien no vemos población humana, sí que encontramos una importante población gatuna reunida (parecía un cónclave). 


Caminando llegamos hasta El Torreón, uno de los dos torreones del siglo XV de la antigua muralla de la villa. 


El torreón mide ocho metros de altura y 14 m de ancho.


Se puede subir al torreón por la escalera, y así ver el mundo de tejados, muchos de ellos en abandono y mal estado, y de nuevo la Alcarria, aunque en menor medida que desde el mirador.  



Las calles de la población siguen vacías, si no fuera por estas dos almas que pasean por ellas. 



Trijueque nos enseña el paso del tiempo en sus casas abandonadas, sus habitantes buscaron una mejor vida fuera de aquí, como en muchos pueblos (y ahora todo ha cambiado, hay que abandonar las ciudades y volver a los pueblos a encontrar trabajo o subsistencia personal con huertos y animales para consumo...las vueltas de la vida). Sobre algunos dinteles cuelgan cuernos y  sobre otros ya no puede colgar nada. 



Uno de los gatos de la reunión parece que hace de espía y nos ha seguido una parte de nuestro camino. 


Volvemos a la Plaza Mayor teniendo en nuestras retinas el bonito pasaje alcarreño.