3 de junio de 2019

Botswana - Parque Nacional de Chobe - Mamíferos

El día es un safari

Está claro que si hemos venido a Botswana es para hacer ver animales en libertad, en su hábitat (en el que los vamos dejando), y para ello hay que ir ¡de safari!.  Para ello contaremos con la inestimable colaboración de nuestro guía-chófer y tracker (rastreador) Innocent, y su coche, que será como nuestra casa durante el día, ya que pasaremos horas y horas en él. Yo me tengo que encaramar como los monos en las ramas de los árboles para subir a él, sobre todo si nos toca en la fila segunda o tercera, más altas, así todo el mundo puede tener visibilidad. 


La primera tarde de safari, después de tomar el té en el campamento, salimos con la pareja de españoles que volvían de hacer el suyo por la mañana, y con ellos recorremos lugares por los que ellos han pasado, porque Innocent sabe que hay animales todavía, no se pueden haber ido sin haber terminado su faena. 

De repente, un documental en vivo pasa frente a nuestros ojos: jirafas que corren cuando durante su paseo se encuentran con una manada de leones, que están atareados. Innocent lleva su propia cámara fotográfica, él tampoco se puede resistir a la llamada fotográfica, ¡la de fotos impresionantes que debe tener en su casa!. 


Son jóvenes leones que están comiéndose una jirafa, pero no es de las que han salido corriendo, esta ya lleva muerta al menos dos días, y su olor la delata cuando el viento sopla y nos lleva hasta el coche y nuestras narices su aroma de muerte y vida (sin ella los leones no sobreviven, la ley de la naturaleza es implacable). 

Con el sonido del coche los leones se ponen en guardia por un momento, pero para ellos realmente no somos importantes, no somos ni enemigos ni presas, y además a estos vehículos se han acostumbrado, pero unos segundos si que nos miran y al ser mi primera vez -mi primer contacto visual con leones libres, tan al alcance de mis manos, y lo que es peor, yo de sus garras y fauces-, me impresiono, no me asusto, pero me parece una mirada desafiante sin lugar a dudas.

Puede sonar aburrido, pero lo que hay que hacer cuando te encuentras una escena de este calibre, es esperar y sobre todo observar el comportamiento de los leones, cómo devoran la pobre jirafa, y de lo que va ocurriendo alrededor; con lo que no se trata de llegar, sacar dos fotografías e irse, sino de pacientemente esperar y “disfrutar” del espectáculo. Esto es voyaurismo animal, pero de su comportamiento podemos aprender mucho...


Además los leones tienen que vigilar su presa, ya que a su alrededor los buitres están esperando un descuido, que como no llega, lo que hacen es esperar su turno de animal carroñero. 



Entre los buitres, como si quisiera camuflarse, el ave elegante, un marabú, que es elegante porque parece vestido con smoking, como si fuera “el cobrador del frac”, que en este caso sería “el cobrador de los restos”, pero al tiempo parece torpe al caminar, y da la sensación de despistado. 


Enfrente, hacia la zona del río, hay un revuelo de buitres, por lo que Innocent mueve un poco el coche para acercarse y ver qué es lo que pasa. Un elefante muerto yace junto al agua (muerte natural), y su cuerpo está siendo tomado por los buitres. Innocent supone que como no hay leones, estos no lo saben todavía porque si no ya hubieran llegado a hacer guardia junto a esta suculenta y sorpresiva presa. 


Silenciosa, con cara de malvada, una hiena solitaria se va acercando a la escena y al coche, mirando a derecha e izquierda, para saber dónde será más fácil hincar bocado. 


Emprendemos el camino de vuelta al campamento, Innocent sigue mirando hacia todos los lados por si encuentra rastros o pistas. En el río vemos nuestros primeros elefantes en libertad completa -no contamos nuestro contacto con Jumbo en Elephant Camp de Victoria Falls-. En Botswana son los reyes -o lo eran, porque ahora han vuelto a abrir su caza, y ya veremos las consecuencias en su población y en el hábitat. Es una típica postal de África, aunque todavía están muy lejanos. 


A la sombra de unos árboles una pareja de leones machos adultos, están en pleno descanso, ya que durante el día no son nada activos, el calor los aplatana y no tienen muchas fuerzas, que utilizan para cazar si encuentran el momento, pero normalmente salen de caza por la noche, que el frescor y la oscuridad les ayuda. Allí están, haciendo una buena siesta panza arriba; una pena que ninguno de ellos se levantara para ver su poderío y sobre todo su melena. 


Ya es hora de regresar, y nosotros estamos emocionados, no hemos visto una gran cantidad de animales pero ha sido todo muy impactante. En el campamento nuestros bidones de agua caliente están preparados para que nos demos una ducha, que no puede ser tranquila, primero porque hace algo de frío en la tienda, y segundo porque la hora de la cena se acerca. 

Antes de cenar, nos reunimos alrededor de la hoguera para tomar una copa y compartir tanto con otros huéspedes como con el que hace las funciones de embajador del campamento. Es un momento muy agradable. Luego sale el cocinero para cantarnos los platos de la cena y ya podemos disponernos todos en la mesa, ¡que corra el vino! ¡y el inglés!

Esta noche duermo genial, algunos ruidos de animales pero nada del otro mundo ni nada que me preocupara, aunque parece que estuvieron juguetones algunos monos por las tiendas ya que se corretearon por el techo, pero por la nuestra no, o es que tenemos el sueño muy pesado. 

Amanece en el campamento, hace un frío interesante, las 6.30 h de la mañana y aquí no hay paredes, así que cualquier soplo de aire no es precisamente acogedor ni agradable. Con el amanecer salimos de safari, la temperatura es fresca, pero al ir en un coche abierto, ya no es frescor, es un frío tremendo, así que además de tener que llevar los polares puestos, tenemos que hacer uso de las mantas que para este menester están en nuestros asientos.

Hacemos la misma ruta que ayer por la tarde, ya que vamos buscando a los leones con su jirafa, y en el camino nos sale un león, al que hay que respetar y no molestar, toca esperar a que decida tomar ruta hacia un lado u otro, él tiene preferencia de paso. 



La familia está junto al cadáver de jirafa, custodiando su presa, pero ya saben que hacia el otro lado hay un elefante muerto, y están acercándose a él para tener dos puntos de comida, por lo que hay que tomar posiciones. Cuando uno se termine, que no le queda casi nada, ya tienen el nuevo preparado. 



Innocent va en busca de un nuevo animal, que a nosotros nos encantaría ver, el leopardo, pero es uno de los más escurridizos junto con el guepardo por supuesto, va viendo las huellas que ha ido dejando a su paso por el camino e intenta seguirlas. 


En lugar del leopardo vemos a los babuinos, que siempre están por ahí. 


También vemos a los animales que llaman el buffet de África, los preciosos impalas, con sus características rayas negras en el trasero (de los antílopes y variedades hay que buscar sus diferencias en los cuernos, pero en este caso es mucho más sencillo). Son llamados así, el buffet de África, porque son presa de todos, y como hay muchos, siempre pueden ser cazados. 



De repente una inmensa manada de búfalos se dispone a cruzar el camino por el que vamos, por lo que hay que esperar a que lo hagan, pero no importa, no hay prisa, y además a esto hemos venido, a ver a los animales haciendo lo que hacen, no lo que queremos que hagan.  
Algún búfalo se planta ante nosotros y nos mira con gran descaro, y también disfrutamos con los pequeños búfalos, que nos producen mucha ternura, sobre todo sabiendo que los leones están tan cerca. 



Hacemos un descanso, en un área donde hay baños; Innocent nos monta una mesa con café o chocolate (chocolate al que yo añadiré unas gotas de licor) y unas galletas. Pero con mantel y todo, que esto es safari con glamour. Nos despedimos de la pareja de españoles, para ellos ha terminado su aventura en Chobe y continuamos solos con Innocent de safari. 


Sobre el suelo, los restos del paso del tiempo y de los animales, una calavera de búfalo. 


Otros animales que hemos visto en Zimbabwe y que veremos en más ocasiones en Botswana, es el facocero o jabalí verrugoso (Warthog en inglés; Pumba para los niños y no tan niños). En la mayoría de las ocasiones el facocero está corriendo, como si siempre llegara tarde, es muy asustadizo a cualquier ruido, y cuando se para a excarvar en la tierra ,esconde su cara y sus formidables colmillos en ella. 



Llegamos a otra escena de alimentación, en este caso una manada de leones están devorando un búfalo. Impresiona verles cómo lo van devorando con calma, y es que a estas horas del día hasta comer para ellos les resulta una tarea dificultosa, así que van dando bocados poco a poco, tras lo cual van descansando, pero nunca sin bajar la vigilancia sobre su presa. 


Mientras, una par de hienas andan al acecho, pero los leones no dejan que se aproximen, y ellas no lo intentan con demasiado ahínco, saben que tienen las de perder, y como mucho podrán ganar en un descuido. 


Una bonita escena familiar, una hembra de kudú con su cría. 



No muy lejos se encontraba el supuesto padre, con sus grandes cuernos, que además se voltea para mirarnos, ¿queréis una foto? Pues venga, vale, y luego nos hacemos un selfie todos juntos. Es un animal impresionante y precioso. 



El safari de la mañana se termina y volvemos al campamento, a ducharnos si queremos con agua fría, y sobre todo ¡a comer!. Y antes de volver a salir de safari, la hora del té. En el campamento nos encontramos con una familia de venezolanos, por lo que podremos seguir hablando en español, y esto nos libera del stress del inglés.

Por la tarde, por supuesto que a cada momento vamos viendo impalas, y es que hay muchos, muchisimos, así que el buffet sigue abierto, que aunque para los leones es un simple bocado que no le llega a las muelas, al menos cubre algo el hambre, pero seguro que son piezas que no compartirán como lo hacen con los búfalos, jirafas o elefantes, que pelearán por ellos, y que son más animales alimenticios para leopardos o guepardos. 



Y ¡por fin!, jirafas, uno de los animales que más me gustan, porque son tan altas que a ratos parecen torpes, pero a ratos parecen muy elegantes en su caminar. En sus cuerpos se ven unos pequeños pájaros, los llamados picabueyes, que se comen los parásitos de su piel y así les quitan los picores.



No muy lejos hay cebras, que aprovechan para beber en el agua, y es preciosa estampa, que disfrutamos como niños. 


Al acecho y camuflado entre la vegetación vemos un impresionante cocodrilo. 



Parece que estamos de suerte viendo animales hoy, ahora nos encontramos con los magníficos elefantes, esto es un no parar del clic clic de la cámara, y de los ojos, que cada vez están más abiertos. 


Es una gran manada que anda junto al río, en formación algo desorganizada. Los coches que estamos de safari nos mantenemos en alerta, e Innocent además si ve que los elefantes se acercan demasiado al coche , se aleja para no molestarles, no es necesario que tengamos la mejor fotografía digital, sino la mejor fotografía visual y emocional. 



Volvemos hacia el campamento, y antes paramos junto al cadáver de búfalo, del que los leones siguen comiendo, en su lento cometido: ahora como, ahora descanso, ahora como, ahora descanso… Es duro ver cómo lo están devorando, cómo se ven los huesos de sus patas peladas, que casi puedes escuchar el ruido de sus fieros dientes sobre ellos, no es una escena fácil de contemplar, que son las que normalmente evito ver en los documentales (entiendo la naturaleza, pero que no me gusta verla con toda su crudeza).  

Muy cerca del campamento nos encontramos con un elefante solitario, que la verdad no me tranquiliza saber qué está tan cerca, nuestra tienda es un pequeño obstáculo en su camino, aunque al menos ahora no estamos dentro de ella. 

Entramos al campamento, y volvemos al ritual de ducha, reunión en la hoguera con copa y cena. Eso sí, esta noche escuchamos los rugidos de los leones, no al lado pero desde luego no estaban muy lejanos, ¿esto de verdad es seguro?, miedo no pasé pero sí algo de respeto, aunque finalmente el cansancio del día pudo más que los rugidos y me dormí tan a gusto.

El tercer día comenzamos con un corto safari al amanecer, encontrándonos con una gran manada de búfalos, parece una manifestación.  



Los búfalos no están solos, hay buites, y por supuesto están los leones cuidando su presa, el búfalo muerto que habíamos visto la tarde anterior. 


Asistimos a una de esas escenas de documentales, que se desarrolla de forma natural. Algunos leones de la manada están al otro lado del camino, y comienzan a cruzarlo por delante de nuestro coche. 


Se suman nuevos espectadores, los chacales, aparte de una gallina de Guinea despistada. Todos quieren comer, incluso esta gallina. 



Algunos búfalos de la manada se resisten a dejar a su compañero muerto, debe ser lo más cercano a la solidaridad animal, que nos impresiona; incluso algunos de los búfalos llegan a encararse con los leones, que se defienden como pueden, ya que están en inferioridad de número y a patadas creo que terminarían perdiendo, aunque como hemos visto en los documentales, al final los búfalos corren para salvar su propia vida, por eso impresiona más esta lucha de resultado infructuoso. Estamos impactados en el coche. Como era previsible, finalmente ganan los leones su recompensa de comida, y los búfalos se alejan lentamente. 



Innocent recibe un chivatazo por radio, es lo bueno que tienen los safaris, que los guías se comunican entre ellos cuando localizan una buena escena o animal,para que todos podamos disfrutar de ellos. No muy lejos hay unas leonas con sus cachorros. Los pequeños quieren juegos, pero las mamás solo quieren descansar, y aunque parecen estar dormidas, mantienen un ojo alerta y supongo que las orejas también. Los pequeños cachorros producen una inmensa ternura y ganas de juguetear con ellos, pero será mejor evitar la tentación. 




Nos hubiéramos quedado aquí durante mucho más tiempo del que pasamos, ya que era una escena divertida con los cachorros, y sobre todo muy tierna, pero continuamos porque teníamos un safari especial con horario; tras el cual continuamos el safari por tierra de vuelta al campamento.

Vemos más elefantes, más kudús, más bonitas cebras, una familia de mangostas rayadas  a la carrera, babuinos en familia (que hasta el momento no habíamos visto un grupo tan numeroso). 




Unas simpáticas jirafas alimentándose. 


Más cebras, que son realmente asustadizas, ni comen ni beben sin levantar continuamente la cabeza, y es que hay que estar siempre ojo avizor, que los depredadores no avisan. 


Volvemos al campamento, por supuesto disfrutando de otro bonito y colorido atardecer. Durante la cena nos despedimos de Innocent y de algunos de los trabajadores del campamento, ya que mañana nos trasladamos a otra zona de Botswana, aunque mañana por la mañana será una despedida más formal. Sobre la cama nos han dejado dos sobres para dejar propinas, a nuestro guía-tracker y al personal del campamento (no hay indicaciones de lo que es conveniente, pero según lo leído 15$ por pareja y día para cada uno, aunque todo dependerá del servicio, de las ganas, y de nuestra generosidad).

El día siguiente salimos con nuestras dos bolsas de viaje, y aunque no contaba que fuera Innocent el que nos llevara, fue él el que finalmente se encargo de nosotros. Como hay tiempo, hacemos un corto safari, y por supuesto nos encanta, todo lo que sea volver a ver este paisaje abrumador bien venido es, y si además vemos más animales, pues mejor.

En el camino vemos en el agua una buena familia de hipopótamos, comiendo y chapoteando en el río, que incluso llegan a pelearse entre ellos; el sitio y la comida no son para jugar. Junto a ellos un divertido tántalo africano, un ave realmente divertida por sus colores, casi parece un payaso. 




Los buitres están dando cuenta de lo que queda del búfalo, que del elefante no queda nada, es como un globo desinflado, o un inmenso odre;
de vez en cuando hay bronca entre los buitres y se forma una algarabía de ruido y polvo. Los marabús y los chacales también se acercan a conseguir su recompensa alimentaria. 


Los chacales son rápidos, cogen el trozo de carne y salen corriendo, porque los buitres no les quieren dejar participar en el festín. 


Nos encontramos con las leonas y sus cachorros, que o bien se han cambiado de sitio (protección y alimentación sobre la marcha) o se trata de otro grupo familiar, yo no los sé distinguir. Hay juegos entre los cachorros, entre los cachorros y las leonas, y también hay momento para alimentarse de los pequeños y para que reciban su acicalamiento a lengüetazos, ¡que bonito!




En el río una gran familia de hipopótamos, están todos como en un atasco en hora punta. 



Toca la hora del descanso y del café, e Innocent monta la mesa para nosotros dos solos con toda su parafernalia. Tras él, continuamos el safari, y vemos para nuestra alegría una manada de antílopes sable. Y es que nunca sabes qué animales te encontrarás, hay que coincidir con ellos en tiempo y espacio. 


En nuestro camino se atraviesa una gran familia de elefantes, a los que hay que dejar pasar por supuesto.
Una mamá elefante no se fía de nosotros, "it's too close" (está demasiado cerca), dice Innocent, nos mira fijamente e incluso se llega a acercar amenazante, con lo que Innocent da marcha atrás para que pueda cruzar sin sustos para ella y su cría, ni para nosotros. 




En el río vemos una mamá hipopótamo con su cría, esta mañana está siendo realmente productiva en escenas, sobre todo familiares. 



A pesar de los intentos de Innocent durante estos tres días, siguiendo las huellas, las indicaciones de otros guías y su propia intuición, no ha sido capaz de localizar un leopardo, y eso que en varias ocasiones nos hemos aposentado por donde decían que se había movido, y hemos escudriñado los árboles, hemos esperado pacientemente, pero o bien estaba demasiado camuflado o hemos llegado tarde. No importa, los animales al final, siendo la parte más esencial, no están allí para nosotros, y nos quedamos con todo lo que hemos visto (presenciado como un documental), con unos maravillosos paisajes y unos increíbles atardeceres; y esto todavía no ha terminado. 

Aunque los mamíferos se han mezclado con otros animales, las aves de Chobe tienen su entrada específica, así como también hay una de sus maravillosos y únicos  paisajes y otra del bonito safari fotográfico Pangolin por el río Chobe.