De
la noche al amanecer
Segundo día en el gran cañón, hoy toca madrugar mucho,
abrigarse bien, muy pero que muy bien, calzarse las botas para caminar, llevar
algo de comida (galgeo sobrante que tenemos) y agua, y a estas horas no desayunar, aparte de un café rápido en nuestra cabaña. Más tarde
de lo que teníamos programado, ya que el despertar y salir de la caliente cama
ha costado más de lo previsto, emprendemos la salida del lodge, sobre las 5.30
h de la mañana, y afrontamos el Rim
Trail en dirección oeste, ya que la tarde anterior lo habíamos hecho en dirección este.
Emprendemos el camino de noche total, por lo que
tenemos que ir iluminándolo con una linterna pequeña (pensé en llevar
una linterna clásica y potente pero al final se me olvidó), pero que ofrecía la luz suficiente, por lo que paisaje vamos viendo poco,
bastante tenemos con tener mucho cuidado de donde pisamos. Al cabo de un rato,
las luces de Grand Canyon Village quedan difusas en la noche y la distancia.
Afortunadamente, al
cabo de una media hora el cielo comienza a iluminar poco a poco el paisaje y nuestros
pasos.
Vamos con ritmo
seguro, no demasiado rápido pero no demasiado lento, y no nos paramos demasiado
en este camino de ida, porque el tiempo es el que nos manda, así que nos
saltamos varios miradores, contamos en pasar a la vuelta. Aún así, disfrutamos con los bonitos colores del
gran cañón, que en estas horas son oscuros, nada que ver con los rojizos del
atardecer; y nos quedamos impresionados con el “tajo” del río en las rocas.
Nuestra intención es
llegar a uno de los miradores para ver el amanecer, Hopi Point, al que ya han llegado coches particulares y autobuses
de excursiones por la Hermit Road, opciones que descartamos a pesar de la
nocturnidad porque preferimos hacer el camino andando, tuvimos un arranque algo
aventurero y ninguna compañía durante el camino.
Solo es cuestión de tiempo que el sol comience a abrirse paso entre las nubes.
Lo que hace es un frío tremendo, y eso que vamos bien equipados con ropa térmica (por lo menos yo): guantes, gorros, braga polar… todo lo necesario para que cuando no camines no te quedes como un témpano. Y el sol en el horizonte provoca la expectación de los presentes y la preparación de cámaras fotográficas, muchos han llegado con trípodes para captar mejor el mágico momento.
Lástima que las nubes
no están colaboradoras y no permiten tener un esplendoroso y colorido amanecer,
pero de vez en cuando nos emocionamos al ir viendo franjas rojizas brillantes
en las rocas.
Tras el momento
mágico y breve emprendemos el camino de vuelta hacia el lodge, ahora iremos disfrutando de las vistas, hasta de la nieve que hemos sentido
bajo nuestros pies pero no visto perfectamente.
Llegamos a Powell Point, un mirador donde hay un
monumento en honor al Mayor John Wesley Powell, el primer explorador del Gran
Cañón, que descendió al río Colorado, río al que definió como el “hacha que
cortó las montañas en dos”. Y para nosotros encontrarnos la visión del río
entre tanta piedra es una alegría.
Continuamos el Rim
Trail y nos asombramos de estar todavía enteros, porque la zona de nieve es más
o menos fácil de caminarla, pero es que había importantes placas de hielo que
no vimos con total claridad a la ida y que podrían habernos costado un importante resbalón, con lo
que ahora intentamos ir con más cuidado.
Mientras el cañón
sigue desplegando sus encantos ante nosotros, y el día ya ha despuntado totalmente, con un radiante sol.
El Rim Trail es un sendero geológico del tiempo, con placas marcando los años en el suelo, y
donde se puede hacer la equivalencia aproximada de un metro, un millón de años.
Llegamos hasta Maricopa Point, desde donde se ve Grand Canyon Village.
El último mirador del
sendero, que realmente es el primero, es el Trailview Overlook. Desde este mirador se ve el pronunciado y
continuo descenso del Angel Bright Trail, que nos quedamos con ganas de haber
intentado en un trecho, aunque tengo mis dudas que incluso con buen tiempo sea
capaz de afrontar la subida tras la bajada.
Emprendemos el
tramo final del sendero hasta Grand Canyon Village, en el que se distingue el
Kolb Studio.
Llegamos al lodge,
nos adecentamos algo y nos quitamos capas de abrigo, aunque por supuesto que
seguimos bien abrigados ya que vamos a continuar la excursión durante el día, tras lo cual nos dirigimos al restaurante del lodge a
recompensarnos con un buen y potente desayuno.
