Tangata-manu,
el hombre pájaro
Desdee Rano Kau parte
un camino que parece ir directo al mar, y nosotros vamos por él. Aunque no llevará a ninguna parte en concreto dan ganas de caminar por ahí, pero se dirige a la zona llamada Orongo (mirar mapa).
Paramos en primer
lugar en el centro de visitantes de
Orongo para registrarnos y mostrar la entrada al Parque Nacional (es indispensable tener la entrada). La teoría
es que uno por familia debe hacer este registro de visitantes, pero Rosita, que antes ha trabajado para
el Parque Nacional y ahora lo hace para una empresa privada como guía, lo hace
por todos: cuatro de Brasil, tres de Argentina, dos de España… parece que es
más rápido, pero entre la conversación que tienen entre ellos -Rosita y el guarda- y con nosotros -el guarda, que habla como auténtico charlatán-,
el tiempo creo que al final fue el mismo o incluso mayor.
En el centro explican
aspectos de la cultura rapanui, además de la historia del tangata-manu, el
hombre pájaro (ya queda poco para conocer su historia, pero hay que ir poco a
poco, y cada cosa en su sitio).
También cuentan el
expolio del único moái que había en Orongo, el Hoakananai’a, que significa "el amigo perdido o
robado". El moái fue tallado en basalto con una altura de 2,42 m y tiene grabados dibujos en su espalda; se encontraba semi enterrado en el área marcada con el número
5 de Orongo. El 7 de noviembre de 1868 fue trasladado por trescientos marineros, con
ayuda de los habitantes de la isla, al barco inglés Topaze, y regalado a la reina Victoria, que lo donó al Museo
Británico, donde se exhibe en la actualidad, ¿lo devolverán? aunque fuera un
“regalo”.

Fuente: britishmuseum.org
Y el expolio de otro moái más, Titahanga-o-te-Henua, un pequeño moái
que se encontraba en la pequeña isla motu Nui, que fue llevado también a
Inglaterra, en 1915 con la expedición de la arqueóloga británica Katherine
Routledge (incomprensible que fuera ella la responsable del traslado de este moaí), y que actualmente se exhibe en el Museo Pitts Rivers, de la
Universidad de Oxford.
Fuente: weweremodern.blogspot.com
Continuamos el
agradable paseo, el llamado Sendero Orongo, solo nos faltaba una cesta de
picnic para que el día fuera completo, sentarnos en el verde a tomar unos bocadillos en armonía y tranquilidad.
Esta necesidad de picnic son provocadas por las
bonitas vistas hacia el mar, con tres islotes cercanos a los acantilados. Son
los islotes: Motu Kao Kao, el más pequeño, de forma puntiaguda; Motu Iti, el
mediano, cuyo significado es Islote Pequeño; y Motu Nui, el más grande, y su
nombre significa eso, Islote Grande.
En Orongo, en estos
acantilados y en estos islotes se celebraba el culto del hombre pájaro, tangata-manu,
que se celebró desde el siglo XV aproximadamente (la datación va desde el XV
hasta el XVII porque no hay datos fiables) hasta 1876, fecha en la que fue prohibido por los misioneros que
llegaron a la isla. La ceremonia estaba consagrada a la divinidad suprema, Make
Make, que creó la tierra, la luna, el sol, las estrellas; además recompensaba a
los buenos y castigaba a los malos (todos los dioses tienen propiedades
similares en todas las culturas).
El rito tenía lugar
en primavera, cuando las aves migratorias anidan en los islotes. El jefe de
cada una de las tribus que habitaban Isla de Pascua enviaba un sirviente, un hopu, a Motu Nui, el mayor de los islotes. Los hopu tenían que descender el acantilado, cruzar a nado con
flotadores de totora (junco) o en una pequeña balsa del mismo material el
océano (posiblemente con tiburones), y una vez en Motu Nui, buscar un huevo, el
primer huevo que hubiera puesto el pájaro sagrado de Manu Tara, un gaviotín
apizarrado que llegaba una vez al año. Durante la espera y búsqueda del huevo
se refugiaban en cuevas del islote, en cuyo interior hay petroglifos relacionados con esta
ceremonia. Mientras tanto en Orongo se realizaban ofrendas al dios Make Make.
Este es el gaviotín
apizarrado:
Fuente: wikipedia
Y esta su
representación dibujada por los rapanui, tal y como está en el mosaico del suelo en el centro:
Cuando por fin uno de
los hopus encontraba el huevo, volvía
al mar (no se sabe bien si con el huevo en una canasta de mimbre o atado en
una cinta sobre su frente –ambas acciones viendo los acantilados parecen
imposibles e inverosímiles, y la segunda opción es la utilizada en la película Rapa Nui-, trepaba por el acantilado y se lo ofrecía a su
jefe, que era investido con el título de Tangata-manu, el hombre pájaro,
durante un año.
Esta es la
representación del hombre pájaro, donde la cola es sustituida por pies y las alas por manos:
Fuente: newsnfo.co.uk
El nuevo jefe se
afeitaba la cabeza, las cejas y las pestañas, se pintaba el cráneo de rojo y
negro y el cuerpo de blanco. Durante el año de su reinado no podía tocar ni ser
tocado, permanecía recluido en una casa especial, solo, separado de su familia.
Eso sí, su selección le daba a su tribu autoridad durante ese año sobre el resto de tribus y sobre la isla.
Hay teorías sobre
este rito; posiblemente fuera una manera de encauzar la rivalidad entre tribus
hacia la paz, no había guerras y sí la espera de un nuevo hombre pájaro.
También podría ser la expresión del deseo de escapar del confinamiento de la
isla, pero parece más real la primera, ya que si llegaron una vez a ella,
¿porqué no salir de ella?
El sendero conduce a
la aldea ceremonial de Orongo, que
se usaba estacionalmente por su uso de ceremonial. El culto a los antepasados,
representado por los moái, se fue abandonando a partir del siglo XVI y se
reemplazó por el culto al dios Make Make, vinculado a la fertilidad, la
primavera y la llegada de aves migratorias.
La aldea fue
reconstruida en 1974 por el arqueólogo norteamericano William Mulloy (cuya tumba se encuentra en la isla), y sus
construcciones miran hacia el infinito océano que nos rodea.
En Orongo hay 53
edificios de forma oval construidos en el siglo XVI en piedra, con suelos
excavados en la ladera, las hare vaka o hare paenga. Las paredes se levantaban con losas de
basalto colocadas en posición horizontal, y el techo, arqueado, se cubría con
tierra, lo que produce la sensación de ser parcialmente subterráneas.
La entrada a las
casas, orientada hacia el océano, es un estrecho túnel de poca altura, de forma
que para entrar hay que agacharse o arrastrarse, pero por protección de estas construcciones el acceso está prohibido -se ve pero no se juega-.
El sendero continúa,
y es que si desde Rano Kau hemos llegado andando, es porque detrás de
la aldea de Orongo se encuentra el volcán.
Estamos muy cerca del
kari kari, la depresión en la ladera
del cráter junto al océano, depresión producida por la erosión del viento y el mar.
Thor Heyerdahl, el
aventurero de la Kon-Tiki, describió el cráter y su laguna como una gigantesca caldera de brujas, y algo de razón tenía aunque le falten las burbujas.
En Orongo también hay
una colección de petroglifos, de hombres pájaros tallados en una roca al borde
del acantilado, pero por protección ya no se puede acceder a ellos, con lo que
nos quedamos con las ganas, y muchas. También hay dibujos del dios creador Make
Make y de Komari, símbolo de la fertilidad.
Fuente: wikipedia
Fuente: avesdechile.cl
Emprendemos el camino de vuelta, y desde una zona de terreno más elevado se puede ver perfectamente una de las casas, hare vaka, y su forma elíptica es por la que es llamada casa-bote.
En el camino de vuelta, una última mirada
hacia atrás.
Y caminamos para
salir, pero no con muchas las ganas la verdad, a pesar de que sabemos que nos
esperan más sorpresas, más lugares increíbles, pero es que cada rincón de esta
isla te atrapa de una forma especial.
Gracias por compartir tu bitácora de viaje. Con tu relato he caminado por los senderos de Rapa Nui.
ResponderEliminarGracias Cecilia por tu visita y comentario. Me alegra que mi relato te haya hecho caminar por Rapa Nui, una isla increíble.
ResponderEliminarMe encantó tu descripción.
ResponderEliminarAsi tal cual es la isla.
Mágica 😀
Gracias por tu visita y comentario. Me alegra que te haya gustado lo que cuento y es que la isla de Pascua es uno de esos lugares misterioros y mágicos del mundo.
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