La
carretera de las animitas
Desde Calama a San Pedro de Atacama (mirar mapa de situación de ambas poblaciones), el pueblo desde el que haremos las excursiones para conocer el desierto de Atacama y sus maravillas, hacemos el trayecto en coche.
A la salida de Calama
una batería, de gigantes que vería Don Quijote, de molinos eólicos dominando el
horizonte con sus aspas sin movimiento, no producen la intranquilidad que le produjeron al ingenioso hidalgo.
Es una carretera con
muy pocas curvas, es casi una recta donde el paisaje es la mayor distracción
para los turistas, que no dejamos de mirar a la derecha y a la izquierda, a la
cordillera de Domeyko o a la cordillera de la Sal, o hacia los Andes y su
cadena de volcanes. Un paisaje de aridez abrumador, de sequedad extrema, pero
inmensamente atractivo.
Durante todo el
trayecto tenemos una conversación muy interesante con nuestro joven conductor,
que es uno de los hijos del jefe/propietario de la agencia del transfer y de las excursiones que
tenemos contratadas –una historia a relatar la del comienzo de estas excursiones-, con el que hablamos de Chile, del
desierto, de los indígenas, del cobre, del medio ambiente, del paisaje, de
historia… Un diez para este joven, que puede que tenga la lección aprendida al
dedicarse al turismo, pero que se mojó en otros temas por los que se podía
pasar de puntillas o haciéndonos un "pase de pecho".
Cometí el error de no
apuntar un dato importante y ahora tengo una mezcla de números en la cabeza,
con lo que posiblemente (casi con total seguridad) me equivoque, pero en el
tramo de los Andes que vemos desde el coche, y que parece que están cercanos
pero en realidad no lo están, es más una ilusión óptica por la llaneza del
terreno, en estos aproximadamente 300 km se suceden los volcanes uno tras otro, algunos activos,
otros no, y su número se acerca a la treintena… escalofriante pensar en una erupción conjunta.
De Calama a San Pedro de Atacama hay aproximadamente 100 km, a recorrer en hora y cuarto más o menos
ya que la velocidad de circulación es limitada, aunque somos adelantados por
algunos vehículos que van más rápido de lo permitido.
De esta línea recta
casi infinita que provocará tedio, del exceso de velocidad que se comete, y del cansancio
supongo de los conductores habituales de este trayecto, principalmente camiones
y vehículos de la mina de Chuquicamata o de servicios relacionados con ella, la
carretera es un rosario de animitas, pequeños altares en conmemoración de los
muertos en accidentes, que en este caso son de tráfico, y su número asusta, porque hay lugares donde
hay concentración de estas animitas. Fue imposible tomar una buena fotografía
de ellas, pero no queda bien decir “que se movieron para la foto”.
Según nos acercamos a
San Pedro de Atacama atravesamos la llanura
de la Paciencia, junto a la cordillera de la Sal.
Llegamos a nuestro
destino, San Pedro de Atacama.
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