Moái
playeros
La última visita del tour tan completo del día, en el que hemos pasado por Ahu Akahanga, Rano Raraku, Ahu Tongariki y Ahu Te Pito Kura - Te Pito Te Henua, es
en ¡la playa!, pequeña pero paradisíaca con su fina arena blanca y sus
palmeras, situada en Anakena (mirar mapa).
¡Ah, la playa!, algunos directamente se lanzan a
ella, pero nosotros nos quedamos atrapados por un nuevo ahu con sus moái, y es que con las piedras en general tenemos una atracción irresistible, pero con los moái es pura admiración y asombro.
Sobre ese pequeño promontorio en la arena se alza el Ahu Nau Nau (mirar mapa). En la fotografía se ve
perfectamente la construcción del ahu o plataforma, con su rampa inclinada y su
muro posterior vertical.
Tiene su parte de magia y de encanto el encontrarse
con los moaí poco a poco, girando para ir teniéndolas de frente.
Nos encontramos con
la sorpresa de lo que nos parece un reportaje o actores para fotografías, pero nos dicen, alguien que pregunta y no somos nosotros, que realmente se trata
de la celebración de una boda, y si nosotros posamos en iglesias, castillos,
conventos… los rapanui lo hacen en sus monumentos… entrañable, emotivo,
original a nuestros ojos, colorido y hasta pintoresco por sus trajes.
Hay siete moái, cuatro
de ellos con pukao (sombreros), uno sin él y los otros dos se encuentran en peor estado, uno de ellos casi desaparecido.
Los moái se
conservaron bastante bien al haber estado enterrados en la arena de la playa. Fueron
restaurados en 1979 bajo la dirección del arqueólogo pascuense Sergio Rapu. Están decorados con
relieves y se cree que fueron tallados para miembros de la realeza rapanui.
Durante su excavación
y restauración se descubrió que los moái no eran ciegos, tenían ojos realizados
con incrustaciones de coral y piedras: un disco de escoria roja a manera de
pupila. Con los ojos se representaba el aringa
ora, el rostro vivo de los ancestros, de modo que así proyectaban el mana,
la energía, sobre sus descendientes. Por desgracia no quedo ningún moái en la
isla con ojos, los que se pueden ver (creo que solo uno) es una reconstrucción, el Ahu Ko Te Riku, dentro del complejo de ahu que llaman Ahu Tahai.
Alrededor del ahu hay
fragmentos de moái, torsos y cabezas esparcidos en la arena.
Tras el ahu hay otra
entrada a la playa, que nos incita a entrar en ella.
Pero nuevamente somos
desviados, a la izquierda de Ahu Nau Nau hay otro ahu con un moái solitario.
Se trata del Ahu Ature Huki, que Thor Heyerdahl
levantó con ayuda del nativo Patero Atamu y con los materiales de los que
hubieran podido disponer los primitivos isleños. Tras arrastrar el moái hasta
el ahu el equipo pasó sogas bajo el abdomen del moái, mientras tres o cuatro
hombres tiraban del extremo de cada una de las cuerdas al tiempo que otro iba
colocando pequeñas piedras bajo la cara del mismo. Poco a poco el moái comenzó
a levantarse; una docena de hombres tardaron nueve días hasta colocar el moái a
45 grados del suelo; tras otros nueve días ya se encontraba casi en posición
vertical; y finalmente, tras veinte días, fue colocado en su ahu.
Tanto trabajo para un solo moái y no de los más grandes, pensar en los mas de mil moái de la isla, tallarlos, levantarlos, colocarlos... una tarea de dioses más que de humanos.
¿Hora de playa?, no,
todavía no podemos. Estamos viendo el Ahu Nau Nau a su nivel, pero frente a él
hay una pequeña elevación de terreno con palmeras, con lo que supuestamente su
visión, aunque lejana, puede resultar interesante, además con el océano de fondo, que siempre le da un toque más especial.
Durante la visita al
ahu entablamos conversación con un asiático que estaba en el grupo, con el que
ya jugamos a hacer fotos de "quince más uno" en Ahu Tongariki, y al
preguntarle de dónde era, asombro para todos, ¡Corea del Sur! Le contamos que
el año pasado realizamos una increíble visita por su país, que nos deja
maravillados, y su cara de asombro bien hubiera merecido una fotografía, no
salía del estupor que le producía que dos españoles hubieran estado de viaje en
Corea del Sur… y es que el mundo sí que es un pañuelo, hasta en esta diminuta isla.
Bajamos de la pequeña
elevación y hacemos otro guiño de sumas de moái.
Ahora sí nos
dirigimos a la playa.
La playa de Anakena se encuentra a tan
solo 16 km al noreste de Hanga Roa, donde según la leyenda de fundación de la
isla desembarcó el rey Hotu Matu'a, viviendo en una cueva mientras le
construían su casa, hare paenga o hare vaka.
La playa cuenta con
instalaciones para pasar el día, como vestuarios donde cambiarse, y aunque esa
era mi intención, al haber disfrutado de Ahu Nau Nau y Ahu Ature Huki, el
tiempo se nos ha agotado, con lo que lo único que puedo hacer, y había sido
precavida en ello, es quitar la parte de debajo de mis pantalones, que tienen
una cremallera estratégica y disfrutar hasta un poco del agua, que
estaba bien fresquita pero muy apetecible (y por un momento estuve tentada hasta de nadar con la ropa puesta)
¿A que parece un
paraíso? y eso que el sol ya no estaba iluminando y calentando, elemento que siempre le da el color y el
tono apropiado.
Con un atardecer el
conjunto de Ahu Nau Nau, la playa, el sol escondiéndose, el espectáculo tiene
que ser una gozada visual y espiritual.
Excelentes fotografías a pesar de la poca luz :)
ResponderEliminarGracias Susana, sobre todo en nombre de mi compañero de viajes (incluyendo la vida como viaje) y fotógrafo.
ResponderEliminarUn saludo.