En
el interior de la cueva
Hoy comenzamos el día
viajando hacia el noroeste de la isla, la primera parada es en Ana Te Pahu (mirar mapa). Ana significa cueva, y en
esta se encontró una urna funeraria, de la que proviene su nombre, cueva del
tarro; en realidad se trata de dos cuevas unidas (o incluso más).
Las cuevas a cielo
abierto eran utilizadas durante las guerras como refugio o escondite, y en
tiempos de paz se usaban para huertos, o como en el caso de la urna encontrada
como sepulcro.
Son dos cuevas de
origen volcánico, cuevas tubulares, del tipo que pudimos explorar en Corea del
Sur, aunque estas no tenían vegetación, eran oscuras, como las de Hyeopjae y Ssangyong, situadas ambas en Hallim Park, o la cueva Manjanggul; tanto las cuevas coreanas como la de isla de Pascua tienen acceso por derrumbes del terreno.
Estas cuevas tubulares
se formaron durante los flujos de lava, la capa exterior se endureció pero la
lava del interior siguió fluyendo hasta el mar dejando túneles vacíos, llamados
túneles de lava.
En la isla de Pascua
no existen corrientes de aguas superficiales debido a la porosidad del terreno
volcánico, lo que impedía la agricultura a gran escala. El microclima húmedo y
el suelo relativamente profundo de estas cuevas permitían el cultivo de plantas
agrícolas.
En su interior vemos
la planta del taro, introducido en la isla por los polinesios que llegaron con el rey Hotu Matu'a, ya que en el viaje llevaron semillas para poder plantar en su nuevo destino para vivir, y
plataneros. Del taro se comen las hojas y el tubérculo (llamado ñame en Canarias), pero hay que tener mucho cuidado porque son alimentos tóxicos, con lo que siempre hay que ponerlos en remojo y realizar la cocción adecuada.
También hay un
arbusto (más árbol que arbusto por el tamaño) de la guayaba (puede que yo no
estuviera lo suficientemente atenta -¿dónde estaría mi mente?- y no fuera este).
Esta cueva no se
encuentra exactamente junto al mar, como en el caso de Ana Kai Tangata o la cercana al Ahu Akahanga, pero no se puede decir que se encuentre lejos de él, en la isla siempre está al alcance de nuestra vista.
Se puede bajar
(fácilmente) a la cueva y entrar en la plantación de plataneros en la que nos
faltaría el machete de Indiana Jones, aunque ya hay un camino hecho, supongo que tanto por los cuidadores del parque y sus monumentos como por el trasiego de visitantes.
Hacia el otro lado, la
cueva propiamente dicha, ya que tiene techo, que da a otra abertura a cielo abierto.
En la cueva había
compartimentos, lo que indica que se utilizaba a modo de vivienda, y por tanto
también hay hare umu, un fogón en el
que se cocinaba la comida, como el que vimos en Ahu Akahanga.
Hay más cueva dentro
de este tramo en el que entramos, pero para aventurarse dentro de ella es mejor
ir con una linterna, aunque no sé lo que se encontrará ni el tramo que
se pueda recorrer. En ella se han encontrado restos de huesos y esqueletos,
como algunos rapanui que murieron a causa de las epidemias que asolaron la isla desde la
llegada del hombre “civilizado”.
Para nosotros es hora
de salir.
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