Rapa
Nui, la isla grande encantada
Rapa Nui, la isla de
Pascua, es la más aislada del mundo, se encuentra a 3.765 km de la costa
chilena de Valparaíso, ciudad a la que pertenece, a 4.239 km de Tahití y a
2.250 km de la isla polinésica de Pitcairn.
En 1995 fue declarada
por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad y se convirtió en Parque Nacional.
La isla es de origen
volcánico, formada en el resquicio de las placas de Nazca y del Pacífico por
una serie de torrentes de lava procedentes de tres volcanes en erupción
sucesivamente, que se juntaron hasta formar la masa de tierra que hoy es, con
una superficie de 117 km2, la superficie de la ciudad de Segovia
para hacernos una idea. Tiene forma de triángulo isósceles, con un volcán
extinto en cada esquina, Poike o Puakatiki, al noreste, Maunga Terevaka, en el norte,
y Rano Kau, al suroeste; y además cada colina es un volcán apagado.
La longitud máxima en
la isla es de 24 km, y la anchura de 12 km. Tiene un clima oceánico
subtropical, con una temperatura media anual de 20º.
En el año 2010 la
NASA regaló una estrella a Rapa Nui, la número 221.475, bautizándola con su
nombre, y es que por la ubicación de la isla se están descubriendo estrellas
que son difíciles de ver desde otros puntos del planeta.
Y comencemos con la
historia de la isla, que tiene varias hipótesis dada la ausencia de crónicas
históricas en las que basarse con seguridad, sobre todo porque en el siglo XIX
casi todos los aborígenes de la isla fueron exterminados para ser vendidos como
esclavos, muriendo la mayor parte de ellos, y con ellos la historia de sus
orígenes, reales o de leyenda.
Según los isleños la
isla de Pascua fue descubierta por el rey (ariki)
Hotu Matu'a, que llegó a la playa de Anakena procedente de las islas Marquesas,
de la isla Hiva. Hay dos versiones de la razón de su llegada, podría ser porque
su isla se hundía o por una guerra entre tribus, el caso es que todas las islas
de alrededor estaban habitadas y tenía que buscar otra. Su hombre de confianza,
el sacerdote Haumaka, soñó que el dios Make Make le llevaba por los aires a una
isla desierta y le explicaba cómo llegar a ella, prometiéndole su protección en
el viaje. Cuando Haumaka despertó le contó el sueño a Hotu Matu'a, que envió a
siete exploradores en busca de la nueva tierra, que cuando volvieron de ella le
aconsejaron que no fueran ya que era una isla agreste, llena de piedras y
azotada por el viento.
Sin embargo Hotu
Matu'a partió con dos grandes piraguas, 300 hombres, mujeres y su reina,
llevando provisiones, semillas, animales y herramientas. Tras 120 días de
navegación desembarcaron en la bahía de Anakena alrededor de los siglos VIII-IX
y Hotu Matu'a llamó a la isla Te Pito Te Henua, “el ombligo de la tierra o del
mundo”, que también puede ser traducido como donde termina la tierra o donde
comienza la tierra –lo mismo pero diferente-, y en la isla hay un lugar místico con este nombre, Te Pito Te Henua.
Tras el desembarco la
población en la isla fue creciendo rápidamente en los siglos siguientes,
desarrollándose el culto al hombre y a los ancestros a través de la
construcción de los moái. A Hotu Matu'a le sucedieron cincuenta y seis
generaciones de reyes, hasta que en la década de 1680 llegó a la isla otro
grupo al mando del jefe Tuu-ko-ihu.
Los descendientes de
Hotu Matu'a y sus hombres fueron llamados los orejas cortas, y los recién llegados
orejas largas. Los orejas largas comenzaron a construir las figuras increíbles
y desconcertantes de los famosos moái cada vez más grandes, para lo que
utilizaban a los orejas cortas.
En esto de la
construcción de los moái hay bastante confusión con las fechas, los ahu
encontrados y su finalidad. Hace algo más de veinte años se pensaba que los
moái eran del siglo XV, pero se ha ido alargando hacia atrás esta fecha hasta el siglo XII,
que tiene más sentido por los más de mil moái que se han encontrado en la isla, en
mejor o peor estado. Pero, si esto es así, ¿cómo el Ahu Akahanga, que
es la tumba del rey Hotu Matu'a se realizó tan tarde?, ¿primero se construyó
solo un ahu o plataforma a modo de altar para venerarle?, ¿posteriormente se
comenzaron a tallar los moái y se colocó uno en el ahu?...La mitología oral que
se ha conseguido transmitir no conoce de fechas y los arqueólogos e
investigadores parece que no consiguen datar con exactitud.
Para saber más sobre la construcción de los moái visitamos la cantera donde se tallaban, Rano Raraku, y allí aprendemos más sobre estas estatuas.
Para saber más sobre la construcción de los moái visitamos la cantera donde se tallaban, Rano Raraku, y allí aprendemos más sobre estas estatuas.
Finalmente, los
orejas cortas se rebelaron de la esclavitud y mataron a todos los orejas largas
excepto a uno en la península de Poike, mediante una zanja en la que cayeron
atrapados y murieron en el fuego que habían hecho los orejas cortas en la
estepa. Durante el período de guerra se fueron derribando y destruyendo los
moái.
Realmente todo parece
formar parte de una leyenda ya que existen diferentes versiones de la historia
que añaden confusión a las investigaciones, ¿o será auténtica pero
distorsionada?...más adelante sabremos algo más… o dudaremos algo más.
Los isleños desarrollaron
su propia cultura, organizados en una sociedad bastante igualitaria compuesta
de pequeñas tribus independientes. Crearon un nuevo idioma, las increíbles
estatuas que pueblan la isla y un sistema de escritura llamado rongo rongo.
Pero no todo fue bueno,
fueron un paradigma de autodestrucción ecológica, ya que talaron extensos
palmerales para transportar los moái, construir embarcaciones o para hacer
leña, y con la falta de bosques llegó la erosión del suelo, con lo que el
terreno cultivable se hizo más pequeño, tenían menos productos agrícolas… el
círculo se estrechaba, con la tala de los árboles desaparecieron las aves y no
se podían construir canoas al faltar madera, por lo que tampoco se podía salir
a pescar. A principios del siglo XIX no quedaba ni un árbol y actualmente se
está realizando una importante labor de reforestación. Todo ello desencadenó
las guerras entre tribus y la autoexterminación… ¿premonición de la extinción
del planeta una vez llamado Tierra?
A finales del siglo
XVII la población, que en su mejor época había llegado a los 15.000 habitantes,
comenzó a menguar, tanto por las guerras como por los desastres naturales, como
los seísmos y maremotos; además la falta de recursos naturales posiblemente
desembocó en el canibalismo.
Los corsarios de Edward Davis encontraron la isla, a finales del siglo XVII, y la llamaron Tierra de
Davis, comenzando con ello un baile de nombres de la isla a lo largo de los siglos.
El primer europeo en
descubrir esta pequeña isla fue el almirante holandés Jacob Roggeveen, con una
expedición de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. El domingo de
Pascua de Resurrección de 1722 desembarcó en la isla, y por este motivo la
bautizó con el nombre por el que hoy
mayoritariamente la conocemos y nombramos, isla de Pascua.
Roggeveen y sus
hombres fueron recibidos por polinesios, parecidos a los de Tahití, que los
rodearon, e incluso llegaron a tocar sus armas, con lo que se “vieron
obligados” a abrir fuego y muchos murieron. Desde entonces la agresión marcó
las relaciones entre foráneos y nativos.
Roggeveen anotó que
muchos moái seguían en pie y escribió: “No
podemos entender cómo sin árboles para construir grúas, ni sogas resistentes se
han podido poner de pie tales figuras, que deben pesar más de 10 toneladas; y,
sobre todo, cómo ha llegado hasta aquí esta gente con esas pequeñas
embarcaciones, en las que tienen que estar constantemente achicando agua”.
En 1770 llegó una
fragata con el capitán español Felipe González Ahedo desde Perú, que en
compañía de dos religiosos llegaron hasta un punto elevado de la costa
oriental, donde plantaron una cruz cristiana y tomaron posesión de la nueva
tierra en nombre del rey. La isla fue llamada San Carlos, por el rey español
Carlos III. Antes de irse hizo firmar a los pascuenses un documento que estos
rubricaron con grandes círculos.
El siguiente en
llegar a la isla fue el capitán inglés James Cook (sí, el de la casa en Melbourne, el mundo y sus vueltas, las del Capitán Cook y las nuestras). Desembarcó en 1774 tras una
travesía por las islas Sociedad, Tonga y Nueva Zelanda. Cook no tuvo ninguna
duda de la ascendencia polinésica de los pascuenses. Los británicos llamaron a
la isla La Nueva, Te Api.
Al igual que ocurrió
con Roggeveen, los británicos también dispararon a la población al acercarse a
ellos y a sus propiedades. Quizás lo que se demostraba con esta actitud de los
isleños, sin disimulo o malicia a la hora de acercarse a los bultos y tomar
objetos de los recién llegados, era que el sentido de la propiedad no coincidía
en absoluto con la de los europeos, o sencillamente, creyeron que sus ancestros
les enviaban aquellos regalos. Bendita inocencia.
Los británicos,
enfermos de escorbuto, se vieron obligados a hacerse a la mar, y se llevaron
consigo unos cestos de boniatos, que aquí la bendita inocencia de los
pascuenses se tornó en malévola picardía, ya que habían cargado los cestos con
piedras y por encima había colocado unos pocos boniatos.
También en el siglo
XVIII, en 1786 y procedente de Chile, llegó a la isla el conde de La Pérouse,
explorador y oficial de la Marina Francesa. Llamó a la isla, Vaihú.
Vemos que todo el que llegaba
dejaba su impronta a través del nombre de la isla.
A finales del siglo
XVIII, empresarios europeos y norteamericanos vieron el océano Pacífico como
una inmensa fuente de recursos para explotar. Los balleneros incluyeron la isla
en sus itinerarios y con ello comenzaron a cometerse un sinfín de atrocidades.
En 1805 el ballenero
norteamericana Nancy desembarcó en la
isla, raptó a 12 hombres y 10 mujeres, que se llevó para la caza de focas. Otro
ballenero norteamericano, Pindos,
raptó a mujeres para violarlas y después las arrojó al mar.
Tras los balleneros
llegaron los dueños de plantaciones que querían satisfacer la creciente demanda
de productos tropicales como el caucho, el azúcar y el café.
A principios de la
década de 1860 marineros tahitianos bautizaron a la isla con el nombre de Rapa Nui, Gran Rapa o Isla Grande,
debido a que les recordaba en su forma a una isla llamada Rapa, que en la
actualidad recibe el nombre de Rapa Iti, Pequeña Rapa.
Más tarde llegaron
los traficantes de esclavos, que o secuestraban a los nativos o los obligaban a
firmar contratos para trabajar en las minas y plantaciones de países tan
lejanos como Australia y Perú.
En Perú se había
abolido la esclavitud en 1855 y las haciendas, las minas de guano y el
ferrocarril se habían quedado sin mano de obra, con lo que hacia 1860
comenzaron a “contratar polinesios como trabajadores temporeros”. En poco más
de un año llegaron 18 barcos a la isla y se llevaron 1.800 personas, un tercio
de la población, de los que se desconoce el número que murieron al ser
capturados o en el viaje.
Uno de los actos más
brutales se realizo en 1862, cuando una incursión peruana en la madrugada de
Nochebuena llegaron a la isla vestidos con ropajes de vivos colores y regalos,
con ello querían conseguir que los rapanui salieran a recibirles, y cuando esto
ocurrió se dio la orden de capturarlos o matar a los que se resistieran. Fueron
capturados más de mil rapanui.
El periódico El Mercurio de Lima denunció esta
esclavitud encubierta y el gobierno ordenó parar el tráfico. De todas formas,
las inhumanas condiciones de vida en los yacimientos de guano, el hambre y las
epidemias acabaron con la vida de cerca de novecientos pascuenses antes que el
obispo Jaussen de Tahití tuviese la ocasión de intervenir a su favor,
protestando ante el representante francés en Lima, tras lo cual las autoridades
peruanas ordenaron el regreso de los rapanui a su isla, de los que en principio
solo volvieron 100.
Luego se exigió la
repatriación de los que todavía quedaban en Perú, y encontraron a otros cien,
de los cuales ochenta y cinco murieron a bordo a causa de la viruela, y los
quince que llegaron llevaron la enfermedad con ellos, así que tristemente en la
década de 1870 sólo quedaban en la isla poco más de un centenar de habitantes
nativos.
Con la pérdida de
vidas humanas también se perdieron la cultura y los conocimientos de su gente.
Cuando en 1864 llegó
el primer misionero a la isla, el sistema social estaba completamente
destruido: no había jefes ni quedaba nadie que pudiera leer las tablillas rongo rongo en las que se contaba la
historia, los ritos, la vida, y de lo poco que quedaba, considerado una cultura
pagana por los misioneros, estos se encargaron de destruirlo.
La historia de la
isla es destrucción tras destrucción, propia y ajena.
El primero que llegó
fue el francés Eugene Eyraud, que no era cura, y se encontró un recibimiento
hostil, por lo que tuvo que huir, y volvió al cabo de dos años con refuerzos y
ya levantaron la primera iglesia.
Los pascuenses
aprendieron a cantar salmos en francés y en latín, y como reciprocidad
invitaron a los misioneros a su fiesta del hombre pájaro (ya conoceremos
durante nuestra visita a la isla el ritual de esta fiesta), que fue la última
que se celebró, en 1866, ya que era incompatible con el bautismo y las
creencias y costumbres cristianas (como era ese mandamiento, no dirás el nombre
de Dios en vano…)
La explotación
comercial de la isla se inició en 1868, cuando el francés Jean Batptiste Dutrou-Bornier
fundó una hacienda ovejera, por supuesto con ovejas “importadas”. La idea era
transformar la isla entera en un rancho, y todos los isleños serían expulsados
a las plantaciones de Tahití. El infame (adjetivo de mi cosecha y me quedo corta) Dutrou-Bornier
se proclamó rey de Santa María de Pascua, se casó con una reina nativa y fundó
un Consejo de Estado que el mismo presidía.
El misionero alemán
Theodor Zumbohm le servía de secretario, aunque se negó a firmar como testigo
en los contratos de compra de terrenos que el “rey francés” obligaba a firmar a
los nativos. Dutrou-Bornier entró en cólera, quemó la iglesia y mató a mucha
gente, incluso a los niños, obligó a los misioneros que se negaban a sus
pretensiones a abandonar la isla, y estos se llevaron con ellos a 168 rapanui a
las Islas Gambier, en la Polinesia Francesa.
Dutrou-Bornier se dio
cuenta que la expulsión de misioneros y nativos le favorecía, con lo que otros
doscientos rapanui más aceptaron de mala gana su traslado a Tahití y Mangareva,
con lo que en Rapa Nui sólo quedaron un centenar de personas, que sufrieron
tantos abusos y malos tratos que en 1876 acabaron matándole.
En 1877, Alfonse
Pinard, comandante de un barco francés, contó en la isla 111 nativos. Escalofriante
el dato, durante siglos entre propios y foráneos la isla se había despoblado.
Hagamos un pequeño
repaso: España reclamó la isla en 1770 pero luego no mantuvo esta
reivindicación, no envió ninguna expedición y con el ocaso de su hegemonía en
Latinoamérica a comienzos del siglo XIX quedaba abierto el camino para que otra
potencia se apropiase de la isla; los franceses parece que tampoco tenían
interés en la isla, alejada de sus rutas comerciales.
Así, el obispo de
Tahití convenció al gobierno chileno de que tomara la isla bajo su
jurisdicción, y en 1888, durante el arrebato expansionista del país, tras la
Guerra del Pacífico, se anexionó la isla de Pascua,
encargando los trámites al capitán de fragata Policarpo Toro, que cuando llegó
los nativos no tuvieron más remedio que firmar en un documento la cesión de la
soberanía, para siempre y sin reservas, sin importar que los jefes no supieran
leer o escribir o que incluso las firmas estuvieran falsificadas… la misma
historia otra vez, aunque en Nueva Zelanda y Australia hay
hechos que poco a poco se intentan subsanar de algún modo, pero queda un largo viaje en esta pequeña isla por recorrer para hacerlo.
Se cuenta que el rey
Atamu Tekena accedió al trato presentando a Policarpo Toro un puñado de tierra
en una mano y un puñado de hierba en la otra, le dio la tierra, pero se quedó
con la tierra, con lo que daba a entender que podía utilizar la tierra, pero
dejaba claro que no traspasaba la propiedad.
Chile en la isla vio
la posibilidad de aprovecharla para la ganadería, además de un puerto de acceso
al comercio con Asia. Pero fueron pocos los chilenos interesados en colonizar,
por lo que Policarpo Toro fracasó en su intento.
Finalmente el
gobierno chileno cedió el usufructo de la isla a las empresas ganaderas, en
primer lugar a una chilena, propiedad de un empresario de Valparaíso, Enrique
Merlier, que cuando se arruinó pidió dinero a una empresa escocesa, Williams & Balfour; que se
dedicaba a la cría de ovejas, con la que terminó fundando la Sociedad
Explotadora de la Isla de Pascua (CEDIP), que administró la isla hasta 1953,
año en el que se revocó la licencia (historia de ayer mismo).
Los pascuenses
recuerdan la época de dominio de la CEDIP como un tiempo de opresión. Al igual
que como estaban con Dutrou-Bornier, se encontraban concentrados en el poblado,
la actual Hanga Roa, cercados de alambradas y sin permiso para salir de él,
incluso ni para salir pescar, y se les
obligaba a trabajar por muy poco o nada de dinero. Y todo para aprovechar al
máximo el terreno de la isla como pasto para las ovejas, pasto para sus
beneficios.
En 1914 los
pascuenses se rebelaron. En el puerto había un barco chileno cuyo capitán quedó
sobrecogido. “Viven en la más absoluta
miseria y no tienen ni ropa para cubrirse. La situación es tan mala, que no
tienen qué comer. No se les vende carne y no se les permite salir a pescar”.
Aquel informe no tuvo eco.
El capuchino alemán
Sebastian Englert llegó a la isla en 1935 pero no actúo ante la situación que
vivían los rapanui y los castigos que les infligían, a él le interesaba cristianizarlos,
pero realizó un buen acto, aprender el lenguaje y cultura rapanui, recogió
datos e historias que luego plasmó en el libro La tierra de Hotu Matua, que no sé cuanto veraz sea porque no lo he
leído, pero del que supongo se habrán sacado muchos datos de la historia que
aquí estoy narrando.
En la década de 1930,
con la llegada de inmigrantes a la isla, tres cuartos de la población eran
mestizos, con todo tipo de nacionalidades, tahitianos, norteamericanos,
alemanes...
La teoría de que los
primeros habitantes de la isla de Pascua eran polinesios la puso en duda el
explorador noruego Thor Heyerdahl, que tras un año realizando excavaciones en
la isla escribió un libro, Aku Aku, el
secreto de la isla de Pascua, con la idea que en realidad habían llegado
desde la costa peruana huyendo de la destrucción del imperio Tiahuanaco,
surgido en torno al lago Titicaca, en Bolivia. Heyerdahl creía que
posteriormente se les habría unido un grupo de polinesios, y que ambos grupos
vivieron en armonía.
En 1947 para
demostrar su teoría, Heyerdahl consiguió navegar, no sin dificultades, en una
balsa construida de madera, la Kon-Tiki, desde Perú hasta Tahití, tras 101 días
de navegación, demostrando con ello que era posible que una cultura
latinoamericana anterior a los incas hubiese colonizado el Pacífico.
Este otoño ha llegado a
las pantallas una película basada en estos hechos, que yo intenté ver en el
vuelo de vuelta a Madrid, pero que el cansancio me lo impedía, y es que al ir
con subtítulos los ojos se me acababan cerrando, y cuando la paraba, los ojos
se me abrían, pero así no había manera ni de ver la película ni de dormir, pero
está muy interesante e intentaré verla completa.
Otros después de Heyerdahl han intentado realizar la travesía, con fortuna o sin ella.
Además, cuando la noticia de la travesía de Heyerdahl llegó a la isla varios
isleños construyeron sus embarcaciones con la idea de escapar, llegando a
lograrlo algunos, por lo que la empresa ganadera apostó guardias para frenar el
éxodo (ni contigo ni sin ti, no los
querían en la isla pero tampoco que se marcharan, la poca mano de obra barata
se les escapaba claro).
De todas formas, la
teoría de Heyerdahl es mayormente rechazada por los arqueólogos, aunque siempre
quedan otros “visionarios” que realizan las suyas, como que los rapanui son
descendientes de los egipcios, que son extraterrestres, o incluso que son
supervivientes del continente perdido de la Atlántida.
La teoría más
aceptada enlaza con la leyenda de Hotu Matu'a, llegando los primeros habitantes
a la isla desde las islas Marquesas, Mangarevas, Cook, Sociedad o desde la isla
Pitcairn, hacia el siglo VIII, aunque cada vez se afianza más el siglo XII –y
es que datos de fechas no se encuentran fácilmente en la isla, ni para los hechos ni para los moái-,
permaneciendo aislados hasta la aparición de los europeos.
Nos hemos ido un poco
de la historia de la isla de Pascua como territorio chileno, parezco una
abuelita contando batallitas y perdiéndose entre ellas, pero unas llevan a las
otras, y todas llevan al comienzo.
La empresa escocesa
se fue de la isla con el fin de la licencia y con la invención de la lana
sintética, pero para los rapanui la situación no cambió. El gobierno de la isla
pasa a manos chilenas a partir de 1953, dependiendo de la Quinta Región,
Valparaíso, permaneciendo bajo control militar hasta mediados de la década de
1960, con un breve intervalo de gobierno civil hasta el golpe militar de 1973.
En 1964, bajo la
presidencia de Eduardo Frei se presentó un proyecto de ley al
Parlamento para declarar iguales a los pascuenses y a los chilenos
continentales. Poco después, un rapanui, Alfonso Rapu, de 22 años, que había
sido adoptado por una familia chilena en el “continente”, volvió a la isla y
escribió al presidente Frei denunciando la situación de terror e indefensión
que se vivía en la isla. La carta fue publicada en la prensa y en la ciudad de
Santiago causó un gran efecto. Los militares detuvieron a Alfonso Rapu, pero
los rapanui bloquearon los caminos y lograron evitar su deportación, con lo que
logró escapar y se escondió en una cueva.
En 1965 Rapu ganó las
elecciones municipales. Un año después, los rapanui obtuvieron la nacionalidad
chilena y se quitaron las alambradas de Hanga Roa (después de haber paseado por
la ciudad no me imagino la existencia de estas abominables alambradas en el
paraíso, y la vida detrás de ellas).
En 1967 se construyó
un aeropuerto militar, que desde 1970 fue utilizado para aviones con turistas,
y las cosas cambiaron tanto en la isla como en el continente, donde vieron la
piedra filosofal del turismo.
En las décadas de
1970 y 1980 se mejoró el suministro de agua y de electricidad, se construyeron
un hospital y una escuela, y se realizó una ampliación del aeropuerto con el
objetivo de convertirlo en pista de aterrizaje de emergencia para la lanzadera
espacial de EEUU.
En el 2008 la isla de
Pascua fue declarada territorio especial dentro de Chile, lo que se refleja en
un mayor grado de autonomía, pero la independencia no está puesta en la mesa de
negociaciones, principalmente porque a pesar del turismo la economía isleña
depende de Chile continental -el conti le llaman los pascuenses-.
La principal
reivindicación de los rapanui es la devolución de sus tierras (como ya he comentado el círculo
polinesio de Nueva Zelanda y Australia en reclamación de derechos y usurpaciones, para ser administrados por ellos; y es
que una tercera parte de la isla es Parque Nacional.
En la actualidad hay
unos 6.500 habitantes, siendo los rapanui minoría respecto a los chilenos
continentales.
En la celebración del
V Centenario del Descubrimiento se despertó la conciencia de los pueblos
indígenas de Chile, los mapuche, aymara, atacameños, rapanui, y se promulgó la Ley
Indígena para defender sus derechos.
De la isla de Pascua
solo conocía (y solo en una mínima parte) sus increíbles moái pero no tenía ninguna idea sobre su historia y
conocerla ha sido impactante, porque desconocía tanta tragedia, y ahora después
de haberla visitado, me impacta más porque es un lugar muy especial, lleno de
magia, en este planeta. Y además tras visitar Nueva Zelanda la versión de los
polinesios es mucho más creíble por similitud de razas y cultura, y hasta por
los propios moái.
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