Mucho
ruido y pocas nueces (en palabras de Shakespeare, Much ado about nothing)
Fin Año de 2012 lo hemos pasado en la que
sentimos como nuestra ciudad, aunque tengamos cariño por muchas, con New York
tenemos un lazo especial, de corazón a corazón, y como elaborar entradas sobre
esta ciudad me llevará mucho tiempo (unir tres viajes y recopilar las
fotos adecuadas con las explicaciones y más que nunca las impresiones y sentimientos), lo que hoy voy a contar es la cena de Nochevieja del año pasado, que
tomamos en el restaurante Gordon Ramsey at the London, que se ubica en el Hotel London NYC.
Digo que voy a intentar relatar,
pero realmente es francamente casi imposible ya que tanto para mi pareja como para mí
fue una noche efímera gastronómica, de las que desafortunadamente no dejan
huella, y no porque fuera mala, sino por la falta de detalles de todo tipo,
empezando por un servicio demasiado frío e impersonal, la barrera idiomática -english
contra spanglish- no es excusa a estos niveles de precios (como se demostrará en otros lugares de menor precio), pasando por las presentaciones en los platos y llegando a los
sabores (y me salto la señorita de la recepción a la entrada del bar que atiende las reservas del restaurante, ya que escuchando nuestro idioma hasta el final no nos descubrió que era el suyo también, pero a este detalle me he ido acostumbrando en la city en todos los lugares, y ya hasta me divierte "spanglishear" y realmente no me importa intentar hablar inglés).
Para evitar imprevistos
realizamos una reserva en el restaurante vía internet para las 21.15 h, de modo que tuviéramos
tiempo de disfrutar del día paseando por la ciudad y sus vericuetos, y de
prepararnos para el evento. A los caballeros les exigen chaqueta.
Gordon fue la
razón para la elección del hotel, ya que en un principio repetíamos por
la comodidad que nos ofreció en las Navidades de 2009-2010 el Hotel New York Palace, en el que disfrutamos de una espléndida, espectacular y bien atendida cena de Fin de Año, pero acometieron unas obras de
remodelación y nos dio algo de miedo que no se terminaran a tiempo para las
Navidades.
En un principio Nochevieja no es
una noche para pasarla de aquí para allá por NY, sí para hacerlo en Times
Square, pero sinceramente con veinte o treinta o incluso cuarenta años menos. Buscar un lugar para cenar de improviso podría ser complicado por no decir que
misión imposible, y la opción de terminar comprando en un “deli” no es lo que
más nos apetecía, aunque estoy segura que lo hubiéramos pasado de fábula y
además podríamos haber comprado uvas…o eso creo. Así que de algún modo Gordon eligió por
nosotros el hotel, y eso que Londres está más cerca de Madrid que New York para
conocer su cocina.
Tras una pequeña espera respecto a la hora reservada, entramos en la amplia sala que acoge el comedor, con mesas bien separadas, con un detalle que nos gustó y mucho,
por su gran comodidad: las sillas son giratorias, con lo que para
sentarse sólo es necesario girarla y sentarse uno con tranquilidad y bien, sin
necesidad de nadie que te ayude a acercar la silla a la mesa o de arrastrarla
uno mismo. Lástima que en nuestras casas nos faltaría espacio para poner estas
geniales sillas-sillones.
La noche comenzó con un martini
de aperitivo, en este caso para tres de los comensales, ya que yo sigo mi
tónica de esperar a la comida para degustar alcohol, sobre todo cuando se trata
de un menú de degustación. Valoración alta del combinado de los que lo bebieron; yo no llegué a darle
un sorbo así que no puedo opinar.
Nos dan el menú degustación para leerlo (y el que puede que lo memorice), de modo que si alguien tiene alguna alergia o incompatibilidad de cualquier ingrediente, cambiar el plato por algún plato del menú
vegetariano. Dos de los comensales hacen un cambio y dos nos quedamos tal cual,
pero en lugar de dejarnos un menú de referencia, las cartas desaparecen de la
mesa, primer no detalle, ya que se ha mostrado y demostrado que el inglés lo
intentamos hablar, alguno con más fluidez afortunadamente, sería un buen
detalle dejarnos la carta para seguir el menú con mayor facilidad (en el Restaurante Coque nos lo dejaron, y eso que el idioma es el mismo, pero el tener una referencia escrita aparte de la "cantada" por los camareros ayuda en el momento).
Como los Martinis siguen en la
mesa, sería de locos beberlos como si fuera agua, nadie se acerca a la mesa
para preguntar si tomaremos alguna otra bebida con el menú,
dan por hecho que los tres comensales que beben Martini continuarán así, y que
yo le daré al agua… esto es de suspenso total y completo, más cuando yo intento
encontrar la mirada de alguien del equipo del restaurante y nadie mira hacia la mesa cuando
creo que uno de los cometidos más importantes de este nivel de restaurantes es
estar pendiente de los comensales y sus necesidades, solo me faltaba dar un
silbido como en una taberna; además con la petición del Martini habíamos dicho que tomaríamos vino en la cena.
El menú comienza con un Amuse bouche, que se traduce como
“entretener la boca”, y que ahora leo que es un plato que se utiliza para
entretener a los comensales entre plato y plato, que normalmente suele
presentarse al finalizar un plato para preparar el paladar para el siguiente (lo que en casa hago cuando preparo algún sorbete para romper precisamente los sabores), y
aquí estamos a punto de comenzar. Bueno, esto es a gusto del chef y a nosotros
el orden de aparición de esta amuse bouche nos
parece bien.
En la mesa hubo una deliberación
sobre el sabor de la crema, que si coliflor, que si algo de apio, pero
realmente ninguno apostaríamos a ganador, eso sí, era una crema de verduras con
algo de crema (de nata) y con unas verduras crujientes de acompañamiento.
Con esta amuse en la mesa
conseguimos finalmente pedir un maridaje de vinos para el menú, con cada plato que nos presentarán una copa diferente de muchas variedades: rosado, blanco, tinto y dulce.
Cuando estábamos
terminando la amuse apareció la primera copa, un rosado espumoso, que no viene en la
relación del maridaje, recibido este y el menú con casi dos meses de retraso en nuestro mail.
El camarero encargado
de nuestras bebidas (el sumiller era otro) nos cantaba las excelencias de los
vinos, en algunos casos los entendimos, en otros nos perdimos en sabores y
denominaciones de origen, y en aquel momento no era cuestión de ir haciendo foto tras foto a las botellas.
Continuamos el menú con Quail terrine, salsify barigoule, baby
lettuce, Perigord truffle. Un buen plato, pequeño pero muy sabroso, donde
el muslito de codorniz es un exquisito bocado, del resto, ahora
descubro que barigoule es un guiso, normalmente de alcachofas, pero este
sabor no recuerdo si estaba o no y es demasiado especial como para pasarlo por alto, y la barrita del fondo del plato me quiso
evocar al ruibarbo pero creo que era otra clase de vegetal. Le acompaña una
copa de vino de Grüner Veltliner (Weingut Steininger, Loisim, Kamptan, Austria
2010).
El siguiente plato es Olive oil poached trout
cucumber, Scottish Langoustine, Australian finger lime,
si había unanimidad en la mesa es que el alimento a la derecha en la foto
era trucha ahumada y sin necesidad de leer el menú. Me gustaría decir que el
alimento a la izquierda era el langostino escocés pero no lo voy a decir
porque no tengo la certeza ni el recuerdo real, aunque la fotografía parece afirmarlo. Le acompaña una copa de Di Giovanna
(Viognier, Sicily, Italy 2010).
La tanda de platos de pescados finaliza con Smoked sturgeon Sour cream panna cotta,
Osetra caviar, dill crumble, que si la memoria no falla porque sí lo hizo
el fotógrafo, es que su presentación fue la más original de todos los platos, ya
que venía cubierto por una especie de campana de cristal que contenía “humo” aromático.
Como nos resultó tan curioso todos quitamos la campana rápidamente y para la
fotografía ya se había roto el hechizo y disipado el humo. Le acompaña un Domaine François
Mikulski( Gouttes d’Or, 1er Cru, Meursault, France 2010)
Una
cuidada y equilibrista presentación para un plato que no me terminó de
convencer, no solo porque no sea fan de sus ingredientes: esturión (sólo he
probado las huevas y era la primera que probaba su carne), panna cota y caviar,
sino porque le faltaba un “ángel”.
El
turno de las carnes comienza con Caramelized
veal sweetbreads, blue foot mousseline, pickled squash. Extrañamente la traducción me lleva a que son
mollejas de ternera caramelizadas, y me las como con total tranquilidad, ya que
hasta el momento solo soportaba las pequeñas de cordero…algo está cambiando en
mí, y también que “ojos que no saben, estómago que traga”, pero de verdad que esto no sabía a mollejas. Le acompaña un
Cristom (Marjorie Vineyard, Eola-Amity Hills, Willamette Valley, Oregon 2009),
descubriendo que Oregon hace vinos, aunque este no era especialmente bueno.
El
segundo y último plato de carne es Triple seared
Kobe beef, cauliflower, watercress, breakfast radish, confit potato, que
tiene su guasa porque lo que más recuerdo es la coliflor, y la ternera de Kobe
pues bien como siempre, que aunque tengo algo de desacuerdo con ella por su
gelatinosidad, en esta ocasión me pareció más compacta. Parece que al fotógrafo
le gustó más este plato y se olvidó de hacer la correspondiente fotografía… o a estas alturas ¿serían las
copas de vino? Le acompaña un Valdicava (Brunello di Montalcino, Tuscany,
Italy, 2001), que creo que en realidad fue un Ribera del Duero (cuando algo
suena español se abren los ojos), o falta de botellas del primero o un error al
transcribir o ¡yo qué sé!, Gordon no gana puntos ni en directo ni en diferido.
Comienza
la ronda de postres con Brillat Savarin,
apple balsamic, mustard greens. La verdad es que no lo recuerdo, y leyendo
lo de la manzana y las hojas de mostaza no hago memoria de ninguna manera para
comentarlo…y no, en mi caso no eran las copas, era la falta de motivación en general que
provocaba falta de concentración. Le acompaña un Blandy’s (10 years Malmsey,
Madeira)
El segundo postre es Local ricotta mousse,
kumquat, fennel ice cream, que por aquello de llevar
fennel, es decir, hinojo, lo recuerdo con más precisión, ya que dos comensales
son apasionados de este ingrediente alimentario y se realizaron bastantes
comentarios sobre él. Sin llegar a ser un escándalo, se puede decir que
francamente bueno.
Cuando
estamos saboreando este postre dan las doce de la noche, todo el servicio,
incluidos los de la cocina armados con cacerolas, salen a gritar Happy New
Year!, nos ofrecen una copa de champagne (no dijeron ni han escrito nada sobre
él), pero el ambiente es demasiado frío en general para montar una fiesta; la
mayor licencia que me permito es que al ver entre el personal de cocina a un
hispano le miro a los ojos copa en mano y le digo ¡Feliz Año Nuevo!, y me
responde con una sonrisa y con un ¡Feliz Año Nuevo!, algo bajito de tono, eso sí.
El último postre es Maralumi chocolate mousse,
Farro dacquoise, saffron ice cream, que se llevó
todos los puntos por llevar chocolate, y aquellos que somos chocoadictos ya nos
entusiasma el nombre. Un postre de contraste de sabor, aunque el azafrán no
tenía mucha presencia, pero muy delicado al paladar.
Los
dos últimos postres son acompañados por Graham’s Vintage Port, 1994.
La pregunta después de leerme ¿Demasiado exigente? La respuesta es contundentemente
afirmativa, pero a ciertos precios se puede exigir todo lo que se crea necesario sin llegar a la paranoia, y
sobre todo cuando hay puntos de comparación, tanto en restaurantes en España (La Terraza del Casino, Sergi Arola Gastro, Coque; todos con chefs reconocidos nacional e
internacionalmente), como en la propia city, ya que como he mencionado en el 2009
también celebramos Fin de Año allí, en esta ocasión en el Restaurante Gilt del
Hotel New York Palace (espero poder contarlo en breve para contrastar los dos), y no hay color en cuanto a resultados, detalles, servicio
y calidad-cantidad-precio, Gordon sale perdiendo. Parece que de todas formas un ángel nos protegió, porque el 15 de diciembre cerró este restaurante, y la noche de Fin de Año no la hubiéramos podido celebrar allí.
Para el precio pagado en este restaurante le ha
faltado sentimiento, vitalidad, asombro, y si este precio también se puede
achacar a que estamos en New York, en el Gilt también lo estábamos y salimos
más satisfechos, y con más alcohol consumido que podría haber subido más la
factura y sin embargo se quedó algo más baja (la inflación no tiene nada que ver).
¿Cuestión de gustos? Aquí ya no
puedo debatir nada porque esto es tan cierto como que la Tierra gira, y mi
(nuestros) gustos no corren paralelos a los de Gordon, reiterándome en que no
digo que sea malo o mediocre, sino que había demasiadas ilusiones y esperanzas
a pesar de conocerle a través de su programa mediático de Pesadilla en la
cocina, que ya nos inculca la idea de lo sencillo es bueno… pero creo que
algunos matices más tampoco estarían de sobra.
Gordon basa su cocina en la
sencillez, y esto es de alabar, la hace más cercana a nuestras cocinas, a pesar
de que algunos ingredientes no son fáciles de encontrar pero siempre se pueden
sustituir por otros o eliminar; pero lo que no me terminó de enamorar fue su
suma sencillez, porque hasta en sabores me pareció bastante lineal, y las
sorpresas en gastronomía siempre son bien recibidas, para bien o para mal, pero
siempre hay que buscar ese punto de asombro al paladar y a los ojos (a los cinco sentidos en general, incluso llegando al sexto).
Toda esta valoración sin
mencionar a los increíbles chefs que tenemos en España, y de los que
afortunadamente hemos conocido algunas de sus creaciones e innovaciones, como he relacionado más arriba, y con todos ellos Gordon no
alcanza su listón, aunque supera su precio con creces.
El salir sin un menú escrito, por
mucho que lo pueda encontrar en la página web, con el maridaje de vinos
realizado, me parece un detalle feo, porque creo que no hubiera sido difícil,
incluso preguntar si estábamos alojados en el hotel pasarlo a la habitación en
el día o días siguientes. Los pequeños detalles hacen grandes a los
restaurantes, y este era un ínfimo detalle que en la suma hace la resta más
importante.
Curiosidades de la vida y de los
restaurantes, como si un presagio hubieran tenido en el Gordon at London NY de la publicación de esta pequeña crónica y gran crítica en el inmenso océano de internet,
con fecha 16 de febrero hemos recibido un mail con el menú y el maridaje, pero
¡ah!, los vinos puede que sean los que ellos relaciona, pero recordamos un
Ribera del Duero, no su nombre, sólo su denominación de origen, que no figura…y
otro fallo más a añadir en esta larga lista de despropósitos.
¿Volver a probar la cocina de
Gordon? No en New York, posiblemente en Londres le daríamos otra oportunidad,
pero sería la última, que no se puede despilfarrar para no quedar satisfecho,
porque a estos precios que menos que salir con una sonrisa, y eso que esta
nunca nos falla ni nos falta en la vida, venga lo que venga.
En resumen, no fue una pesadilla
de cena pero tampoco fue el sueño que debería haber sido.
Que pena maca :-( Estoy segura de que pronto te desquitas de esta decepción. Un beso
ResponderEliminarMamen, sí que fue una desilusión, porque además me esperaba mucho, y quizás este fue mi fallo, la esperanza. Ya iremos desquitándonos por muchos sitios, incluso en nuestras casas.
ResponderEliminarMás que platos parecen suspiros de degustación. No me acaban de convencer este tipo de menús, muy dado en los sitios de "ringo-rango". Soy más de menos número de platos y más contundencia en los mismos. Pero lo importante después de todo es disfrutarlo, sea cual sea la opción preferida, en buena compañía. Gracias por las fotos Maca.
ResponderEliminarUn beso
Por lo que dices no creo que Gordon te gustará, tanto por el suspiro de degustación como por el sabor.
ResponderEliminarJajaja, ahora discrepamos de nuevo, en los restaurantes de "ringo-rango" hay muchos platos pero te aseguro que su cantidad no es tan pequeña como nos sospechamos, e incluso se hace difícil terminar con ellos. Busca por este rincón bloquero Restaurante La Terraza del Casino y Restaurante Coque... "ringo rango" de altura, de calidad y de cantidad (tanto en número de platos como en los platos).
A cada momento su restaurante, aunque eso sí, con la mejor compañía siempre ;)