Montréal
neoyorkino
Nuevo día, nuevos
planes, la ciudad nueva la hemos paseado y conocido en gran parte, así que toca
ir hacia el Vieux Montréal, a la ciudad antigua, para
ello tomamos el metro en Place des Arts.
Vemos un divertido
cartel, que creo que hasta a Elizabeth le haría gracia.
Bajamos en la estación de metro de Square Victoria para llegar hasta la Rue Saint Jacques, que sigue durante todo su recorrido el trazado original de 1670. En este primer tramo de calle está flanqueada por el WTC (Centre de Commerce Mondial).
La calle fue como la
Wall Street de Canadá hasta bien entrado el siglo XX, y en ella los bancos y
las compañías de seguros competían no sólo en los mercados, también lo hacían
en la arquitectura, construyendo edificios de ocho o diez plantas, alturas
inverosímiles para la época, y en ellos se reflejaba la ambición de los barones
de las finanzas de Montréal, mayoritariamente británicos y en especial
escoceses, haciendo alarde de prosperidad con decoraciones talladas en piedra y
esculturas en sus fachadas y en sus imponentes vestíbulos.
Una curiosidad que me tendrá
pendiente a partir de esta visita de la gran pantalla, en mi pequeña pantalla de casa, es que Rue Saint
Jacques se utiliza en la grabación de películas para recrear New York, nuestra añorada y querida New York.
Frente al WTC se alza
el Hotel Ottawa, edificio construido
en 1845 y que está siendo reconvertido (o por lo menos hay planes anunciadores
de ello) en apartamentos; y la cercanía con New York la encontramos nuevamente con el anuncio sobre la fachada del edificio de detrás.
Un dato importante a
tener en cuenta para aquellos curiosos es que todos (o casi todos) los edificios de Vieux Montréal están catalogados, con lo que todos
tienen nombre y fecha aproximada de construcción, así que se puede pasear por la ciudad vieja
con gran conocimiento, pero que no sería muy natural hacerlo en este blog, además de no tener fotografías de todos, así
que intentaré ceñirme a los más significativos o que nos han llamado la atención.
Vieux Montréal, antiguamente defendido por una doble fila de murallas,
contiene la mayor colección de edificios históricos de todo Norteamérica. A mediados del siglo
XX entró en declive, pero en la década de 1980 volvió a renacer
y sus casas fueron transformadas en tiendas, restaurantes y boutiques (con gran fortuna y acierto para la ciudad, los ciudadanos y los visitantes).
Junto a la fachada
del Nordhemeir Building, que forma parte del WTC, se encuentra el Hotel St James, que fue la sede del Merchants Bank, antes Commercial Bank,
construido en 1873. En 1929, al comienzo de la Gran Depresión, y sin haber sido
tocado todavía por esta crisis mundial, se fusionó con el Banque de Montréal, y
el edificio se vendió a una empresa de valores, para acabar terminando
convertido en un magnífico hotel.
Frente al hotel y al
WTC, el edificio de la Banque Royal
(Royal Bank), que fue el edificio más alto del Imperio Británico.
Sobre la puerta de
entrada, en una ostentosidad dorada, el escudo de Gran Bretaña, con el león y
el unicornio.
Como se puede acceder
a su vestíbulo es lo que hacemos, descubriendo parte de su magnífico interior, elegante y sobrio.
Eso sí el paso a las ventanillas está cerrado, que en el edificio se sigue trabajando, aunque durante nuestra visita no en esta parte.
A continuación de este edificio se
halla el de la Molson Bank,
que parece más una mansión que la sede de un banco, siendo su diseño
arquitectónico influenciado por el estilo francés del Segundo Imperio. La
banca, propiedad de Harry Markland Molson, pasajero fallecido en el hundimiento
del Titanic, que asistía a la Cathédrale Christ Church como feligrés, se fusionó con el Banque
de Montréal en 1925.
Este tramode la
calle finaliza con el edificio actualmente ocupado por el hotel de homónimo nombre, L’Hotel, que alojaba a la Banque
d’Espargne de la City que en 1987 cambió su nombre a Banque Laurentienne du
Canada.
En el exterior ondean
las banderas de Canadá y de Québec, pero llaman la atención dos esculturas, una
de Botero, Hombre a caballo, y un LOVE, como la que se encuentra en New York -fotografiada hasta el infinito- y que también hemos
visto en algún barco de cruceros, obra de Robert Indiana. Ya sé, algunos se han fijado en el coche rojo, un impresionante Ferrari.
Frente al edificio de
la Molson Bank se alza el edificio de la Canada
Life Insurance, compañía fundada en 1847, que fue construido en 1895 y que
fue el primer edificio de Montréal, y posiblemente de Canadá, que disponía de
una estructura de acero.
A su lado, el
edificio del Canadian Imperial Bank of
Commerce (CIBC), construido en 1909, destacando en su fachada de entrada la imponente
columnata corintia. Desde 1909 a 1939 alojó las oficinas de la White Star Line,
compañía que vendía los billetes para viajar en el Titanic.
Destaca la bandera
estadounidense ondeando entre sus columnas, y llama la atención el cartel en la
puerta de entrada, que no sabemos la razón de ser.
El edificio está en
proceso de rehabilitación, pero aun así entramos a curiosear
un poco, lo justo para no molestar y no ser llamados al orden; pero no vimos cartel anunciador de su futura utilización.
En
la cornisa se pueden ver las figuras de la diosa Victoria en forma de
mascarones, un símbolo del comercio.
A continuación del
L’Hotel, tras pasar la Rue Saint Jean, los edificios de London and Lancashire Life Insurance y The Guardian, decorados profusamente con esculturas en sus
fachadas, en estilo Belle Époque. El primero se ha transformado en un bloque de
apartamentos.
Más adelante, en la
acera de enfrente, el Dominion Express Building, con escudos tallados en piedra
en su fachada, obra del escultor judío-húngaro Leopold Weisz, que estaba en
rehabilitación por lo que se encontraba tapado.
Cerrando este tramo
de la calle por su lado derecho (según caminamos desde el WTC), con fachada y
entrada por la Place d'Armes, se encuentra la torre del National Bank of Canada, construida en 1967, con una altura de 133
m.
Frente a la Place d'Armes, el imponente edificio con cúpula del Banque de Montréal, con aspecto de templo romano. El banco fue
creado en 1817, por lo que es el banco más antiguo de Canadá y de la
Norteamérica británica, siendo construido el edificio en 1847.
De la fachada, aparte de todo su apariencia, destaca
el decorado frontón con un grupo escultórico aludiendo a la historia del país.
En 1905 el edificio
fue ampliado y se renovó el interior con una decoración ostentosa; el vestíbulo
está repleto de mármol, lámparas doradas, arañas de cristal, una estatua… solo
es accesible hasta la zona de ventanillas, donde como el banco está en
funcionamiento no es posible pasar. Parece un vestíbulo de hotel de cinco estrellas más que un banco.
A continuación la calle Côte de la Place d’Armes, desde donde se obtiene la mejor vista
de las pagodas en el tejado del Hotel Holiday Inn de Chinatown.
El otro lado de la Place d'Armes que da a Rue Saint Jacques está ocupado por el primer rascacielos
de la ciudad, el edificio de la New York Life Insurance (volveremos a la
plaza para conocerla mejor y explicar sobre sus edificios de forma algo más extensa).
A continuación de la
Côte de la Place d’Armes y frente al edificio del New York Life Insurance
surgen tres edificios, el primero correspondía a la Scottish Life Insurance, que posteriormente fue utilizado por la
Banque National y que hoy está ocupado por el Hotel Place d’Armes.
El segundo edificio alojaba la
sede del Banque du Peuple,
construido en 1873, donde destacan los dragones alados custodiando su entrada;
y el tercero es el Alexander Cross
Building.
También hay carteles
que abogan por el silencio en la calle, de una manera muy simpática y cinéfila.
Finalmente, en la
esquina de Rue Saint Jacques con Boulevard Saint Laurent, se alza el edificio La Presse, sede durante más de
cien años del periódico francófono más grande de América del Norte.
La calle termina
frente a la fachada lateral del nuevo Palais de Justice.
Pasear por Rue Saint
Jacques es hacerlo por el esplendor financiero de Montréal, y se puede hacer
con conocimiento del nombre de todos sus edificios o sencillamente disfrutar de
su variopinta arquitectura llena de detalles; de lo que no hay duda es que no deja indiferente y que acerca a un Montréal imperial y poderoso.
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