…
Y John Lennon
La place du Canada está de reforma
completa, cerrado el paso y además creo que estaban realizando excavaciones arqueológicas, eso me
pareció por un panel informativo, con lo que nos perdemos un paseo de verdor y la visión
lateral de la imponente Cathédrale Marie
Reine du Monde, cuya cúpula ya habíamos visto desde el vestíbulo del rascacielos 1000 de la Gauchetière, edificio que aparece por detrás de la catedral.
La catedral fue
construida en 1894 y es una copia a menor escala de la Basílica de San Pedro de
Roma, su tamaño es una cuarta parte de la romana; pero aparte de este detalle de
números y de su belleza, lo que es realmente significativo es su ubicación, en
el corazón del Montréal protestante, donde dominaba la élite comercial inglesa,
por lo que es una muestra del poder de la iglesia católica en la ciudad (idea
del obispo Ignace Bourget que además quería mostrar al Papa la lealtad de sus
fieles canadienses - su estatua en el lateral derecho-).
En el tejado de la catedral se encuentran las figuras
de los santos patrones de las parroquias que constituían la diócesis de
Montréal en 1890 y que ayudaron a financiar su construcción.
La decoración
interior también recuerda a la Basílica de San Pedro, aunque no es tan espectacular
ni derrocha tanto mármol.
Por supuesto no puede
faltar una copia del magnífico baldaquino romano.
Creo que en esta ocasión no hace falta fotografías comparativas con la Basílica de San Pedro y su baldaquino.
Frente a la catedral
se encuentra Square Dorchester (que
jaleo entre place y square, que manera de ir mezclando los idiomas, pero era el centro comercial britanico y en el nombre se tiene que notar),
considerada tradicionalmente el corazón de Montréal, aunque ya este corazón
late por muchos rincones de la ciudad.
Es una pequeña plaza arbolada poblada de
ardillas en busca de comida de los transeúntes, donde hay un monumento al
primer ministro Sir Wilfred Laurier, con una inscripción de palabras suyas: “El pensamiento dominante de mi vida ha sido
armonizar los diferentes elementos que forman nuestro país”, razón por la
cual en la parte trasera del monumento están grabados los escudos de las
provincias unidas.
Un
monumento conmemorativo de la guerra boer en Sudáfrica, con el nombre de varias
campañas y contiendas que tuvieron lugar en este país.
Un monumento al poeta
escocés Robert Burns, que no tiene una relación directa y especial con Canadá,
pero sí con Gran Bretaña, ya que se le considera pionero del movimiento
romántico, que se inspiraba en la cultura popular y en las canciones
tradicionales.
El dato curioso de
este poeta es que su poema Auld Lang Syne
(Hace mucho tiempo) fue acompañado de una melodía popular escocesa y se canta
en los países angloparlantes como canción de despedida –en Fin de Año es un clásico-;
pero no sólo en inglés, hay una versión libre, muy libre, en español que yo
aprendí en el colegio (solo recuerdo el estribillo; y sí, era un colegio de monjas...) y que cantábamos a la
vuelta de las excursiones, la Canción del
Adiós (creo que se hizo muy popular con los boy scouts aunque yo nunca fuí una girl scout, solo una simple excursionista).
Y finalmente la
estatua de un león, El león de Belfort,
encargado por la compañía Life Sun Assurance en 1895 para conmemorar el Jubileo
de Diamante de la reina Victoria (el león, símbolo de fuerza y resistencia, junto al unicornio son las figuras del escudo de Gran Bretaña), es decir, los 60
años en el trono británico.
Al lado este de
Square Dorchester y ocupando una manzana entera, se encuentra el que fue el
mayor edificio del Imperio Británico, el Sun
Life Building, que se asemeja a un templo neoclásico. Fue comenzado a
construir en 1914, ampliándose en varias ocasiones hasta alcanzar su tamaño
actual en 1933, ocupando la friolera de 112.500 m2. Su altura es de
122 m, con lo que entra en la categoría de rascacielos, aunque a su alrededor
asoman, de derecha a izquierda, los más modernos, el Place Ville Marie, la Tour KPMG y el Bell Media Tower Building. Durante
la Segunda Guerra Mundial, Sun Life Building alojó los valores del Gobierno
Británico (según fuentes se refiere a las joyas de la corona pero este dato no lo tengo contrastado).
A un lado de la
catedral se sitúa el Hotel Fairmont The
Queen Elizabeth, donde en 1969 John Lennon, durante su famosa sesión de bed-in-for peace junto a Yoko Ono
(estuvieron en Montréal, ya que en New York no les dejaron por el uso de drogas
de John, y en Ámsterdam). En la habitación 1742 compuso, cantó y grabó la
canción Give Peace a Chance, como
protesta a la Guerra de Vietnam (claramente viajar te aporta conocimientos
desconocidos porque la canción la conocemos y la cantamos pero nosotros no sabíamos de su origen). Durante este periplo “camero” se grabó un documental.
Esta tarde estamos de descubrimientos musicales, con dos canciones muy conocidas y cantadas; la de John Lennon por desgracia parece que será siempre una constante, una utopía.
Al otro lado de la
calle se levanta el bonito edificio de Place
Ville Marie, una torre con forma de cruz en cristal y aluminio de 188 m de
altura, construido entre 1958 y 1962 por el arquitecto estadounidense Ieoh Ming
Pei. Fue el edificio que comenzó la inauguración del centro de Montréal y que ya habíamos visto uno de sus laterales cuando pasamos por Rue University.
En la plaza del
edificio supongo que en horas de oficinas debe de estar atestada de
trabajadores de un lado para otro y con sus tarteras a la hora de comer. El edificio impresiona y al ver las vistas aéreas del mismo en internet dan ganas de realizar un vuelo para tener las mismas.
También
hay una fuente, no podía faltar, divisándose parcialmente al fondo el Mount Royal.
Aprovechamos para
sentirnos ciudadanos en invierno y entramos en el centro comercial bajo la
plaza, el núcleo de la famosa ciudad
subterránea, terminado de construir en la década de 1960, momento en el que
se comenzó a construir una red que alcanzaría los 33 km de pasillos a prueba de las
temperaturas bajo cero del invierno, y que conecta estaciones de metro, centros
comerciales, hoteles, oficinas, universidades, restaurantes, cines, teatros, hasta
una biblioteca… un mundo dentro de otro mundo.
El alcalde del momento fue Jean
Drapeau, que dirigió la ciudad durante 29 años, presidiendo la Expo 67 y los
Juegos Olímpicos de 1976 (sobre el alcalde mencionar una frase que dijo cuando
los anglófonos, molestos por el auge del francés en la vida pública,
abandonaron la ciudad: “Dejemos que
Toronto se convierta en Milán, Montréal siempre será Roma”.
Por algunos de los
edificios o centros comerciales o estaciones de metro ya hemos pasado, como por la Place des Arts, el
Complexe Desjardins, Les Promenades de la Cathédrale, el Palais des Congrés, el Centre de Commerce Mondial (WTC) o el edificio 1000 de la Gauchetière, pero hasta el momento no lo habíamos hecho “con conocimiento de
causa”.
La idea de la ciudad subterránea se inspiró en
el Rockefeller Center de New York y es conocida como Reso (red o subterráneo en
francés). Sus entradas se encuentran señaladas con un letrero en color
azul con la inscripción Reso. Realmente no hay nada que ver, son pasillos por los que caminar pero no
se puede decir que sin ver la luz porque el uso de los atrios acristalados
parece una pauta arquitectónica para evitar el “vampirismo”, y en los que hay señales para saber por donde se está y por donde salir.
Mapas de esta ciudad
subterránea los podéis encontrar en estas páginas: observatoire de la ville interieure, stm.
Situación de los lugares mencionados:
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