En el nombre de todos
Finalizada la visita en Guinness Storehouse, estamos más o menos a mitad de camino entre volver a la
ciudad o acercarnos andando hasta Kilmainham Gaol, edificio que albergó una
cárcel, eligiendo la segunda opción, así que caminando por una zona no especialmente atractiva
(la ida o la vuelta se puede realizar caminando para aprovechar el paseo para pasar por algunos lugares interesantes -desde el centro
de la ciudad puede haber unos 4-5 km-), llegamos a ella, pero con la mala
suerte, que a estas alturas del viaje y visita por Dublín ya no nos impresiona,
que la última visita fue hace siete minutos y eso que suponiendo
horarios fastidiados pusimos un poco el turbo para llegar. Ya que hemos llegado
aquí y que será la primera visita de mañana pasemos a la Kilmainham Gaol.
La cárcel fue construida en 1789 con
arenisca que permitía la filtración del agua y el goteo con el mal tiempo (como si en Irlanda no lo hiciera en
invierno) y creaba una humedad perjudicial para la salud de los presos, que
eran tanto políticos como delincuentes comunes. Fue inaugurada en 1796
intentando que su aspecto fuera lo más imponente y temible posible.
En la época de la Gran Hambruna, la
población veía la cárcel como una solución, robaban lo que fuera (fruta,
pan...) ya no sólo por necesidad, sino para que los enviaran allí, que por lo
menos tendrían techo, un jergón y una ración de comida asegurada (mala y escasa
pero comida al fin y al cabo). Las condenas no siempre fueron justas y equilibradas, un ejemplo de condenada desmesurada lo encontramos en 1850, cuando la familia Williams, incluyendo un niño de
seis años, fue condenada a un mes de prisión por no pagar un billete de tren.
Desde esta cárcel partieron miles de presos
deportados a Australia, de los que hemos tenido la oportunidad de conocer más su historia
de lucha en este nuevo país para ellos, y por supuesto también en sus cárceles, Hyde Park Barracks y Old Melbourne Gaol.
En la historia de la cárcel destacan varias fechas políticas clave en el camino a la independencia
de Irlanda: 1798, Irlandeses Unidos comandados por Wolfe Tone junto a los
aliados franceses; 1803, con el fugaz levantamiento de Robert Emmet; 1848,
rebelión de los Jóvenes Irlandeses, que fue rápidamente aplastada; 1867,
levantamiento del Fenian; 1881 y 1883, con pequeñas insurrecciones y
revueltas.
Y la fecha principal, la del lunes de Pascua de 1916, en el mes de mayo y en
plena Primera Guerra Mundial, cuando los rebeldes anunciaron el nacimiento de
la nueva República de Irlanda, aún sabiendo que sería una utopía. Cinco días
después los rebeldes fueron capturados y la población de Dublín, que tuvo que
sufrir los ataques de los ingleses, estuvieron en su contra, pero cuando 15 de
los líderes fueron ejecutados en esta prisión, surgió el verdadero sentimiento
nacionalista en Irlanda, con lo que los mismos británicos convirtieron en
mártires a unas personas que hasta el momento no habían sido completamente bien
vistas por la mayoría de los irlandeses.
La República nació oficialmente en 1949, no
sin antes pasar varios acontecimientos, y después ya sabemos lo que ha ido
pasando en la reivindicación de Irlanda del Norte, en manos británicas.
Personalmente me ha gustado mucho conocer
la historia de Irlanda, de la que solo conocía lo más actual y no todas las
tensiones internas de los irlandeses, aunque hay películas que nos acercan a
estos acontecimientos pasados, como El viento que agita la cebada de Ken Loach
o Michael Collins de Neil Jordan.
El último prisionero de la cárcel fue Eamon de Valera, puesto en libertad el 16 de julio de 1924, después de lo cual la
cárcel quedó abandonada y el nuevo Estado Irlandés no quiso utilizar el lugar
donde muchos ciudadanos habían perdido la vida, y comenzó a deteriorarse. En la
década de 1960 se comenzó su restauración, un grupo de voluntarios se puso en
marcha para lograrlo.
Sobre la puerta de entrada están talladas cinco
serpientes encadenadas por el cuello que representan el mal sometido a un
estricto control, las llamadas Five Devils of Kilmainhan.
Pagamos la entrada y tenemos que esperar a
que comience la visita guiada que es como se realiza forzosamente, y por supuesto
en inglés. Esta espera la hacemos en una exposición donde cuentan la historia
de la cárcel y de su restauración, con documentos, pertenencias de presos,
fotos, representaciones de hechos que sucedieron en la prisión. Justo cuando
terminamos de recorrerla nos avisan que comienza el tour y allí estaba nuestro
guía, un puro irlandés de mediana edad, pelo y barba blanca, ojos inmensamente azules, pero que perdía el encanto a la alttura de la panza "cervecera" y las sandalias con calcetines (¡en invierno!).
La primera sensación es que de repente hace
mucho más frío que en el exterior, supongo por esa piedra arenisca humeda y goteante, además de por las historias que hemos conocido en la exposición, y nuestro guía lleva solo una
camisa, sin jersey ni cazadora.
Pasamos por algunos pasillos y llegamos a la
capilla donde Joseph Plunkett se casó con Grace Gifford el 4 de mayo de 1916 a
la 1.30 de la madrugada, dos horas antes de ser ejecutado con veinte soldados
británicos como testigos, y a los que les concedieron diez minutos de intimidad;
su condena fue la participación en el levantamiento de 1916.
En un pasillo, oscuro, frío, desgastado,
con puertas herrumbrosas, las celdas que ocuparon los rebeldes del
levantamiento de Pascua, pero no nos enseña ninguna de estas celdas ni siquiera
nos permite recorrer el pasillo. Encima de las puertas los nombres de los rebeldes
recordándoles.
Nos enseña la celda que ocupó Robert Emmet,
mucho más grande que las demás, y que como curiosidad tiene hasta chimenea;
ahora está vacía, sin muebles y se pueden ver las tuberías de gas originales para la
iluminación.
Hasta el momento no hay fotos, porque nadie
del grupo las hace y nosotros bastante tenemos con intentar entender a nuestro
guía, además la seriedad del lugar nos tiene atrapados.
Entramos en el Central Hall, una estructura
construida en 1862 con escaleras y pasillos metálicos que tiene forma de
herradura y una gran claraboya. Aquí sí que le preguntamos al guía la
posibilidad de hacer fotos, con la siguiente secuencia: yo se lo digo a mi
marido, él se lo pregunta al guardia, el guardia contesta afirmativamente, mi
marido saca la cámara, todos sacan la cámara (éramos un grupo reducido de seis
personas).
Cuatro pisos de celdas, en total 100
celdas, donde los guardianes cubrían las pasarelas con alfombras para que los
presos no notaran cuando los vigilaban, consiguiendo con ello una gran tensión.
Podemos pasar a alguna de esas celdas,
entre ellas la de Grace Gifford Plunkett, donde pintó una Virgen de las Azucenas.
Nos impresiona la dimensión (sobre todo por la historia de terror de la cárcel, que nos hace esperar celdas más pequeñas y tétricas) y que fuera para una sola persona, pero el guardia
nos explica la incomodidad de estar todo el día en constante vigilancia y casi
en total aislamiento. Otro detalle importante es que no había distinción por sexos en esta
cárcel.
Seguro que viendo las fotografías algunos reconocéis
la cárcel, se ha visto en varias películas: Un trabajo en Italia con Michael
Caine, la mencionada Michael Collins con Liam Neeson, y En el nombre del padre
con Daniel Day Lewis, dirigida por Jim Sheridan.
Pasamos por un corredor más lúgubre, en las pared de las
celdas se puede ver el agujero por donde los guardianes vigilaban a los presos
y se ve incluso en alguna de ellas un jergón desgastado y sucio en el suelo.
En este corredor están son las celdas más antiguas de la
cárcel, son más oscuras y más estrechas, con sus puertas herrumbrosas como
testigo del paso del tiempo, de la humedad y del abandono en que estuvo la
cárcel durante años.
Salimos al patio, en realidad una sucesión de patios; el primero es el de las
mujeres y detrás de él, tras el pequeño muro, se encuentra el de los niños (asociar infancia a cárcel es tremendamente doloroso).
Desde el patio de las mujeres se accede al patio de los
hombres, rodeado de altos muros para evitar fugas. En el patio tenían que picar piedra en agotadoras jornadas,
y en él fueron ejecutados los rebeldes del Levantamiento de Pascua. En cada extremo extremo del patio hay una cruz. James Connolly tuvo que ser atado a una silla
para ejecutarle porque estaba herido y no se podía mantener en pie, una de las
cruces es en su recuerdo.
Una placa en la pared nos recuerda los nombres de los ejecutados: Padraig Pearse, James Connelly, Joseph Plunkett, Thomas
MacDonach, Eamonn Ceannt, Thomas J. Clarke, Edward Daly, Michael O’Haranhan,
William Pearse, John MacBride, Con Colbert, Michael Mallin, Sean Heuston y Sean
MacDiarmada.
Aquí se acaba la visita a este lugar
cargado de historia, de reivindicación, de miseria, de tristeza, y lo haremos con una canción, A nation once again, que documentándome
para el viaje encontré que fue votada como la canción más popular en el 2002.
Saliendo de la calle de la cárcel,
Inchicore Road, justo enfrente de la calle que la corta perpendicularmente,
South Circular Road, hay una puerta que conduce al Royal Hospital of Kilmainham,
edificio proyectado en 1680 inspirado en Les Invalides de París para dar
acogida a 300 soldados heridos, función que cumplió hasta 1927, y luego durante
un tiempo se utilizó como comisaría de policía.
Caminamos por un agradable paseo arbolado, que
en primavera ofrecerá una visión más esplendorosa que la que nosotros tenemos en pleno invierno.
El edificio del hospital alberga desde 1991
el Irish Museum of Modern Art y como es lunes está cerrado, con lo que no nos pilla por sorpresa, pero
por lo menos vemos el exterior del edificio entrando en su patio.
Como ya hemos caminado lo suficiente por hoy, tomamos un taxi que nos encontramos en nuestro camino de vuelta.
Mapa del recorrido y situación de los lugares mencionados:
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